Inefable, lo que creíamos perdido

13. Déjame ayudarte

Estoy empezando a creer que las reacciones que mi cuerpo tiene al contacto de la piel de Derek no tienen nada que ver con lo ocurrido con Austen. Que los estremecimientos que me recorren cuando su aliento roza mi cuello, no son causados por el miedo o los recuerdos desagradables. Por el contrario, cada toque de Derek ha despertado mis sentidos de una manera distinta a lo que ha sido en el último año. Y eso me aterra.

 

Siento su mano en mi cintura y no entiendo por qué todo mi cuerpo hace cortocircuito por él. No es como si nunca hubiese estado cerca de un chico atractivo antes, en Manhattan hay montones. Un estremecimiento hiela mi sangre cuando el recuerdo de cómo acabó mi última relación se apodera de mi mente. Definitivamente no tengo un buen ojo. 

 

Trato de tranquilizar mis respiraciones, las cuento una a una y lentamente me doy la vuelta para encarar a Derek.

 

―No soy una acosadora. ¿Cuándo vas a entenderlo? ―suelto en su dirección.

 

La sonrisa del castaño se ensancha en su rostro y su mano se mueve perezosa sobre mi abdomen hasta a apoderarse de la mía.

 

—Sí que lo eres.

 

Puedo escuchar todas las alarmas de mi mente activarse; no debo engañarme, esto no puede ser. Destrozo todo aquello que toco. Pero por primera vez en mucho tiempo me permito apagar esa voz en mi cabeza y disfrutar de la calidez de su mano sobre la mía, hace mucho tiempo que un simple roce no me hacía temblar de esta forma, de hecho puedo decir que nunca nadie logró hacerlo.

 

»Creí que ya lo habíamos dejado claro ―continúa hablando, mientras me observa con una ceja inclinada.

 

En estos momentos solo puedo obligarme a poner los ojos en blanco e ignorar el golpeteo desequilibrado de mi corazón.

 

Luke llega hasta donde nos encontramos todos, su sonrisa fácil en los labios y su andar despreocupado. Está trayendo en las manos vasos rojos de plástico con lo que deduzco debe ser alcohol. Por un microsegundo sus ojos reposan en mi mano entrelazada con la de Derek y el ceño del rubio se frunce al instante pero desaparece tan rápido como llegó. Tanto así, que incluso estoy pensando si lo pude haber imaginado. Pero entonces Derek me suelta y eso es confirmación suficiente.

 

―¿Están todos listos? ―La voz de Nate es firme cuando habla, pasea sus ojos por todos nosotros hasta terminar mirando fijamente a Mei.

Ellos dos tendrán la parte más importante de todo esto. Se supone que deben fingir una gran pelea durante la fiesta pero no lo harán delante de toda la gente, debe verse natural así que se apartaran un poco para quedar a ojos de pocos curiosos y así, nosotros podamos estar atentos a quien los ve. Pues el periódico siempre da confirmación visual, o sea que tendrán que sacar una foto de la pelea.

 

Gracias a que Nate es el capitán del equipo de baloncesto, cualquier movimiento suyo está en la mira de todos, él a diferencia del resto hace parte de ese séquito que el mundo llama populares, aunque pueda que su relación con Mei le haya hecho ganarse miradas de desagrado, sigue siendo igual de admirado que todos los deportistas de la universidad. Si el anónimo realmente está aquí, va estar detrás de esa pelea y conseguirá una foto.

 

Puede que el plan suene descabellado e inestable, pero es lo único que tenemos. Y a estas alturas ya estoy desesperada. Mei Leing se pone de puntillas y deposita un beso en los labios de su novio. El rostro completo de Nate parece haberse iluminado como un árbol de navidad.

 

―Lista ―murmura la asiática aún a centímetros de los labios de Nate.

 

―Bueno, ¿qué tal si se separan un poco por allí,eh?  la temperatura ha subido a su alrededor  ―Luke se está ventilando el rostro y separando su camisa del cuerpo para darse fresco.

 

A mi lado escucho la risa baja de Derek y por primera vez, veo el rostro de Mei totalmente sonrojado. Pero Nate parece un niño después de noche buena. La sonrisa que lleva en la boca ahora mismo no se la quita nadie. Y eso me hace pensar en lo lindo que debe ser tener algo como lo que tienen ellos. Parecen enfrentar el mundo sin importar la opinión de nadie más que la suya. Son tan diferente pero a la vez tan iguales. Se complementan.

 

Atravesamos todo el bullicio de gente hasta lograr instalarnos en una mesa más o menos cerca a la fogata para poder ver mejor a todas las personas. Pasamos muy cerca de donde el entrenador se encontraba y los chicos hicieron una parada para saludar tanto a él como a sus compañeros de equipo. Las mujeres del lugar no han dejado de ver en dirección a Derek y Luke y no han parado de lanzar miradas atrevidas. A mí, me ataca un instinto asesino y quiero arrancarles los ojos a todas.

 

Sobra decir que Derek no ha vuelto a tocar mi mano. Y me confunde el hecho de encontrarme deseando que lo haga.

 

Una castaña de piel morena se está acercando a dónde nos encontramos, parece un depredador a punto de cazar a su presa. Sus piernas son largas y bronceadas y sus pestañas se abanican con tanta fuerza que me marea solo verla.

 

―¿Tendrían espacio para dos más? ―pregunta la chica señalando a una rubia a sus espaldas.

 

No consigo  disimular el desagrado que se plasma en mi rostro. Estás son las mismas chicas que dentro de la Academia rehuyen de nosotros como si tuvieramos lepra, pero ahora con unos cuantos tragos encima parecen dispuestas a regalarse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.