Inefable

Capítulo 25

Narra Benjamín.

 

Había sido un día muy largo, Hugo y Samu subieron a casa después de ir a ver la carrera, se dieron una ducha y me asaltaron el armario para cambiarse de ropa. Mientras yo me duchaba, se pusieron a preparar la picada para cuando llegaran las chicas. 
Sacamos la mesa plegable y las sillas a la zona de césped del medio de la pista. Las chicas llegaron y nos saludaron pero Alai ni me miró. Nos acomodados a un lado de la mesa para poder mirar al eclipse y empezamos a comer la picada. 
Miré a La, que estaba a mi derecha con la mirada fija en el cielo. Le di un toque en el hombro y le pasé el bol de las palomitas pero evitó mirarme en todo momento.

 

—¿Qué te pasa? 
—Ni me hables… —Susurró. 
—¿Saben la leyenda del eclipse de luna? —Preguntó Alba y todos negamos solo ella sabía esas cosas —. Según la mitología griega, dos jóvenes llamados Luna y Sol se enamoraron locamente. Afrodita, muerta de envidia porque dos mortales se quieran de tal manera bajó desde el Olimpo para demostrar que ese romance no era real. Afrodita que es experta en el arte de la seducción intentó conquistar a Sol, pero él le rechazó diciéndole que aunque era hermosa su corazón era de su amada Luna. Estaba tan furiosa que mandó separarlos y así convirtió al Sol en el astro que ilumina los días y a la Luna quien nos da luz por las noches, pensando que así, al no poder juntarse nunca más, su amor se extinguirá. Pero ese amor seguía estando latente y Zeus, viendo que ambos continuaban amándose a pesar del tiempo y la distancia, interviene para que el Sol pueda, aunque sea, rozar la cara de su amada Luna y eso ocurre los días de eclipse, donde los dos se encuentran durante un corto tiempo, demostrando, así, que no existen amores imposibles.

 

Me giré para volver a mirarla y me encontré con sus ojitos vidriosos fijos en los míos. El eclipse comenzó y contemplamos aquel bonito show mientras sonaba de fondo Coldplay
Cuándo acabó el eclipse, Alba nos contó que estaba embarazada y en medio de las felicitaciones Alai se fue hacia el taller, así que la seguí.

 

—¿Te gustó el regalo? —Pregunté riendo —. Te va a ayudar a quitar tensiones. 
—Voy al baño, Benjamín. Déjame en paz —. Me contestó cuando se apoyó en el marco de la puerta del baño —. Y mis problemas no se van teniendo un orgasmo, algunos tenemos otras cosas en mente más que sexo. 
—¿Es por lo que pasó anoche? Pensaba que ya estaba todo bien, te pedí perdón. 
—Resulta que te acostaste con Daniela, una de mis compañeras de trabajo ¿La ubicás? —Se cruzó de brazos y se puso seria. 
—No es la primera vez que me acuesto con alguna de tu trabajo ¿Cuál es el problema? Además, no sé qué te dijo.
—Que se acostaron y que después no le contestaste  más ¿Y Delfina? La estás cagando y odio muchísimo que hagas esto. Vos no te ponés de novio porque te gusta tu libertad y vas de que sos sincero, pero ahora tenés algo serio con alguien y la engañas.
—La... —Reí nervioso. 
—¡Ni La ni Lo, nada Benjamín! —Me señaló con el dedo y se fue acercando —Lucas me engañó y me hizo mierda, no voy a ser amiga de un chico que hace lo mismo que me hizo mi novio. 
—Delfina no es mi novia, ella allá puede hacer lo que quiera y yo también. Los dos tenemos claro lo que hay entre nosotros. De todas formas tu compañera te mintió porque no nos acostamos... No pude.
—No la tratás como a las demás, duerme en tu casa, la trajiste con el grupo un par de veces, le hacés la comida, la cena y hasta la merienda. 
—Lo sé pero los dos tenemos claro que no somos pareja. Igualmente, fue la primera vez que intenté hacerlo con otra en bastante tiempo. No ando haciéndolo cada día. No engaño a nadie y me dí cuenta que ahora no soy capaz de acostarme con cualquiera.
—¿De verdad no pudiste?
—De verdad... —me dio vergüenza —¿Por eso estabas enojada? —Sonreí. 
—Me sentía decepcionada porque te noto diferente, cambiado... 
—Estoy cambiando, soy el que venís conociendo este tiempo, La. Este que te cae bien...

 

Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos, como si nada más existiera en este mundo más que nosotros dos. La realidad es que el día que me crucé a Daniela me dí cuenta de que sentía cosas por Delfina pero más aún por Alai.

 

—Te extraño —. Solté sin pensar —. Mi casa se ve más triste sin vos. 
—Benja... Es un poco rara está relación que estamos teniendo y yo también te extraño, pero necesito mi espacio... 
—Anoche dormí muy bien... No me suele pasar.
—Yo también... —Se empezó a rascar los brazos, lo hacía cuando se sentía nerviosa. 
—No tiene nada de malo que nos hagamos bien. 
—Lo sé, somos amigos. Nos hicimos amigos en este tiempo... Pero por más amigos que seamos, no puedo volver a tu casa. 
—Si, está bien. Te entiendo.

 

Se acercó hacia mi y se puso en puntitas de pie para poder abrazarme. La apreté con fuerza contra mi pecho y me dio un beso en la mejilla. Te quiero, te quiero, te quiero... Repetí en mi cabeza mientras me impregnaba de su hermoso olor.

 

—No sé qué sería de mí sin vos —. Me dijo mirándome a los ojos cuando se alejó un poco —Gracias, la verdad que te quiero mucho... Mucho —. Volvió a abrazarme. 
—Yo también te quiero —. Respondí mientras seguía abrazándola con fuerza.

 

Sabía que estaba mal pero la necesitaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.