Cuando despertó la ciudad estaba desierta, café, demasiado tenebrosa, el aire hace que su cabello se mueva en varias direcciones no se escucha ni un solo sonido.
Parece no haber vida en el lugar, se pone de pie mientras trata de fijar la mirada hacia el edificio frente a ella las ventanas están rotas, seguro por el viento tan fuerte que ataca a la ciudad.
Da la vuelta en una esquina y ve a lo lejos, en un contenedor de basura un señor batiendo en ella.
Ella corre mientras el aire azota en su cara, haciéndola cerrar los ojos. Llega al contenedor y se da cuenta de que ya no hay nadie.
Comienza a caminar hacia la nada, todo es color café, los árboles, los edificios, los viejos autos, pareciera que ve una foto antigua de su abuelo.
No sabe en qué dirección ir, solo camina por si encuentra alguna señal de vida en esta ciudad.
Mete las manos a su suéter para tratar de proteger sus manos del viento helado que la rodea. Pareciera que es un otoño, pero un otoño triste de aquellos que no dan ganas de que lleguen, de esos solitarios.
El callejón está desierto, su desconcierto hace que se quede muda por unos segundos, tratando de recordar la figura de aquel hombre, era un hombre con trapos viejos y cafés, su cara no la vio porque el señor estaba de espaldas hacia ella.
Cuando se gira se da cuenta de que el señor que ella vio está detrás de ella, observándola, un grito sale de ella, el susto fue tremendo, ella no observó cuando llegó.
Dos ideas pasan por su mente, la primera es correr y esconderse, la segunda es quedarse a preguntar.
Después de varios segundos que el señor con ropas viejas la miraba, se decidió por la segunda, ella necesita saber qué está haciendo ahí y el por qué.
El señor solo la mira a los ojos.
—Se.., señor ¿En dónde estoy?
Lo mira con algo de miedo, no sabe si puede ser peligroso, algo en la mirada del señor, hace que le cause cierta confianza, no del todo.
—¿No me recuerdas querida?
La mira a los ojos mientras la chica se mueve con cierta, pero poca desconfianza.
—No, no, pero solo necesito que me diga en dónde estoy y como salir de este lugar, no me agrada.
El señor hizo una sonrisa pequeña y dio un suspiro.
—Tú deberías de saberlo querida, estamos aquí, porque así tú lo decidiste, y tú decides cómo y cuándo salir.
Ella lo juzga y hace una cara de incrédula.
—Pero, no señor, está equivocado, ni siquiera sé que lugar es este, se parece a mi vieja ciudad, pero más fría y sola.
El señor apunta hacia atrás de ella, ella se gira y no ve nada más que la pared, frunce el seño en confusión.
—¿Qué se supone que debo de ver?
Se gira y se da cuenta de que el señor desapareció.
Comienza a caminar, buscando con la mirada al señor, el final del callejón llega y el señor no está.
Mira extrañada al callejón, no hay ni una sola señal de vida, justo como cuando despertó.
Sigue el camino mirando hacia todas partes tratando de ver a el señor, y pensando en lo que le dijo. No puede ser que ella haya decidido estar en ese lugar, ni cómo salir, ni siquiera recuerda algo antes de esto.
El aire es igual de fuerte, sus cabellos castaños le tapan la vista mientras intenta ver hacia donde ir.
Encuentra una vieja banca negra y se sienta en ella, el lugar parece un parque abandonado, a los árboles se les caen las hojas, hojas rojizas, cafés y amarillas adornando el piso.
Mientras veía eso, se dio cuenta que por buscar una salida, no se había dado cuenta de lo bonita y funesta que es la ciudad.
Se tomó unos segundos para respirar y descansar un poco.
Ella sintió corta su caminata, pero por ir tan metida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que sí caminó buen pedazo.
Las ideas sobre en donde se puede esconder un señor con ropa vieja en una ciudad como ésta, no son muy claras.
¿Por qué huyó? ¿Por qué me dijo esas cosas de las que no tengo idea? ¿Quién es y porque está también aquí conmigo? ¿Me conoce? ¿De dónde? ¿Cómo y por qué me preguntó si lo recordaba?
Esas son preguntas lógicas en un momento cómo éste.
Necesito las repuestas pero ¿Cómo?
El cielo empieza a oscurecer, el lugar menos tenebroso es un edificio frente aquí que parece de negocios, viejo y abandonado de azulejo viejo y maltratado.
Camina hacia el con las manos en las bolsas de su abrigo.
Cuando llega al edificio ve una puerta giratoria rota pasa a través de ella, observando como el recibidor está viejo y solo.
Pareciera que todos olvidaron este lugar, como si no tuviera importancia, como si nadie lo quisiese.
El viejo elevador se ve que no funciona tan solo por su apariencia, camina hacia una vieja puerta verde, la abre y observa unas escaleras viejas, comienza a caminar por ellas en lo oscuro, hasta que llega al primer piso, en él hay pequeños cubículos, llenos de polvo, nada maltratados a diferencia de la puerta giratoria.
Camina hacia una de las oficinas que ve más grandes, seguro tendrá que dormir aquí, se recuesta sobre el viejo escritorio sin importarle el polvo y se queda dormida profundamente, sin preocuparse de nada, se pierde en su propia mente, hasta que escucha sonidos de pasos, cuando abre los ojos, observa que todo es más claro, el miedo la invade, alguien está en el edificio y puede sentirlo.
Camina hacia el sonido, con miedo de ver a alguien malo, pero con algo de esperanza de por fin encontrar a alguien cuerdo que la pueda ayudar.
Camina hacia lo que parece un baño, en el lugar está alguien de espaldas con un viejo traje azul. Se ve que es un hombre con el cabello blanco.
—Disculpe, señor, ¿podría decirme en donde estoy? Estoy perdida, necesito regresar a algún lugar, no sé a donde, pero necesito salir de aquí.
El señor se gira, y la observa de abajo hacia arriba.
—No lo sé señorita, yo solo trabajo aquí arreglando este sucio baño, tampoco tengo idea del por qué pero necesito arreglarlo, tal vez usted sea la indicada de decirme de como se hacen las cosas aquí y por qué siempre tengo que arreglar esto ¿Qué piensas sobre los inodoros? ¿No crees que son lindos?
La chica mira raro hacia el señor, tiene un cierto parecido a el viejo de la ropa vieja,
¿Será qué...?, no puede ser, éste sí está chiflado, pero necesito respuestas.
—Señor no sé si los inodoros son lindos o no, solo necesito que me diga qué hago
aquí y por qué.