Inefable

Capítulo 10

PASADO 
 


Alba había invitado a todos a casa de Jaime a cenar, el DJ que habían conocido en Mar del Plata. Después de diez citas se pusieron de novios y se fueron a vivir juntos. Los más intensos del mundo pero se veía mucho amor entre ellos.
Benjamin se había quedado hasta tarde en el taller así que Lucas le pidió que fuera a recoger a Alai, porque él se había ido directo desde el gimnasio y a él le quedaba de paso el apartamento de Alai.
Benjamin fue en moto, sabía que Alai las odiaba y a él le encantaba molestarla. 
Llevaba su chaqueta de cuero negra, se bajó de la moto, encendió un cigarrillo y le hizo una llamada para que bajara.

—No me pienso subir a ese trasto —fue lo primero que le dijo cuando lo vio y se cruzó de brazos.
—Hola La, que agradable es verte siempre tan simpática —bromeó él —No le digas trasto a Julieta —Le pidió y le pasó un casco pero ella no lo agarró. 
—¿Julieta? —Levantó una ceja, extrañada. 
—Así se llamaba la chica con la que perdí mi virginidad —. Sonrió y dio otra calada. 
—No pienso subir encima de Julieta, voy a llamar un taxi. 
—No seas terca, ya se está haciendo la hora y en moto llegamos rápido.

Titubeo unos segundos pero no quería llegar tarde a la cena que preparaba su amiga así que accedió. Agarró el casco, él tiró el cigarrillo al suelo, lo pisó para apagarlo pero enseguida se agachó para recogerlo y se lo metió en el bolsillo.

—Cuido el medio ambiente —. Se adelantó a decirle al verle la cara de sorprendida. 
—Siempre me sorprendes.

Se subieron a la moto y ella se abrazó a él con fuerza. Cerró los ojos cuando arrancó e intentó no pensar que estaba subida en una máquina de matar.

Cuando llegaron, tocaron el timbre, Jaime abrió y fueron hacia el ascensor.

—Piso diez —. Le indicó ella a él para qué le dé al botón. 
—¿Qué trajiste en el bolso? 
—Un vino riquísimo y unos chocolates suizos que me trajo una compañera de trabajo.

El ascensor se quedó parado de repente. Las luces se apagaron y se encendieron las de emergencia. Benjamín le dio al botón para abrir las puertas y comprobaron que se habían quedado en medio de dos pisos. Alai le dio al botón de emergencia y empezó a sonar la alarma.

—Odio quedarme encerrada en espacios pequeños —.Dijo nerviosa mientras le seguía dando al timbre. 
—Tranquila, hay un teléfono de emergencia justo ahí arriba —. Señaló encima del panel.

Era sábado así que tenían poca gente haciendo guardia. Iban a tener que esperar un poco hasta que alguien llegara a sacarlos. 
Alai llamó a Lucas para avisarme y él le dijo que Jaime ya le había avisado al portero cuando escuchó la alarma, para ver si podían hacer algo.

—¿Qué hacés? —Le preguntó cuando lo vio sentarse en el suelo y rebuscar en su bolso. 
—Me pongo cómodo —. Le contestó mientras sacaba el vino. 
—Tengo un sacacorcho en el bolsillo del bolso. 
—¿Quién sale con un sacacorcho en el bolso? —Sonrió y procedió a abrirla. 
—Soy precavida. Nunca se sabe cuando puede hacer falta —Le contestó y se sentó a su lado. 
—¿Cómo fue tu entrevista de trabajo? —Dio un sorbo y le pasó la botella. 
—Creo que bien, espero que me llamen. Estoy cansada de servir cafés a viejos babosos... —Dio un trago bastante largo. 
—¿De qué es el trabajo? 
—Correctora, aunque espero acabar siendo escritora.

Benjamin se sacó la chaqueta y se desabrochó un poco la camisa. Hacía bastante calor.

—Podrías auto-publicar. 
—Demasiado dinero para hacerlo perfecto, se necesita publicidad...
—Yo te lo presto. 
—¿Estás loco? 
—Tengo mucho y no gasto tanto —. Le quitó la botella para volver a beber. 
—Te agradezco pero no... 
—Si fueras buena estarías deseando que alguien te dé la oportunidad —. Sonrió, no podía evitar molestarla. 
—No sé si soy buena —. Suspiró y se encogió de hombros —. Ojalá lo sea... Por ahora no terminé ninguna novela. 
—Deberías publicar en alguna página de Internet, podés hacerlo de forma anónima. Así, ves las opiniones y te sentís más motivada a seguir. 
—Es una buena idea, no lo había pensando... —Se sacó la chaqueta de punto que llevaba encima de su vestido de tiras floreado, y la metió en el bolso —¿Vas a ir a Alemania con tu familia? 
—No, yo me quedo haciéndome cargo del taller, además me apunté a una competición nacional, algo amateur. 
—¿En coche? 
—No, en moto. 
—Habrá que ir a verte. 
—¿Aunque odies las motos?—Sonrió. 
—Y si, más o menos nos estamos llevando mejor —. Dio otro trago —Benja... 
—¿Qué pasa? —la notó pálida.
—¿Vos no sentís que te falta el aire? —Se empezó a abanicar con una agenda —Hace mucho calor y siento que no puedo respirar. 
—¿Sos claustrofobia? 
—¡No! Pero hace calor acá —. Empezó a sudar. 
—Tranquila, no te va a faltar el aire, si hace falta hago el sacrificio de hacerte respiración boca a boca —. Se empezó a reír ante la cara roja de ella. 
—¡Sos idiota! —Le dio en el hombro.

Benjamin empezó a cantar I'm yours de Jason Mraz, daba palmadas y miraba a Alai, animándole a cantar para que se distraiga. Ella lo escucho atentamente nunca lo había escuchado cantar y cantaba tan horrible que era gracioso. Cuando llegó al estribillo se unió a él y se olvidó por completo de que estaba encerrada.

—¡Cantás muy mal! —le dijo entre risas.
—Pero al menos te sentís bien —contestó él riendo— Y además... ¡No puedo hacerlo todo bien! Sería injusto para el resto de los mortales.
—Siempre tan humilde.




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