Narra Alai.
No puedo hacer una vida normal mientras Lucas siga en esa cama de hospital. Siento que todavía tengo que comportarme como si fuera la novia y no puedo hacer nada que demuestre que, para mí, ya no lo soy. Tengo miedo de cómo se lo puedan tomar todos, su familia, nuestros amigos… Tengo miedo de que no me entiendan, de que no se puedan poner en mi lugar, que no puedan comprender cómo me siento y que me juzguen. Lo quiero y no pienso moverme de su lado pero ya no soy su novia, no quiero llevar esa etiqueta… aunque sé qué dejar a una persona que está en coma y no tiene opción de saber lo que ocurre, no debe ser de muy buena persona. Tal vez, soy una persona horrible.
Cuando llego a la habitación está vacía, los rayos del sol entran fuertemente por la ventana así que me acerco a bajar un poco la persiana para que no moleste tanta luz. Acerco la silla hacia su cama, me siento y agarro su mano.
—Hola Lucas, quiero que sepas que en estos dos meses pasaron muchas cosas. Tengo muchas ganas de que te despiertes, de qué te recuperes al cien por cien y de qué podamos hablar de todo lo que pasó entre nosotros. Te quiero, pero me estoy empezando a querer un poco a mí misma, algo que hacía tiempo había dejado de hacer. Me gustaría poder decirte que, de corazón, intenté todo para volver a amarte cómo te amé al principio y para volver a sentirme igual de feliz que antes. Lamento mucho no haber podido —. Hice silencio unos segundos y tomé aire para no empezar a llorar —. A lo mejor esto que estoy haciendo es horrible pero vos no te despertás y tengo miedo de que te vayas sin que sepas cómo me siento. No te pienso dejar solo, voy a estar al lado tuyo en todo momento, voy a seguir acá sentada todos los días esperando que abras los ojos, que me mires y que por fin se acabe esta pesadilla para todos. Te quiero mucho, por favor no pienses que no es así. Ojalá te despiertes… —Apoyé mi cabeza sobre la palma de su mano —. Te extraño… Volvé.
Golpearon la puerta y me giré para ver quien era.
—Disculpame ¿Eres Alai? —me preguntó una chica.
—Si —me puse en pie —¿Quien sos?
—Soy Blanca —me tendió su mano pero no hice lo mismo porque estaba segura de que la había reconocido —Conocí a Lucas hace un tiempo, en Las Vegas... No sé si has escuchado hablar de mi.
—Si, sé perfectamente quien sos ¿Y tu marido? —pregunté molesta.
—Me divorcie a los tres meses de la boda —Sonrió incómoda.
—No me sorprende...
—Perdón que haya venido pero yo hablaba con Lucas de vez en cuando y como hacía mucho que no me respondía... Intenté contactar con sus amigos. Samu me contó lo que había pasado y bueno, decidí venir. Tengo familia aquí y me debían vacaciones.
—¿Se volvieron a ver desde lo que pasó en Las Vegas?
—Solo dos veces más, pero no pasó nunca más nada entre nosotros, de verdad. Él estaba muy arrepentido de lo que pasó entre nosotros. Éramos amigos, nada más.
—Encima me ocultó que te hablaba y que te vio... Y yo me siento culpable —me llevé las manos a la cabeza —No deberías estar acá. En cualquier momento llegan los padres de Lucas.
—Siento mucho haber sido parte de tu dolor... De verdad.
—No necesito tus disculpas. No nos debemos nada.
—¿Blanca? —apareció Benja en la puerta.
—¡Benjamín! —sonrió y se lanzó a darle un abrazo —Lo siento tanto...
—Eh —me miró incómodo y volvió a mirarla a ella —¿Qué hacés acá?
—¿Sabías que Blanquita y Lucas siguieron en contacto? —le pregunté molesta —¡Ah y que se vieron dos veces a escondidas!
—No sabía.
—Pero no hicimos nada... —le dijo ella.
—Me voy, no quiero seguir acá —me fui hasta la puerta —Que se vaya antes de que lleguen María y Roberto —le pedí a Benjamín.
—Alai —agarró mi brazo cuando salió detrás de mi —¿Como estás?
—No lo sé —contesté de manera sincera —Tiene diez minutos antes de que lleguen —me solté y me fui.
Volví a casa para seguir editando el libro nuevo pero apenas pude corregir tres páginas. No sabía cómo sentirme respecto a lo que acababa de pasar... Me había ocultado que hablaba con ella, era como mentirme otra vez. Aunque no hubiera pasado nada entre ellos... Otra vez había traicionado mi confianza.
Agarré mi bolso y me fui a ver a las chicas.
—Es que si te lo contaba no le ibas a dejar que se hable con ella —dijo Eugenia.
—¡Obviamente! —soltó Alba —No es una amiga es una mujer con la que le fue infiel ¿Estamos locos?
—No puedo creer que tenga la cara de presentarse en el hospital... —añadió Julia.
—¿Le crees que no pasó nada cuando se vieron? —Me preguntó Emilia.
—Supongo que si, ella tampoco tendría motivos para mentirme sobre eso ¿No?
—No sé —dijo Eugenia —¿Tenés el teléfono de Lucas?
—Si, está en el cajón de su mesa de luz, en su casa.
—Deberías verlo —me aconsejó.
—¿Vos le estás diciendo que le revise el teléfono? —preguntó Alba —No estabas nada de acuerdo cuando lo hizo la última vez.
—Esto es distinto... No puede estar sufriendo pensando que está llorando por un mentiroso e infiel.
—Yo también pienso que deberías mirarlo —dijo Emilia.
—¿Voy a ser la única que no esté de acuerdo? —preguntó Julia y nos miró una por una —Es su intimidad Alai, no sabés si se puede despertar... Además ¿Te crees que vas a encontrar algo? Seguro que en su momento borraba todo, como mucho tendrás los mensajes que ella le mandó este tiempo. Para mi, no deberías leer nada de eso.
—La verdad que no sé si quiero saber... Voy a creerle a ella y aunque no quiera verle la cara, si es verdad que llevaban todo este tiempo hablando, tiene derecho a estar acá también. Cuando despierte, si lo hace, ya me dará las explicaciones que sean necesarias...
—¿Y sino despierta? —preguntó Euge.
—Viviré con la duda eternamente pero al menos sabiendo que yo si lo respeté y creo que puedo vivir con eso.
Cuando volví a casa, Benjamín estaba en mi puerta, apoyado en "Julieta", su amada moto, y fumando un cigarrillo.