Inefable

Capítulo 23

Narra Benjamín.

 

Ya casi era la hora, así que mientras los chicos se encargaban del asado yo me fui a buscarla. Aparqué en la puerta de su apartamento y subí a tocarle el timbre porque no me contestaba el teléfono. Me abrió con los ojitos llorosos e hinchados y se lanzó a mis brazos.

 

—¿Qué pasó? —Le pregunté preocupado cuando entramos en su casa. 
—Vino mi mamá esta mañana… Me dejó un regalo y lo vi cuando volví del hospital. Es un álbum de fotos de la familia… Me escribió una carta y me contó todo lo que yo no quise escuchar... —Se sentó en el sofá y me fui a su lado —. Se peleaban todos los días, hacia un año que estaban separados.... Y ella ya estaba con este tipo antes de que papá se enfermara. Resulta que papá también tuvo sus historias pero ninguno nos quiso hablar de esas cosas. Cuándo se enfermó intentó volver con ella y mamá se alejó porque no quería estar con él diciéndole todos los días que la quería y la necesitaba... Cuando ella ya estaba enamorada de Carlos desde hace mucho y era feliz. No la justifico... Y detesto que nunca nos hayan contado que estaban separados... Pero papá la necesitaba y me duele... 
—Pero ella no lo engañó... Hizo las cosas como pudo y la relación entre ellos no tiene que cambiar la relación entre ustedes. 
—Papá siempre me decía eso... Pero yo lo vi sufrir mucho, Benja. Pasaron ocho años desde que las cosas con mamá cambiaron, ocho años... Creo que si las cosas son como me las cuenta hizo un papel pésimo como madre. Creo que nunca podré tener una relación fluida con ella —. Se secó las lágrimas. 
—Vístete y vámonos, te hace falta desconectar —. Sonreí. 
—Ya voy un poco entonada —Señaló una botella de vino en la mesada de la cocina —. No tengo ganas de salir a ningún lado —. Me hizo pucherito y me derreti.
—¡No te vas a arrepentir! —La levanté y la llevé hasta el baño. 
—¡Benjamín! 
—Te espero —. Sonreí y cerré la puerta.

 

A los veinte minutos estaba lista. Se veía preciosa, llevaba un vestido corto de color negro con pequeñas florecitas rojas y el pelo suelto liso. Me abrazó y su perfume se quedó impregnado en mi.

 

—Feliz cumpleaños. 
—Gracias —Sonrió —. No digas nada de lo de mi mamá, no quiero fastidiar la noche a nadie. 
—Tenés que hacerte la sorprendida cuando veas todo. 
—Haré una gran actuación —Se rió.

 

Llegamos a la casa de los chicos y Alai empezó a llorar al ver todo lo que le habíamos montado. 
Cenamos entre risas y vasos de cervezas, reíamos a carcajadas como hacía tiempo no lo hacíamos. No podía evitar mirarla, se notaba que se sentía culpable de reír porque por momentos hacía silencio y se ponía seria. Después de un rato Jaime puso cumbia y las chicas salieron a bailar. Sonaba Beso a Beso de El Potro y Alai se acercó para que bailara con ella, no podía negarme.

Al final nos animamos y salimos al bar donde íbamos normalmente todos. Nos fuimos a una mesa del fondo, pedimos jarras de cerveza y seguimos bailando. Nos sentamos todos para cantarle el feliz cumpleaños y hacerla soplar la velita, con el número veintiocho, aunque ya era de madrugada.

 

—Uy no… Ahí viene Oriana —Dije y me escondí detrás de Hugo.

—Hola chicos, hola bombón —Saludó Ori mientras se iba acercando. 
—Oriana, por favor… —Contesté pero ella no me hizo ni caso y se acercó para darle un beso en la boca a Eugenia.

 

Durante los segundos que duró ese beso todos nos quedamos con la boca abierta y mirándonos.

 

—Estás muy diosa —. Le dijo Euge y le dió un cachete en el culo. 
—¡¿Me estás jodiendo?! —Pregunté y me empecé a reír —¡Basta Eugenia! 
—Perdón pero yo soy más inteligente que vos y no se me iba a escapar semejante mujer —. Le dio otro beso y Ori le mordió el labio. 
—Me alegro por ustedes — Les dije y le di un abrazo a Ori. 
—Estoy deseando que me pida salir —. Me confesó al oído y sonrió —. La conocí en tu casa ¿Sabías? —Euge se empezó a reír —Una vez que te fui a buscar a vos. 
—No me sorprende —. Reí. 
—Estábamos destinadas —. Dijo mirándola a lo ojos. 
—Me tiene loca esta mujer —.volvió a besarla.

 

Mientras hablaba con ellas vi como Alai estaba en la pista bailando con Julia y Emilia, pero se le acercó un chico y se le pegó mucho. Alai se veía algo mareada así que me acerqué justo cuando ese tipo le quería robar un beso y ella se intentaba soltar.

 

—¡¿No ves que se está alejando de vos?! —Le pregunté mientras la apartaba.
—¿Quién sos, flaco? —Se me encaró pero mis amigos ya estaban detrás de mi para evitar que le parte la cara —. Está bailando conmigo, no te metas —. Se acercó y la agarró del brazo, así que no me contuve y le metí una piña.

 

Nos separaron enseguida, sus amigos se los llevaron y Alai me pidió que la alcance a la casa porque se sentía mal. Se despidió de todos y fuimos andando hasta la mía ya que quedaba más cerca de ahí. Le había dado mi campera e íbamos abrazados, le costaba caminar recta.

 

—¿Estás mejor? 
—Si, me siento mejor... Me viene bien el aire puro. Necesitaba una noche así, con todos ustedes... Reírme y sentir, por un momento, que la vida sigue...

 

Entramos en casa, ella puso música, me tendió la mano y sonrió.

 

—Me falta bailar una lenta para terminar mi noche. 
—Las cosas que me hacés hacer —. Reí y me acerque a ella.

 

Bailamos pegados mientras la voz de James Arthur sonaba en mi tocadiscos. Ella cantaba bajito Say You Won't Let Go y yo me movía a su ritmo mientras acariciaba su pelo.

 

—Perdón —. Se frenó de golpe y salió corriendo al baño.

 

Fui detrás de ella, empezó a vomitar y le sujete el pelo.

 

—Me siento muy mal... 
—Tranquila, no pasa nada —. Le dije mientras le acariciaba el pelo.

 

Estuvo vomitando unos minutos, después me pidió que la ayude a sacarse la ropa para poder darse una ducha. Así que sin mirarla, le desbroche el vestido y le abrí el grifo. Me quedé de espaldas a ella para asegurarme que estaba bien.




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