Luego de haber hablado con mi padre no pude dejar de darle vueltas a todo lo que me ha estado pasando desde que llegué a este pueblo. Los anuncios en el periódico, las notas, todo. Y se me hace casi increíble que ya haya pasado un mes desde que todo esto comenzó. La lista, antes inexistente de sospechosos, ahora mismo está conformada por quienes hace menos de un día consideraba como mis amigos:
* Mei Leing, la única que sabía lo qué había pasado con Derek.
* Nate, novio de Mei y quien sabe lo que ocurrió con Davis.
* Derek… Quien siempre ha estado demasiado cerca.
* De Luke, bueno de él no se realmente que pensar.
Mi mente no dejó de trabajar en toda la noche y ahora sufro las consecuencias del insomnio. Entre mis pensamientos corriendo en espiral, las pesadillas sacándome de los sueños y las lágrimas quemando mi garganta no conseguí dormir más de dos horas seguidas. Siento que estoy a punto de volverme loca, todo esto parece sacado de algún libro retorcido de Stephen King y debo repetirme una y otra vez que es real, que no estoy dormida, y que encontraré la manera de hacer que termine. Pero realmente no sé si pueda hacerlo. Estoy aterrada.
Mis movimientos robóticos consiguen que esté lista para ir a la Academia y mis pasos pausados no hicieron ruido sobre las escaleras cuando bajé para irme. Mi padre estaba en su despacho, su vista en la nada y colgando en su mano derecha, un pincel sin remojar. La sola visión logró ponerme la sangre helada. Se veía como quien se ha rendido, y eso solo hace que mi determinación por encontrar al causante de esto sea mayor.
No retengo el tiempo que demoro en subir al auto y manejar hasta el campus, así como tampoco en qué momento caminé hasta el aula y me senté en mi asiento de siempre, parece que alguien ha activado un botón de automático y mi cuerpo hubiese tomado las riendas sin hacer consulta de mi cerebro.
Poco a poco comencé a ser consciente de la gente a mi alrededor y por primera vez en el día logré sentir una emoción: ansiedad. La certeza de tener que enfrentarme a todos los ahora "sospechosos" me golpea tan fuerte que creo que estoy por tener un ataque de pánico. Mi respiración es acelerada, un dolor constante en mi pecho y el sudor en mis manos va en incremento cuando noto la negra cabellera de Mei atravesando el salón de la mano de Nate.
La bilis amenaza con subir por mi garganta y me obligo a clavar la vista en lo que ocurre afuera de la ventana, mi mente está en una plegaria eterna de que no se acerque a mí.
Ayer, mientras le daba vueltas a todo sobre mi cama, había planteado varias hipótesis sobre qué hacer cuando los viera. Primero consideré decirles la verdad, que sospecho de ellos y no los quiero cerca, pero hay que aceptar que ese sería un movimiento algo estúpido. Así que decidí actuar lo más normal posible, puedo imponer algo de distancia y respaldarme en querer estar sola, claro, pero eso no me ayudará a saber si los sospechosos son en realidad culpables. Porque, aunque esté enojada y tenga dudas, sigo sin tener pruebas y no puedo culparlos sin ellas. Y tal vez en el fondo de mi corazón quiero que sean inocentes.
―¿Gaby? ―El tono dulce y preocupado de Mei me hace saber que está junto a mí. Y logra que la piel en mi nuca se erice.
Lentamente mi rostro gira hacia ella, ojos oscuros me dan la bienvenida y siento mi cuerpo revolverse bajo su escrutinio. Por la manera en que su ceño se frunce, deduzco que debo verme realmente mal.
―Hola. ―Es todo lo que puedo articular. Al instante intento compensar la falta de palabras con una sonrisa, aunque estoy segura que parece más una mueca.
―¿Estás bien Gaby? Ayer intenté hablar contigo per…
―Quería estar sola ―la corto antes de que pueda seguir―. Lo lamento yo… Quería un momento a solas.
Emociones contradictorias se mueven por esos orbes oscuros que me observan con escrutinio, pero no dice nada, solo me da un asentimiento con la cabeza y ocupa su lugar. Cuando creo que puedo relajarme, la cabellera castaña de Derek aparece en mi campo de visión seguida por unas puntas rubias y perfectas tras él. Cada músculo de mi cuerpo se tensa. Cuando mis ojos impactan con los de Derek la rabia hace acto de presencia en mí.
Sinceramente prefiero mil veces sentirme enojada a estar tirada sobre mi dolor. Así que me concentro en esa rabia que él me despierta y me obligo a sostener su mirada por un instante que se me hace eterno antes de volver lo vista hacia la ventana. Puedo sentir mi corazón latiendo desbocado en mi pecho y cada fibra de mi cuerpo arder por las ganas de girar mi cuerpo y verlo nuevamente. Ambos chicos llegan a sus puestos, y noto el momento en que Derek toma el suyo, todo mi cuerpo parece haberse alertado con su cercanía, sin embargo no dice nada. Se sienta en silencio tras de mí sin intención alguna de interactuar. Y entonces no me comprendo en absoluto porque creo que eso me ha dolido incluso más que el hecho de pretender odiarlo. Luke por otro lado…
―Hola Gaby. ―Un beso es depositado en mi mejilla y ahora mismo no tengo la más mínima idea de cómo se supone que tengo que actuar. Luke es… Luke.
―Pelos en punta ―digo a modo de saludo, haciendo que el rubio suelte una risotada mientras se sienta a mi lado. Y una auténtica sonrisa se posa en mis labios.
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Editado: 18.05.2023