Seis meses después
Faltan cinco minutos para que las puertas sean abiertas al público. Tengo las manos sudando y el corazón latiendo desenfrenado dentro de mi pecho. Es increible todo lo que mi vida ha cambiado en los últimos meses. Papá ha vuelto a vivir en Manhattan hace apenas un mes y medio; yo he decidido quedarme y hacer mi vida, al menos de momento, en River Hills; tuve que insistirle y prometerle que le llamaría a diario hasta que al final accedió. Él también tiene derecho a continuar con su vida.
Cuando me llamó hace unas semanas para contarme que haría una presentación en Nueva York y quería que mis fotografías estuviesen exhibidas junto a sus cuadros, no podía creerlo. Al principio estuve algo renuente a participar, me asustaba pensar en la cantidad de personas que iban a juzgar mi trabajo, pero Derek insistió en que sería una gran experiencia. Como casi siempre, no se equivocó.
Nuestra relación se ha hecho más fuerte con cada día que pasa, estos últimos meses han sido para nosotros como empezar desde cero. Es como haber abierto los ojos y dado la bienvenida a una nueva vida llena de colores dejando atrás la paleta de grises. No puedo siquiera describir todo el amor que siento por él.
Tal como lo prometí he estado a su lado en cada paso que ha dado con la recuperación de su madre. Mi padre ayudó a ingresarla en uno de los mejores hospitales Psiquiátricos del país ahora que Derek tiene la mayoría de edad y puede hacerse cargo legalmente de Max. Todos lo estamos apoyando, Max es un niño increíble que se ha ganado por completo mi cariño. Al irse papá adecúe una de las habitaciones de invitados para Max y ahora ambos suelen quedarse a dormir en mi casa o yo me quedo en la suya. Los chicos también suelen unirse, a veces es Mei quien se queda durante días conmigo o lo son todos a la vez. Nos hemos convertido en una familia.
Dirijo mis ojos a las fotografías puestas en la pared detrás mi. Ahí está exhibido parte de lo que soy, de lo que amo. Siento mi corazón estrujarse dentro de mi pecho al pensar que mamá podría haber estado aquí. No pienso mentir y decir que ya he superado todo lo que pasó porque no es así. El dolor sigue estando presente, no me absorbe o me consume como antes pero esta ahí así como el anhelo de lo que pudo haber sido si las cosas no hubiesen resultado de esta manera, pero supongo que esta es la forma en que la vida es. Ella debe arrebatarnos parte de nosotros para que no encontremos a nosotros mismos al final del camino.
Los pasos de papá me hacen apartar la mirada de la pared. Mi padre tiene una sonrisa radiante en el rostro mientras me observa. Para él también ha sido duro, sé que a pesar de todo lo que había sucedido él amaba a mi madre así como yo lo hacía. Está llevando un traje entero y el cabello atado en una coleta baja en la nuca. Cuando llega hasta mí, deposita un beso en mi frente.
—¿Lista?
Dejo salir un suspiro y muevo mis hombros sacudiendome un poco los nervios antes de mirar hacia las enormes puertas dobles de la galería.
—Hagámoslo.
Papá le da un asentimiento a uno de los ayudantes de la galería y en cuestión de segundos las personas empiezan a invadir el lugar. Los nervios ya están presentes en mi cuerpo y se apoderan de mi estomago cuando veo a decenas de personas evaluando mis fotografías. No tengo idea qué pueden estár pensando al respecto. ¿Las aman? ¿Las odian? No lo se. Todo es un torbellino de sentimientos que me hacen sentir ansiosa y emocionada.
Algunas personas se acercan a mi y me preguntan sobre el trasfondo de las imágenes y mientras desnudo el alma frente a ellos y veo la manera en que consiguen sentir todo aquello que quiero transmitir el peso de mis hombros va disminuyendo. Para el final de la velada me siento mucho más liviana. Camino hasta una de las secciones dedicadas a mis fotografías y me quedo viendo una de las imágenes ahí exhibida y de inmediato el recuerdo del momento en que hice la fotografía regresa a mi mente nítido y vívido, consiguiendo que una media sonrisa se apodere de mi rostro.
Me hubiera gustado que Derek estuviera aquí, que todos los chicos estuvieran. Pero un viaje tan largo podría alterar a Max y aún nos encontramos en clases en la universidad. Observo por un minuto más la colección de fotos; un suspiro abandona mis labios mientras me dispongo a pasar a la siguiente sala, pero mis pasos son frenados por esa voz que se ha hecho tan familiar y que consigue calentar todo mi interior. Antes de tener tiempo de voltear siento un su cuerpo situarse detrás de mí, muy cerca. Cuando habla, su aliento hace cosquillas en mi nuca.
—Ahora eres oficialmente una acosadora.
La sonrisa en mi rostro se hace más grande y al girarme me topo con los ojos azules de Derek mirándome fijamente y esa sonrisa traviesa iluminando su rostro. Recorro con la mirada su cuerpo dentro del traje entero y decir que se ve divinamente sería quedarse corto. Él ríe un poco por mi falta de sutileza y pasa una mano por mi cintura para acercarme a él hasta juntar sus labios con los míos en un beso atrevido que consigue encenderme desde los pies hasta la cabeza.
—¿Y Max?— Mi voz se escucha ronca cuando me separo y eso solo hace que la sonrisa de Derek sea más grande.
—Los chicos se han quedado con él, no podía perderme tu primera exposición, acosadora.
Puedo sentir mi corazón inflarse dentro mi pecho; sin dudarlo me lanzo a sus brazos, a estas alturas no puede importarme quienes están observándonos o si es o no una reacción adecuada. Derek se ríe mientras me abraza, siento la vibración de su pecho reconfortandome desde adentro y cuando nos separamos sus ojos viajan de inmediato a las fotos frente a nosotros. Sus ojos están brillando de emoción.
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Editado: 12.05.2025