Inefable, lo que creíamos perdido

21. Cazar una rata

Nunca me he considerado una persona paciente, de hecho siempre he tenido una secreta obsesión con la puntualidad, a mi manera de ver, llegar a tiempo o no a un lugar, determina el nivel de interés que tienes por ello. Por eso ahora, llevando quince minutos esperando a Mei en el centro comercial para contarle sobre lo sucedido con Derek, estoy a punto de hacer un hueco en el suelo.

 

Ayer después de haberme ido de la casa de Derek, había llamado a la asiática para contarle todo lo sucedido, pero ella siendo como es, se negó a escucharlo por teléfono, diciendo que quería saber todos los detalles jugosos en persona y como hoy por ser el día del maestro no hubo clases, quedamos en encontrarnos en el centro comercial para comer algo y poder hablar bien, pero por lo visto alguien tiene un problema con la puntualidad.

 

No he dejado de caminar de un lado a otro esperando poder visualizarla, pero como dice mi padre "la leche nunca hervirá si la vigilas".

 

Un pequeño gemido-quejido sale de mis labios y me giro por enésima vez sobre mis pies, solo que en esta ocasión lo hago con un poco más de fuerza, chocando contra un cuerpo; puedo escuchar como algo cae al suelo.

 

―Oh, Dios disculpe fue mi… ―Las palabras mueren en mis labios al visualizar a la persona con la que he chocado―. ¿Steven.. digo, entrenador Jenkins?

 

El entrenador se ve tan sorprendido como yo cuando levanta el rostro y sus ojos grandes y claros colisionan con los míos; aunque si lo pensamos bien, esto no es ninguna casualidad. O sea, vivimos en un pueblo de cuatro mil habitantes donde hay un solo centro comercial, lo realmente extraño es que no lo haya visto antes.

 

—Gabriel, qué sorpresa verte por aquí ―dice levantando la bolsa que yo anteriormente tiré al suelo y regalándome una sonrisa.

 

En estos momentos me siento un poco aturdida, porque si bien este es un pueblo pequeño, algo debe tener para atraer o generar que los hombres sean tan, tan… sexys. Parecen mandados a hacer y el profesor no es la excepción; he tenido la vista más entretenida en River Hill's de lo que la tuve alguna vez en Manhattan y eso es mucho.

 

—Lo mismo digo profesor Jenkins, lamento haber tumbado sus compras ― intento darle una sonrisa que oculte mis nervios. No sé por qué pero él me pone algo nerviosa.

 

Él niega con la cabeza y ríe un poco, mostrando su dentadura perfecta.

 

—Puedes llamarme Steven fuera de la escuela, Gabriel. ―Eso me deja un poco impresionada. Pero teniendo en cuenta lo joven que es, tal vez de unos veinticinco, supongo que es normal.

 

—De acuerdo—Esta vez mi sonrisa es un poco más grande en el rostro.

 

El hombre sonríe satisfecho por mi respuesta y con un ademán de la mano señala mis rodillas.

 

—¿Cómo sigues de la caída? 

 

—Ya estoy bien no fue nada. —Muevo mi mano con desdén quitando importancia.

 

Él está a punto de decir algo más, cuando mi nombre es gritado desde el otro extremo del centro comercial. Mei viene corriendo a toda prisa, una sonrisa atraviesa mi rostro al verla correr para llegar a donde estoy.

 

Un carraspeo hace volver mi atención al frente y veo a Steven viendo divertido la escena.

 

—Bueno, creo que ya me voy Gabriel —dice acomodando sus bolsas en las manos—. Cuídate mucho, espero verte esta noche en el partido de iniciación del torneo.

 

—Claro que sí, tenga buen día, señ… Steven y… Feliz día del maestro. —Él deja salir una pequeña risa justo cuando Mei llega a nuestro lado y lo mira con ojos muy abiertos.

 

—Gracias Gaby. Diviértanse chicas.

 

Nada más es que Steven de la vuelta, para que Mei me sujete del brazo y empiece a caminar apresurada hacia las bancas más cercanas. Cuando llegamos, me obliga a sentarme, y se cruza de piernas en posición de indio sobre la silla mientras me observa expectante.

 

—Ahora, cuéntamelo TODO —dice sin ocultar la emoción filtrándose en su voz.

 

Observo con curiosidad cómo se inclina un poco hacia adelante esperando que comience a hablar, pero honestamente no sé qué es lo que quiere que le diga primero, si lo ocurrido con Derek o el encuentro con Steven. Sin embargo, quiero hacerla esperar un poco, al final yo llevo quince minutos esperándola a ella.

 

Me cruzo de brazos y entrecierro mis ojos hacia Mei.

 

—Llegaste quince minutos tarde Leing ¿Donde andabas?

 

Mei hace una mueca en su rostro y empieza a retorcer un mechón de cabello entre sus dedos mirando a todos lados menos a mi. Lo que hace que mi curiosidad se haga mucho más grande.

 

—Mei…

 

Mei voltea a verme con un brillo travieso en su mirada y de inmediato se que no debí preguntar.

—Estaba teniendo un momento uno a uno con mi novio, ya sabes para darle suerte  antes del partido.

 

Si. No debí haber preguntado.

 

—Ok, dejemoslo así ¿Qué quieres que te cuente primero?




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