Narra Alai.
Esa casa era toda mi infancia y mi adolescencia, en esa casa murió papá y desde ahí, no había vuelto. Me la había dejado en su testamento, cosa que no había causado ni pizca de gracia a mis hermanos, pero él sabía que ese era mi lugar favorito en el mundo y que yo jamás la vendería. Mis abuelos la habían levantado ladrillo por ladrillo y ahí habíamos pasado cumpleaños y fiestas de todos. Era triste verla sin la familia.
Los muebles están tapados con sábanas, las persianas bajas y hay mucho polvo. Abro todas las ventanas pero es hora de comer así que voy a comprar antes de ponerme a limpiar. Cierro la puerta pero me quedo mirando hacia la playa y contemplo el mar. Respiro profundo y me siento en casa.
El mercado está a unas pocas calles, me atiende Pablo, que se sorprende mucho de verme ahí.
—¡Que lindo verte! —Se acercó para abrazarme.
—¿Y tu papá? —Pregunto extrañada de que él no esté atendiendo, nunca faltaba.
—Falleció el año pasado… —Me contestó bajando la cabeza.
—No me había enterado… —Volví a acercarme para darle otro abrazo —. Lo siento muchísimo.
—No pasa nada —. Sonrió —¿Cómo estás vos?
Le conté lo de Lucas mientras iba haciendo la compra. Después llegó su mamá, se alegro mucho de verme y me dio algo de comida casera, así que Pablo me ayudó y me acompañó hasta casa.
—Te puedo ayudar a limpiar —. Me dijo mientras dejaba las bolsas encima de la mesada de la cocina.
—Gracias, en serio… pero vine acá para estar sola. Lo necesito de verdad. Tengo muchísimo en lo que pensar.
—Lo entiendo, pero cualquier cosa ya sabes donde vivo —. Sonrió y me acerqué para darle un abrazo. Empecé a llorar, no pude evitarlo. —Perdón... No paro estoy así
todo el tiempo. —Me alejé y agarré papel de cocina para limpiarme.
—No pidas perdón, es horrible lo que estás pasando. Tenés que estar triste y no guardarte nada.
Pablo fue mi primer novio, desde los quince hasta los dieciocho. Habíamos tenido una relación hermosa. Primer amor y primer todo para ambos. Tenía los mejores recuerdos de ese amor y simplemente se había terminado porque éramos muy jóvenes y ya no sentíamos lo mismo.
Salí fuera, el patio estaba echo un asco. La hierba alta y las flores muertas. Iba a necesitar un jardinero. Volví a la cocina y limpié la mesa para poder comer tranquila. Miré el celular, tenía que avisarle a Benja que estaba bien. Cuando vi el teléfono había muchas llamadas y mensajes de él.
Narra Benjamín.
Cuando Alai me avisó que estaba en su casa de Mardel, empecé a hacer mi bolso para ir a hacerle compañía y poder hablar de lo que había ocurrido.
—Hola lindo —. Me saludó Delfi cuando abrí la puerta y se acercó para besarme —. Supuse que Alai ya se habría ido al hospital y quería que pasemos un ratito juntos.
—Perdón pero no puedo —. Suspiré y la agarré de la cara para darle un pico —. Tengo que ir a buscarla, tuvimos una pelea... Se enteró de una cosa de Lucas... Bueno es un tema largo.
—No te preocupes, lo entiendo. Andá a buscarla.
—A lo mejor no vuelvo hasta dentro de unos días... No sé cómo estará, se fue a Mar del Plata.
—Lo entiendo, de verdad. No tenés que darme explicaciones. Está todo bien —. Acarició mi mejilla y me volvió a besar.
Metí el bolso en el maletero y fui al hospital. Agustín y María estaban ahí.
—Hoy no va a venir Alai—. Les avisé —. Yo tampoco puedo quedarme... Tengo que ir a buscarla a Mardel.
—¿Que pasó? —Preguntó Maria preocupada y se acercó para agarrar mis manos.
—Lucas le iba a pedir casamiento... —Aguanté las lágrimas —. Llevaba el anillo encima el día del accidente porque me lo había enseñado a mi... Cuando la policía me dio sus cosas creí que lo mejor era esconderlo, darle la oportunidad a él de pedírselo cuando despierte... Pero Alai lo encontró y se fue muy enojada conmigo.
—No creo que esté enojada con vos, creo que está dolida... Enterarse de que le iba a pedir casamiento seguro que fue fuerte para ella. Además, Alai está muy sola... No tiene a su familia y es una situación difícil. Necesita mucho nuestro apoyo. Cuidala, Benjita. Ustedes se necesitan.
—Eso haré... —Suspiré.
Me subí al coche y empecé a conducir. Llegaría a la noche así que le avisé que iba para no asustarla. Aunque ella no estaba nada de acuerdo, de todas formas mi familia seguía teniendo la casa ahi.
Me entró una llamada de Eugenia.
—Ya sé donde está —. Le conté cuando puse el altavoz.
—¡Menos mal!
—Voy a ir a buscarla, está en Mardel. No sé si querrá volver mañana o si querrá hablar conmigo... Pero no puedo dejarla sola.
—Tené cuidado Benja.
—¿Con qué?
—Con tus sentimientos por ella.
—No sé de que hablás.
—Podrás engañar a los demás pero a mi no, sé lo que sentís desde que te conocí y ahora... No sé que podría pasar.
—Euge, Lucas es mi hermano, está en una puta cama de hospital y no sé cuando se va a despertar, créeme que en lo que menos estoy pensando es en mis sentimientos por Alai.
—Delfina es una chica simpática, buena..., céntrate ahí. Sé que uno no puede controlar sus sentimientos pero no es momento de que sufras por ella...
—Me estoy centrando en Delfi y casi ni pienso en Alai de esa forma, en serio. Está todo bien. No te preocupes.
—Si vos lo decís, hermanito...
Alai me había dejado una llave debajo de una maceta. Estaba durmiendo en uno de los sofás, así que yo dejé mis cosas en el otro sofá que estaba al lado. Después me acerqué a ella, acaricié su mejilla y le hablé casi en un susurro.
—Perdón... Creí que hacía lo mejor. Quería cuidarte y te juro que lo hice con la mejor intención —. Le di un beso en la frente —. Buenas noches.
Narra Alai.