Inefable, lo que creíamos perdido

28. Mamá

36 horas desde el secuestro

Jenkins ingresa al fin en el sótano con ese aire impasible que ha tenido desde que me encuentro aquí. Apenas si he podido dormir algo desde la última vez que lo vi, me da miedo quedarme dormida y vulnerable en un lugar como este. Mis ojos siguen cada uno de sus movimientos, y me repito mentalmente una y otra vez qué debo fingir lo mejor que pueda si quiero salir de este lugar. Necesito conseguir sacarle algo de información. Sus pasos los siento cada vez más cerca y obligo a mi respiración a tranquilizarse, estoy haciendo todo lo posible por verme ligera y no lanzarme encima de él e intentar estrangularlo. Sus pasos se detienen y mi vista esta clavada en sus zapatos de cordones cafés que ahora se encuentran enfrente de mi. Mis ojos hacen el recorrido ascendente por su cuerpo hasta que se encuentran mirando de frente los suyos.

La mueca de dolor en mi rostro ni siquiera he tenido que fingirla, tengo las muñecas en carne viva y un dolor punzante se ha instalado en mi abdomen bajo de tanto que he estado reteniendo las ganas de ir al baño. Sus ojos parecen estar analizandome y en contra de todo lo que siento, coloco un gesto de alivio y finjo estar agradecida por su presencia, pero sin llegar a dirigirle la palabra. Eso sería demasiado, incluso para fingir.

Los segundos pasan y ninguno de los dos dice palabra alguna, aunque su mirada continua clavada en la mía hasta el punto que empiezo a creer que me ha descubierto y eso solo consigue ponerme nerviosa.

—Parece que hoy estás más calmada— Su voz parece animada cuando al fin se digna a hablarme y mi estómago se retuerce de solo oírlo.

Parpadeo un par de veces antes de asentir lentamente con la cabeza.

—Quiero escuchar lo que tienes que decir—Mantengo mi voz suave, y mi expresión sumisa— Puedo ser... buena, pero me gustaría saber.

Jenkins parece estar midiendo si mis palabras son realmente sinceras; su rostro se ha inclinado levemente hacia la izquierda y el cabello rubio sobre su frente cubre un poco sus ojos antes que con un movimiento lo haga regresar a su puesto. No tengo ni idea si me ha creído, y realmente no se que voy hacer si no lo ha hecho.

Lentamente va acortando el minúsculo espacio que nos separa y se pone en cuclillas frente a mi, una de sus manos viaja hasta mi cabello sin separar sus ojos de los míos, entonces me doy cuenta que es como una especie de prueba, quiere ver que tan ciertas son mis palabras. Aprieto los dientes un instante antes de relajar mi rostro y dejar salir un suspiro tembloroso cuando su mano roza levemente el lóbulo de mi oreja al pasar el cabello detrás. Entonces una espeluznante sonrisa surca todo su rostro y asiente una vez antes de dejarse caer sentado a mi lado.

—Esto ha estado mucho mejor, Gaby, mucho mejor—Dice, adquiriendo el mismo tono de voz que utilizaba en la academia—Creo que podría contestar algunas preguntas.

Mi corazón acelera sus latidos, y puedo sentir mis manos humedecerse debido a los nervios. Tengo que pensar muy bien qué y cómo haré mis preguntas, pero antes necesito urgentemente otra cosa.

—Podría ir un momento al baño—Digo en voz baja, haciendo una mueca de dolor— No puedo aguantar más.

Jenkins dirige su mirada a mi entrepierna y frunce levemente el ceño, sus labios se fruncen en una mueca como si se estuviera reprendiendo internamente por no haber pensado en esta situación con anterioridad; su mirada vuelve a dirigirse a mi rostro y puedo notar la cautela bailando en cada una de sus facciones. No me cree.

—No voy a caer en ese juego, Gaby— Dice y empieza a ponerse de pie, mis manos viajan de inmediato a sus brazos para evitar que se levante.

—No es un juego, de verdad necesito ir— Mi voz sale temblorosa y mi abdomen bajo se contrae un poco más en dolor recordandome que no voy a resistir mucho más— Me duele, no tienes que quitar las cadenas solo dejame ir.

Su quijada se ha apretado y temo que en realidad no vaya a dejarme ir, así que por inercia hago un poco más de presión en mi agarre sobre sus brazos y murmuro un “por favor” que me sabe amargo en los labios. Sin decir una sola palabra, Jenkins se libera de mi agarre y antes que pueda siquiera considerar suplicarle levanta las cadenas haciendo que suelte un grito de dolor porque ha maltratado mis heridas, mis ojos se llenan de lágrimas sin que pueda retenerlas y estoy a punto de echarlo todo por la borda; él por su parte no me dirige más que una mirada de soslayo antes de caminar hacia la pared detrás de mí. Mis ojos siguen sus movimientos y no paso por alto la pequeña llave que saca del bolsillo trasero de sus pantalones y utiliza para liberar las cadenas de la pared.

—Como hagas alguna estupidez te vas arrepentir ¿me entiendes?

Mi respuesta es asentir con la cabeza, no quiero decir nada que pueda hacerlo cambiar de parecer. Él empieza a caminar y con un movimiento de cabeza me hace saber que lo siga. Con mucha dificultad consigo ponerme sobre mis pies, tengo las piernas entumecidas de todo el tiempo que he permanecido sentada y el movimiento al andar hace que el escozor en mis manos vaya en incremento. Mis ojos recorren detalladamente el lugar en que me encuentro y en el momento en que la puerta es abierta mis sospechas se hacen ciertas; estoy en un sótano.

La escalera que lleva a la planta superior es de madera y me sorprende escuchar como las tablas rechinan al contacto porque nunca escuche algún sonido desde afuera. Mis ojos regresan a la puerta que estamos dejando atrás y noto como esta no es de madera, parece ser de un material mucho más resistente y de seguro está insonorizada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.