Inefable, lo que creíamos perdido

7. Ni siquiera le agrado

Cuando llegué al pueblo y tuve mi primer día de clases, pensé que sería un momento incómodo. Sin embargo, soportable, lo vi como cuando se tiene una curita, es mejor arrancarla de tajo y así duele menos. Pensé que ya la había arrancado, pero ahora llevo veinte minutos dentro de mi auto, en el estacionamiento de la Academia y siento que tengo el cuerpo lleno de curitas esperando a ser arrancadas. Puedo hacerme una idea de cómo todos me van a estar observando; mi esperanza es que el fin de semana haya pasado algo más emocionante… malditos chismosos ¿por qué no se compran una vida propia?

Tomando una respiración profunda dejo caer mi cabeza sobre el volante y cierro los ojos. Los recuerdos de la visita de Derek aparecen de inmediato, es que no he podido pensar en otra cosa que no sea él invadiendo mi espacio personal o él trepando en mi balcón en la noche porque me escuchó gritar o en él…

Un sonido en la ventana del auto me hace levantar la cabeza, y justo como si se hubiera materializado fuera de mis pensamientos está el estúpido de lindos globos oculares viéndome divertido, junto a él, se encuentra pelos en punta quien como cosa rara tiene una gran sonrisa en su rostro.

―¿Piensas bajarte del auto en algún momento? ―No paso por alto el tono burlón con el que me habla Derek.

Pero antes que pueda lanzar algún insulto, la puerta del auto se abre y Luke empuja a Derek fuera de mi campo de visión. Pelos en punta tiende una mano en mi dirección y amplía su sonrisa —si es que eso es siquiera posible—

―Hermosa, tu escolta ha llegado. ―Este chico logra sacarle una sonrisa al mismísimo diablo. Por el rabillo del ojo puedo ver la expresión de molestia de Derek, lo que hace que mi sonrisa sea más grande.

Acepto la mano extendida de Luke y salgo del auto. El chico me abraza de los hombros y avanzamos de esa forma junto a un enfurruñado Derek hacia las puertas de la Academia. Apenas ponemos un pie dentro todo el mundo se nos queda viendo, o más específicamente me miran a mí. Lo que no sé, es si me ven por lo del periódico, o por ir abrazada de Luke, ya he notado que las personas de aquí parecen sentir un amor-odio por los chicos y Mei; aunque no me han dicho nada al respecto estoy empezando a hacerme una vaga idea del porqué y la idea no me gusta para nada. Así que me dedico a regresarles la mirada, y darles mi peor cara.

Luke me acerca más hacia él, y mira a su amigo por encima de mi hombro para luego guiñar un ojo.

―Las chicas los prefieren rubios, hermano ―comenta encogiéndose de hombros y se gana una mirada asesina del castaño y una estruendosa carcajada de parte mia.

Ambos chicos me están observando como si me hubiera crecido una segunda cabeza mientras la risa sale como una cascada de mi boca. Es una experiencia refrescante, hace mucho tiempo que no reía de verdad, y aunque fue por una estupidez, debo aceptar que se siente bien.

―¿Qué? ―digo elevando las manos al cielo, ante su reacción exagerada.

―Bueno, la verdad me alegra saber que no eres un robot ―dice Derek viéndome fijamente, mientras la esquina de su labio amenaza con inclinarse en una sonrisa―. Tienes una linda risa, acosadora.

Calor sube por mi cuello y aunque hago todo lo posible por ignorarlo me doy cuenta del momento exacto en que él lo nota por la sonrisa de suficiencia que se posa en sus labios. A mi lado Luke asiente fervientemente ante su comentario, haciéndome poner los ojos en blanco.

―Tu perdiste todo el derecho de llamarme acosadora luego de lo que hiciste anoche ―Señalo a Derek con mi dedo índice y entorno los ojos en su dirección.

Luke, abre mucho los ojos y mueve la cabeza de su amigo hacia mí.

―¿Qué hiciste anoche? ―pregunta Luke ladeando una sonrisa cómplice en sus labios, que me hace soltar un bufido.

Derek ignora la pregunta de su amigo y se encarga de mirarme fijamente a los ojos de tal manera que está empezando a ponerme de los nervios, el azul de sus ojos parece cambiar de tonalidad cada vez que lo veo, lo que hace que quiera quedar observándolo por mucho más tiempo. O sacarle una fotografía…

―Eso es entre Gabriel y yo ―contesta al fin a Luke sin apartar la mirada de mi―. ¿O no, bonita?

Un cosquilleo se instala en mi nuca, y me siento intimidada por su mirada, pero ni por asomo se lo demuestro, su ego está por el cielo, y yo no tengo intenciones de seguir elevándolo.

―Cómo tú digas Derek ―contesto antes de girarme y encaminarme con Luke hacia la clase.

Llegamos al con el tiempo justo; me apresuro a tomar mi puesto junto a Luke con vista a la ventana antes que Derek entre y reclame su silla. Pero para mí sorpresa, el susodicho pasa por mi lado con una sonrisa en los labios y se sienta en el puesto detrás mío, tal como lo ha venido haciendo desde que llegué.

Al instante entiendo el porqué de su sonrisa, un leve jalón en mi cabello me da la respuesta, intento ignorarlo pero está vez jala con más fuerza.

―¿Qué?

Derek tiene una sonrisa torcida en sus labios cuando me giro para verlo y que el diablo me lleve, pero se ve tan atractivo, con el cabello cayendo sobre su frente y ese lindo hoyuelo en su mejilla que creo empiezo a sumarme a la fila de hormonadas que se los quedan viendo.




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