Inefable

Capítulo 26

Narra Alai.

 

Me senté en la mesa más alejada del restaurante y me quedé esperando a que mi madre llegara. Después de su carta, había pensando mucho en sus palabras, y necesitaba recuperar lo que quedaba de mi familia o al menos intentarlo.

 

—Me pone muy feliz que me hayas llamado —. Me dijo con una sonrisa y se sentó enfrente de mí —¿Qué querés saber? 
—No estoy segura… 
—Creo que en la carta ya te expliqué todo pero me queda pedirte perdón porque más allá de la relación con tu padre, hice las cosas mal como mamá. Dejé que te alejes… dejé que pienses cosas que no eran verdad y no fui sincera. Sé que será difícil recomponer la relación pero espero que ahora que sabés la verdad, puedas perdonarme y volver a empezar. Quise mucho a tu padre, fue mi gran amor… —Empezó a llorar —. Pero el amor no siempre es eterno, las relaciones fracasan y por más que intentes recomponer el vínculo cuando se acabó… no hay nada que hacer. Uno se mete en la cabeza que puede conseguir volver a pegar las piezas rotas de aquel jarrón que se cayó y se partió en mil pedazos pero nunca va a quedar igual que antes. El amor es muy frágil cariño, hay que cuidarlo todos los días, no te creas esa absurda idea de que el amor lo puede todo. Cuando un amor no es para vos te tenés que ir y buscar en otro lado, cuando ese amor que antes te llenaba de alegría se convierte en lágrimas de dolor, tenés que irte de ahí y buscar otro amor que vuelva a hacerte feliz. No se perdona todo por amor ni se supera todo por amor. El amor es lindo, sano, mágico… Todo lo demás, no es amor.

 

Aquellas palabras eran un baldazo de agua fría para mí y la situación que estaba viviendo estos últimos años.

 

—Ojalá hubieras estado para decirme esto cuando Lucas me engañó —. Suspiré y dejé escapar unas lágrimas.
—¿Te engañó? 
—En un viaje con amigos… Después intentamos arreglarlo pero ya nada era igual, me iba a pedir casamiento en el viaje que íbamos a hacer a Italia pero tuvo el accidente y yo, aunque suene horrible, cuando vi ese anillo supe que se había terminando. Ahí me di cuenta de que si hubiera llegado a pedírmelo le habría dicho que no… Me odio porque está en coma y yo pienso que ya no lo amo y que nuestra relación murió hace tiempo. 
—No te sientas mal, tus sentimientos no tienen nada que ver con su situación actual. 
—Desearía que despierte y poder hablar con él. Decirle lo que pienso y ver si él también ve las cosas como yo… 
—Te iba a pedir matrimonio, así que no creo que piense como vos. 
—Pero creo que era un absurdo intento de recuperar lo nuestro… No sé. 
—No pasa nada si ya no lo amás, no te sientas mal. 
—No sé qué hacer… Siento que no quiero dejar de decir que soy su novia porque sería algo horrible pero tampoco quiero seguir diciendo que soy novia ¿Se entiende? —Suspiré.

 

Después de comer y seguir hablando sobre mis sentimientos, nos dimos un fuerte abrazo para despedirnos y acabamos llorando las dos. 
Me sentía mejor y aliviada después de esa charla pero también culpable. 
Fui a casa de Alba para nuestra sesión de yoga, pero como siempre, dejábamos el video reproduciéndose mientras tomamos mates y hablábamos.

 

—Es muy raro estar de novia —. Dijo Eugenia mientras le pintaba las uñas a Alba —. Y más cuando me tocó la mina más celosa del planeta ¡Qué mal le han hecho los hombres a mi Ori! —Exclamó molesta y suspiró —. Es una mujer hermosa y se siente como si fuera un cero a la izquierda, se ve poca cosa… Me pone muy triste. 
—Es que vos también tenés un historial, querida… —Reí y me levanté a calentar más agua —. Estuviste casi con tantas mujeres como Benjamín ¡Y eso no es precisamente poco! 
—Pero ahora estoy conociendo a Ori y me gusta mucho… Quiero hacerle una cena o algo lindo. 
—Al final sos una romántica —. Le dijo Julia. 
—Soy muchas cosas  —. Contestó con una amplia sonrisa.

 

Mi teléfono empezó a sonar, era un mensaje de Benjamín.

 

Benja: Te necesito… hoy estoy triste ¿Play y cerveza en mi casa? 
Alai: En un rato estoy por ahí.

 

Fui a casa, me di una ducha y me cambié. Después, metí ropa interior y un pijama en mi bolso porque sabía que me quedaría a dormir en su casa, las noches que jugábamos a videojuegos se hacían eternas. Mientras me maquillaba un poco me quedé tildada mirándome en el espejo.

 

—¿Qué estás haciendo, Alai? Te estás arreglando para ir a casa del mejor amigo de tu novio para pasar la noche con él tomando cerveza ¿Qué te pasa?

 

Quería convencerme de que nada malo había en ello pero me fui de casa sintiendo que estaba tomando decisiones que cambiarían mi vida por completo.

 

Narra Benjamín.

 

Sabía que estaba haciendo las cosas mal y que era imposible olvidarme de Alai si pasaba tiempo con ella pero cuando estaba triste y todo se volvía negro, era la única a la que quería tener a mi lado. 
Cuando entró por la puerta se lanzó a mis brazos, después acarició mi mejilla y dejé escapar una lágrima en el momento en el que se alejó para mirarme a los ojos.

 

—Hoy estuve en el hospital y fue duro… —Le confesé mientras ella no dejaba de acariciar mi pelo —. Le hablo como si pudiera escucharme, le digo las cosas que me pasan, lo que siento… le pido perdón porque siento que le estoy fallando pero él no me escucha y sino se despierta no voy a poder decírselo en la cara. 
—¿Por qué decís que le estás fallando? 
—Nada… es una forma de hablar. Quiero que despierte Alai… Necesito que despierte y acabar con este dolor —. Empecé a llorar con fuerza y apoyé mi cabeza en su hombro.

 

Acabamos en el sofá, yo tumbado y ella un poco apoyada encima de mi, abrazados, contándonos que dormíamos mal, que teníamos pesadillas, que las cosas que antes nos hacían felices ahora nos costaba hacerlas y llorando, llorando sin parar… Porque era difícil llorar con otros y hablar del tema pero tan fácil caer en los brazos del otro y sentirse aliviados para expresar los sentimientos.




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