Inefable, lo que creíamos perdido

3. Acosadora

El resto de la semana transcurre con un poco más de lo mismo. Las personas siguen viéndome cada vez que paso a su lado y este día comparto la última clase nuevamente con los chicos. Quiénes me doy cuenta, son algo así como los frikis deseados y odiados de la Academia. No son los más populares de todos, de hecho, me he dado cuenta que hay muchos que los miran con desprecio ―Cosa que aún no entiendo, pero me apunto mentalmente por averiguar―aun así no se puede negar que cada hormona femenina del lugar e incluso algunas masculinas, se mueren por algo de atención por parte de los especímenes.

Derek no ha dejado de tirar de mi cabello en toda la semana en las pocas materias que vemos juntos; me he sorprendido enormemente al descubrir que el idiota se encuentra estudiando Literatura y Periodismo, razón por la cual vemos juntos algunas clases de fotografía aunque él esté un semestre más adelantado, y además igual que yo ha agregado muchas clases de Arte en su horario. Nataniel, ―quien me ha pedido que lo llame Nate, pues de la otra manera se siente como su padre― si se encuentra estudiando Arte y al igual que Luke quien solo inclinó por el deporte ― y una que otra materia de arte o escritura para estar con sus amigos― hace parte del equipo de Basquetbol de la Academia.  Mei si cursa el mismo semestre que yo, y para mi total sorpresa estudia tanto Danza como Arte y tiene una infinidad de materias de todo tipo agregadas en el horario. Pero supongo que eso no debería sorprenderme luego de haber descubierto que es la hija de los dueños de la escuela.

Lo cual me explicó, es la razón por las que todo el mundo suele verla tan mal, aunque sinceramente sus palabras no me terminaron de convencer.

Cuando la jornada termina salgo del salón hacia mi casillero a recoger los libros que he guardado antes y es en ese momento, cuando me doy cuenta que acabo de tener un buen día o más bien una buena semana. Nunca pensé que luego de lo que pasó, podría tener normalidad.

Una mano en mi hombro y una voz dulce hace que me gire.

― ¿Vienes? ―Los ojos cafés de Mei me observan curiosos.

Ella es muy agradable, y bastante inteligente, lo demostró con creces en la clase de introducción al arte contemporáneo. No logré cerrar la boca en las dos horas que duró la asignatura, mientras Mei mantuvo un debate acalorado con el profesor sobre la influencia del marxismo y el anarquismo en dicha época.

―Claro ―contesto y me sorprendo incluso a mí misma de la naturalidad de mi respuesta.

Mei amplía su sonrisa y da una palmada en el aire. Tiene una energía desbordante que logra contagiar a los demás. Le doy una sonrisa cerrando la tapa de mi casillero y siguiéndola hacia las puertas de la Academia. La chica tiene una habilidad única para decir más de cien palabras por segundo. En lo que llevamos caminando hacia la puerta ―que no son ni cinco minutos― me ha contado que estaba de vacaciones en Europa, que está saliendo con Nataniel desde hace casi un año, que la chica de la cafetería era, como yo ya lo suponía, una perra y que estudia danza con ella.

Yo me he limitado a ir asintiendo a todo lo que dice ya que seguirle el ritmo es imposible.

Una vez fuera, empiezo a caminar hacia donde se encuentra mi coche con Mei aún a mi lado.

―Bueno, ha sido divertido ―le digo a modo de despedida, mientras abro la puerta del conductor.

― ¿Qué haces? ―indaga la chica frunciendo el ceño.

―Eh… ¿Me despido?

Mei Leing sonríe y niega con la cabeza.

―No te irás a tu casa Gabriel, dijiste que vendrías ¿No creerías que hablaba del coche o sí?

Absolutamente creía que hablaba del coche. Nunca hablamos de quedar para hacer algo después de clases, no tendría como imaginarme lo que sus palabras suponían.

―La verdad… sí.

Antes que la asiática pueda contestar, tres figuras hacen su aparición y empiezan a caminar directo hacia donde nosotras estamos. Un mal presentimiento se instala en mi estomago al verlos o tal vez son solo nervios. Doy una mirada a Mei a mi lado y la encuentro con los ojos fijos en su novio, luego, como si sintiera mi mirada sobre ella, voltea a verme y me hace un guiño.

Esto no me gusta nada.

―Bueno, bueno, pero si es nada más y nada menos que mi bella acosadora ―dice Derek llegando hasta mi lado.

―Realmente tienes que trabajar en tu ego ―le contesto ya cansándome de lo mismo. Pero sin pasar por alto el hecho que me hizo un cumplido, lo que hace que mis mejillas ardan sin autorización.

Luke me da una gran sonrisa de esas que asustan y estira su palma abierta en mi dirección. Este chico es como un niño de cinco años en un cuerpo adulto. ¿Y quién puede decirle que no a un niño? Estiro mi mano y choco los cinco con él. Es como la versión masculina e infantil de Mei Leing. Pura energía.

Un pequeño jalón en mi cabello me hace girarme, y me encuentro con los hermosos ojos azules de Derek, que se acerca a mí acortando el espacio entre nosotros y solo puedo preguntarme ¿Por qué no me estoy alejando?

Siento su aliento rozar débilmente mi mejilla cuando habla.

―Espero que hayas traído tu cámara Gabe, esto te va a encantar.

Inclino mi rostro para mirarlo y mis ojos se topan con los suyos, verde contra azul. Puedo notar las motitas de grises tiñendo su iris y lo impresionantes que son sus ojos desde esta distancia; es ahí cuando noto lo cerca que estamos, y la forma en que dijo mi nombre… Retrocedo. Doy un paso atrás y me giro encontrando tres pares de ojos observando. Mei Leing me da una sonrisa divertida y Luke me hace un guiño, el único lo suficientemente decente para fingir que no vio eso, es Nate; yo estoy bastante segura que a estas alturas ya no puedo sentirme más avergonzada.




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