Inefable

Capítulo 34

Narra Benjamín.

 

Me desperté con dolor de cabeza. Dormía muy mal por culpa de la cantidad de pesadillas que tenía durante la noche. Aunque últimamente bebía mucho vino anttes de dormir así que podía ser por eso también.
Me levanté de la cama, sin ganas de nada, me dí una ducha rápida y me serví una taza grande de café. El timbre sonó y me acerqué a abrir la puerta.
Delfina sonrió y se lanzó a mis brazos. Sentirla me hizo estremecer. La quería, eso estaba claro, pero había cometido un gran error que podía lastimarla y eso era algo que no me iba a perdonar jamás. La apreté muy fuerte contra mi, no quería alejarme de ella y que viera que estaba aguantando las ganas de llorar.

 

—Perdón por tardar tanto en venir —se alejó y la hice pasar, agarré su maleta y cerré la puerta.
—No te preocupes, tu carrera es importante.
—Pero vos también —sonrió y me dio un beso en los labios —la agarré de la cara para separarla de mi con delicadeza.
—Estaba por ir al hospital.
—¿Te puedo acompañar?
—No puede haber mucha gente, quédate acá, duchate, descansá y esperame. Vuelvo en dos horas. No puedo estar mucho tiempo, somos muchos.
—¿Como está?
—No camina pero al menos ya habla y parece que poco a poco se va acordando de todo.
—¿Y Alai?

 

Me dio una puntada en el estómago.

 

—Bien, está todo lo que puede con Lucas. Lo ayuda con la recuperación... Igual no hablo mucho con ella. No coincidimos demasiado.
—Antes estaban juntos todo el tiempo, no deberían perder la amistad que forjaron estos meses.
—Ya tendremos tiempo —le di un ligero beso en los labios y me fui a buscar mi moto.

 

Había pasado ya un mes desde que Lucas estaba despierto y desde ese momento tanto Alai como yo nos estábamos evitando. 
Era muy doloroso mirarnos a la cara sabiendo lo que habíamos hecho. La culpabilidad era algo que me estaba matando y hoy era mi oportunidad de sacarme de encima todo lo que venía callando.

Cuando llegué Blanca estaba ahí con ellos, se los veía alterados.

 

—¡Es muy injusto que me eches! —exclamó Blanca a Lucas mientras Alai estaba de brazos cruzados y apoyada en la pared y mirando el suelo.
—¡Injusto es que te hayas presentado acá a contar cosas de nosotros cuando yo no podía explicarme! —se quejó él.
—¡Estabas entre la vida y la muerte, Lucas!
—No tenias derecho y quiero que te vayas —le dijo él bajando el tono de voz.
—Me gustaría que hablemos a solas no con ella acá —Alai levantó la mirada.
—Yo me quise ir desde que empezó esta conversación —le contó ella.
—Pero yo quiero que sepas todo —le dijo Lucas.
—Si quisieras que sepa todo me dejarías enseñarle nuestras conversaciones, así sería libre de elegir. Con la verdad absoluta de todo. —insistió Blanca.
—Bueno, ya está bien —Alai se acercó a la cama —Hace una hora que están discutiendo y la verdad Lucas es que vos hiciste todo mal y aún así ella estuvo acá sentada desde que se enteró como estabas. Yo no tengo ganas de estar en medio de esto, ya no es mi tema. Hagan lo que quieran.
—Alai, por favor —Lucas la agarró del brazo —Necesito que entiendas que no me pasa nada con ella.
—Hola —entré porque la situación se estaba poniendo mucho más tensa —¿Todo bien?
—Todo mal —me dijo Blanca.
—No es buen momento, hermano —me miró —Tengo unos problemas acá.
—Acá tenés a dos mujeres con las que jugaste y a las que engañaste —le espetó Alai —Llevo horas esperando que me niegues alguna de todas las cosas que dice Blanca, pero está claro que ella no miente cuando habla de los sentimientos que nacieron en ustedes porque sino serias mucho más cortate. 
—Fue por todo el dolor... No era real. Fue fruto de un mal momento que estábamos atravesando... Me confundí.
—Esto es humillante... —dijo Blanca.
—Deberían hablar solos ¿Alai? —ella levantó la mirada y me puse nervioso —Deberíamos dejarlos un momento.
—Hola chicos —aparecieron Maria y Roberto con unos cafés —¿Todo bien? —preguntó Maria.
—Que te explique tu hijo, ya va siendo hora que se haga cargo de las cosas que pasan —contestó Alai, agarró su bolso y salió sin mirarme.
—¿Qué le hiciste? —le preguntó Roberto a su hijo.
—Blanca deberías irte —la miró —Voy a contarles la verdad y no creo que quieras estar.
—Quiero quedarme, quiero ver cuál es tu verdad sobre lo que pasó entre nosotros.
—Blanca y yo nos acostamos, es la chica con la que fui infiel a Alai en Las Vegas.
—Lucas, por favor... —María se sentó.
—Pobre Alai... Esta chica estuvo acá metida meses —añadió Roberto. —Pensamos que era amiga del gimnasio.
—No fui solo un polvo de una noche. —les contó —Seguimos hablando y creí que me quería pero veo que no. Que fui una idiota y que él es un mentiroso —empezó a llorar y miró a Lucas —Creí que me querías —repitió pero sin quitarle la mirada de encima.
—Quiero a Alai y quería arreglar las cosas con ella... Te conté que le iba a pedir casamiento.
—También me contaste que eras infeliz.
—Lo siento mucho, Blanca pero creo que mi hijo no está para estas cosas ahora mismo... Son muchas emociones —le dijo María.
—No se preocupe, ya me voy. No vale la pena —se secó las lágrimas —Espero que Alai no te dé otra oportunidad porque no la mereces —agarró su bolso y se fue.

 

Maria y Roberto se fueron a tomar los cafés fuera para que yo pudiera quedarme a hablar con él.

 

—Bueno... Te escucho —me dijo cuando me senté al lado.
—Venía a ver como estabas.
—Dale, hermano. Ahora que estoy mejor y puedo hablar todos están viniendo a decirme mil cosas... Seguro que vos también tenés algo que contarme ¡Parece que estuve en coma un año con todo lo que pasó!

 

Quería decírselo porque no se merecía que le mienta.

 

—¿Como están las cosas con Alai? 
—No me deja solo ni un momento, me ayuda con la recuperación... Pero no me ama, lo sé. Aunque estoy evitando tener la conversación sobre nosotros. Cada vez que intenta sacar el tema lo evito y ella, bueno, pobre... Lo acepta y sigue dándome ánimos.
—Fue muy duro para ella darse cuenta mientras estabas en coma pero nunca te dejó solo.
—Me dio un solo beso en todo este mes y fue cuando me vino a ver después de despertar... La emoción, supongo. Después no me dejó besarla más.
—No sé hasta que punto puedo decirte las cosas que sé... Es ella la que tiene que hablarte de sus sentimientos.
—Tengo pensado que hablemos una vez me den el alta, por suerte en unos días ya puedo irme a casa y solo tendré que venir a la rehabilitación.
—Dicen los médicos que sos un caso milagroso —sonreí.
—Es una locura... —se rascó la cabeza.
—¿Sentías algo por Blanca? —pregunté porque la verdad es que la duda me mataba— Te lo tenias bien guardado.
—No lo sé, me sentía cómodo hablando con ella... Sentía que me entendía pero se me fue de las manos... Alai no se merecía todo lo que le hice pero yo también lo estaba pasando mal y era imposible hablar entre nosotros sin discutir.
—Tenés amigos... —le recordé.
—A ninguno le pareció bien lo de Blanca... Como para contar algo. 
—Te tengo que contar algo —solté sin más vueltas y lo miré directamente a los ojos —Siempre fui sincero con vos y quiero que lo sepas por mi... Es sobre Alai y sobre mi.
—Hablá.




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