15 horas desde el secuestro
Siento mis parpados pesados y el cuerpo rígido mientras hago el intento de abrir los ojos; me toma un esfuerzo sobrenatural conseguir alzar mis pestañas y en cuanto lo hago el miedo atenaza mi sistema cuando la negrura se hace presente. Por un momento llego a pensar que he quedado ciega, pero entonces voy acostumbrando mis ojos a la oscuridad y las sombras de lo que me rodea aparecen. No reconozco el lugar en que me encuentro y mi cabeza palpita con dolor mientras trato de recordar qué ha pasado.
Intento llevar mis manos a la zona del dolor y justo cuando muevo las manos escucho el sonido del metal arrastrando en el suelo y es ahí cuando me doy cuenta que estoy encadenada. Una cadena apresa cada una de mis muñecas hasta terminar adherida a la pared detrás de mí impidiendo que mueva los brazos con libertad. El miedo explota en mi interior al mismo tiempo en que los recuerdos de lo ocurrido después del partido impactan tan rápido como una bala a mi mente.
Recuerdo ver a Luke cayendo al suelo y recuerdo haber empezado a correr. Lo dejé atrás. Corrí hasta que no pude más, escuchaba a Steven detrás de mí riendo y diciendo locuras sobre el momento en que estuviera para él; mi estómago da un vuelco al pensar en sus palabras y muevo mis manos con fuerza tratando de soltarme de las ataduras sobre mis muñecas, pero lo único que consigo es lastimarme. Una punzada de dolor atraviesa mi cuerpo pero no dejo de hacerlo; continuo tirando de las cadenas con fuerza, sintiendo como la piel de mis muñecas amenaza con desprenderse cada vez un poco más.
Trato de pensar en las veces que hablé con Jenkins y si hubo algo que me debió alertar para saber que era él quien estaba detrás de todo esto, pero no lo encuentro. Su actuación, la preocupación, el papel de amigo, todo fue perfecto.
Una puerta que no había notado antes en la esquina de la habitación es abierta y pasos lentos y seguros resuenan en la estancia.
Me quedo paralizada en mi lugar, como si el tiempo se hubiese detenido a mi alrededor cuando escucho los pasos acercarse a mí. La persona se mueve entre las sombras con tranquilidad, como si esta fuera la situación más normal del mundo, como si yo no estuviese a unos cuantos metros de él encadenada como un animal a la maldita pared. Cuando se encuentra lo suficientemente cerca para que pueda verlo, mi cuerpo se tensiona y una rabia primitiva empieza a moverse dentro de mí al ver la sonrisa reluciente y aterradora que Steven Jenkins me está dando.
Su cabeza se inclina ligeramente hacia un lado mientras me observa con curiosidad y muy lentamente se acerca hasta finalmente acuclillarse frente a mí; estoy frente a sus ojos azules enmarcados por el cabello rubio abundante sobre ese rostro que antes me resultaba increíblemente atractivo y que ahora hace que una ola de repulsión se levante en mi interior y amenace con salir disparada por mi garganta.
Veo una de sus manos moverse hacia mi mejilla y trato de separarme de él de inmediato, no quiero que me toque, no quiero verlo ni saber qué es lo que piensa hacerme; pero la pared detrás de mí me lo impide y solo puedo ver como sus ojos absorben cada uno de mis movimientos, y sus dedos hacen un recorrido desde mi sien hasta el inicio de mi garganta.
Las lágrimas de rabia, frustración y, ¿por qué negarlo? terror, amenazan con salir de mis ojos, pero me esfuerzo por mantenerlas dentro. Llevo más de un año llorando y no ha solucionado nada. Trato de controlar mi respiración y cuando siento que no voy a vomitar levanto la mirada para fijar mis ojos sobre los suyos, una nueva ola de pánico me golpea al reconocer lo que hay en su mirada; no es rabia, ni siquiera odio, es algo mucho peor, una mezcla de locura y lujuria tiñen sus rasgos y la manera en que me mira hace erizar cada poro de mi piel; sin poder evitarlo me traslada al pasado, justo al momento en que estuve frente a una mirada muy similar a esta.
—Pensé que nunca despertarías, me tenías preocupado. —La voz suave y melodiosa de Jenkins está tan fuera de lugar con la situación, que me toma por sorpresa y hace que una risa baja y descontrolada se me escape.
Su mirada se endurece al escucharme y su mandíbula se aprieta con evidente enfado.
—¿Secuestras y encadenas a todas las personas por las que te preocupas? Vaya forma de demostrarlo —digo en un tono ácido, moviendo mi cabeza de un lado a otro con incredulidad.
Por unos segundos él no dice nada, simplemente me queda viendo con la mandíbula tensa y los ojos clavados en los míos, un cosquilleo de adrenalina empieza a despertar en mi piel, mientras pienso desesperadamente en una manera de poder salir de aquí.
—Las cadenas son simplemente por precaución —dice, volviendo al tono suave y melodioso del principio—. No pienso dejarlas por siempre.
«Por siempre», la frase hace eco en mi mente y la desesperación poco a poco empieza a ganar la partida en mi interior. Mis ojos viajan desesperados por todo el lugar, tratando de encontrar una ventana que pueda darme un indicio de donde estamos, pero no hay nada. La única luz que entra en el lugar es la que se cuela por debajo de la puerta que se encuentra en la esquina.
—No puedes tenerme aquí por siempre —digo, tratando de mostrarme segura pero mis palabras parecen más una súplica—. Van a darse cuenta que he desaparecido… mi papá, los chicos… Derek. Todos van a notar que no estoy.
Jenkins me mira fijamente, sus ojos azules taladran los míos con intensidad y por un momento puedo notar como su semblante se relaja y su mirada pierde todo el enojo para pasar a verme con algo muy parecido a la lástima. Eso solo hace que las ganas de vomitar se hagan más fuertes y miles de escenarios empiezan a formarse en mi mente.
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Editado: 12.05.2025