Narra Alai.
Cuando me desperté me daba todo vueltas y parecía que seguía borracha. Me moví un poco pero enseguida me percaté de unos brazos que me estaban rodeando. Giré un poco mi cabeza y ahí estaba Benja, durmiendo sin soltarme. Me quedé mirándolo durante unos segundos y recordando que le había dicho que se quedara conmigo ¿Cómo le había pedido al mejor amigo de mi novio que duerma conmigo?
Me solté de forma brusca y él se despertó asustado.
—¿Estás bien? —Preguntó cuando se incorporó.
—Te quedaste a dormir conmigo… En la misma cama, me abrazaste toda la noche… Yo estaba muy borracha pero vos estabas bien.
—No me soltabas el brazo y me quedé dormido. Perdón —. Agachó la cabeza y se rascó la nuca.
—Que no vuelva a pasar —. Contesté y me levanté para ir al baño.
Me sentía rara, había descansado mejor que nunca y tenía una sensación de tranquilidad que hacía mucho no tenía. Abrí el grifo para que el agua de la ducha se vaya calentando, puse Beyoncé en Spotify y eché una visual rápida al chat de mis amigas.
Euge: No abriste los regalos así que a la tarde, tarde de chicas en casa de Alba.
Julia: Lorenzo me dijo que ellos se van a ver una carrera con la familia de Benjamín.
Alai: OK. Tengo reunión a la hora de la comida pero después voy para ahí.
Alba: Genial, tengo que contarles algo.
Emilia: ¡Nos vemos ahí!
Después de ducharme, me puse unas calzas, una camiseta y unas zapatillas que me habían quedado ahí. Cuando salí él ya estaba en la cocina preparando el desayuno.
—Perdón por quedarme a dormir con vos. No lo hice con otras intenciones, estabas mal y yo bueno… me quedé dormido.
—Está bien, no pasa nada. Yo te lo pedí… Estaba muy borracha —. Me senté y me pasó una taza de café.
—Hoy a la noche hay eclipse de Luna, le dije a los chicos que vengan después de la carrera porque acá desde la pista se ve mejor y además tenemos telescopio ¿Vas a venir?
—Si, claro. Acá estaré. Me encantan los eclipses.
Su teléfono empezó a sonar. Miré la pantalla y era Delfina.
—Voy a la habitación a hablar con ella.
—Yo ya me voy, que tengo que pasar por mi casa a prepararme para después ir al trabajo.
—Nos vemos a la noche, entonces.
—Hasta la noche.
Se metió en la habitación, así qué acabé mi café mientras lo escuchaba reír, comí una medialuna y me fui para casa.
Llegué a la oficina un poco antes, así que fui hasta mi mesa y encendí la computadora para seguir editando la novela.
—¡Hola enana! —Se acercó Daniela y me dio un abrazo —¿Cómo va tu novela? Yo estoy con un libro de vampiros, no puedo creer que se hayan vuelto a poner de moda —. Puso los ojos en blanco y suspiró —¡Los odio! —Exclamó y se cruzó de brazos —¡Y eso que en su momento amaba Crepúsculo!
—La mía está muy buena, te mando el libro cuando esté listo.
—¡Genial! —Se apoyó en mi mesa —¿Y tus historias?
—No escribo hace tiempo…
—Deberías, es una buena terapia.
—No sé, lo de Lucas me quita las ganas de todo.
—Puede salir una novela muy buena de tu experiencia —. Sugirió —. Deberías usar la situación y crear unos personajes que lleguen al alma de la gente.
—No hay nada mejor que escribir sobre lo que uno conoce… —Susurré —. Me diste una gran idea así que te daré los créditos —. Reímos.
—Quiero ser la primera en leerlo si la escribís.
—¡Obvio! —Levanté la mano y chocamos los cinco.
—Por cierto ¿Benjamín?
—¿Que le pasa? —Levanté una ceja.
—Estuve con él hace unas noches coincidimos en el bar y todo bien pero después no me contestó más.
—Está enganchado con otra persona hace un tiempo.
—Bueno, es raro igual. Muy enganchado no está que bien que se acostó conmigo —. Sonrió.
—Creía que estaba cambiando… —Contesté casi en un susurro.
—¡Estos tipos no cambian más, nena!
Me dolió oír aquellas palabras pero más darme cuenta de que el Benjamín que yo creía que había cambiado, seguía siendo el mismo mujeriego de siempre. Me daba pena por Delfina y odiaba que sea un mentiroso. Una cosa era estar siempre con una diferente y otra muy distinta era hacerle el novio a una mujer y engañarla.
Después de la reunión, me fui directa a casa de Alba. Ya estaban todas esperándome, tomando mate y comiendo masitas. Me dieron los regalos, libros, sesiones de depilación láser, un fin de semana en un spa…
—Este fue idea de Benja y mía pero es de todos —. Soltó Eugenia con una gran sonrisa y yo ya me esperaba lo peor.
Era una caja bastante grande, le quité el papel de regalo y era un maletín negro, lo abrí y ahí dentro había todo tipo de vibradores.
—¡Eugenia! —Cerré rápido y la miré fijamente.
—Boluda, nos llevó mucho tiempo seleccionar todo eso. Hace tiempo que no te llevás una alegría por ahí abajo así que no hay mejor regalo que contribuir en tu salud sexual —Me tiró un cojin a la cabeza y nos reímos.
—¡A mi no me regalan estás cosas! —Exclamó Alba cuando se tiró al lado mío para mirar que había.
—¡Estás que no parás con Jaime dándole todos los días! —Le dijo riendo Julia.—¿Querés más?
—Un complemento para la relación —. Contestó y nos reímos todas.
—Este es mi favorito —. Me avisó Euge mientras sacaba uno de los aparatitos del maletín —. Es la bomba, si te digo que llego al orgasmo en dos minutos ¡Te juro que no te miento!
Eugenia nos dio una clase rápida de todos y cada uno de aquellos vibradores y después Alba, de repente, sacó una prueba de embarazo de su bolso.
—No sabía cómo contarlo —. Empezó a llorar —. Estoy embarazada.
—¡Amiga, que lindo! —Dijo Julia y se acercó a abrazarla.
—¡Vamos a ser tías! —Exclamó Emilia.
—¡Felicidades hermosa! —Añadí y la abracé también.