La vida transcurrió normal después de esa noche y esperábamos que las cosas se volvieran más sencillas para ambos. David y yo comenzamos una relación secreta. Consistía en vernos a escondidas y escaparnos juntos a “nuestro lugar” y pasar la noche juntos. Era lindo estar con el, es un chico muy inteligente y astuto. Nuestros momentos juntos se sentían como magia.
Tal vez parezca una locura, pero ya estábamos a punto de cumplir nuestro primer año de novios. La verdad si nos costó mucho esto, tarde mucho en decidirme si salir con el o no. Si bien me gustaba mucho, tenía miedo de todo lo que nos rodeaba. No se trataba solo de que yo fuese vampira y el humano, sino que no sabía si me sentía capaz para enfrentar a nuestras familias.
Se sentían demasiado raras las vacaciones y lo echaba de menos de una forma incomprensible. Eran nuestras primeras vacaciones de novios que pasábamos solos y no podíamos permitir que nadie supiera de nuestro romance secreto. Usamos una paloma mensajera para transportarnos cartas y de esta forma estar comunicados sin ser descubiertos.
Regresar a la escuela de vampiros fue uno de los mejores momentos, quería pasar más tiempo con David y graduarme finalmente. Quería comenzar mi vida sin esa letra marcada en mis documentos, quería finalmente ir a la universidad y estudiar una carrera. Tenía tantos sueños que hacer realidad en ese momento, solo podía pensar que todo terminara de una vez.
El tren estaba bastante vacío ese día y mi amigo se la pasó con la novia, pero yo claramente no quería hacer mal tercio. No encontré a David en el tren, al menos no en ese momento y me senté en un vagón algo deprimida. Me sentía bastante sola, siempre estaba sola en realidad, pero no era lo mismo que en ese momento.
De repente la puerta del vagón se abre y entra un David súper peinado y apuesto. Se acerca en silencio y me da un fuerte abrazo, yo le correspondí su abrazo de inmediato y el me dio un largo beso en los labios. De repente me volvió a pasar lo mismo de siempre, una extraña y suprema sed me recorrió el cuerpo. Algo en su cuerpo me estaba tentando, pero esta vez no era sed de sangre, era una sed más profunda y más íntima.
—Te extrañé mucho —susurró el en mis labios y comenzó a pasar su mano por debajo de mi ropa.
Se detuvo de repente y me abrazo. Nos quedamos abrazados el resto del viaje y cuando estábamos llegando se fue, disimuladamente para que nadie lo viera. Me fui con mi mejor amigo y su novia, esperaba poder verlo pronto, realmente lo extrañaba y definitivamente fueron muchos meses de no dormir en sus brazos.
Las horas pasaron y me dispuse a caminar por el pasillo, tenía que llegar rápidamente a la siguiente clase, pero también quería encontrar al rubio pero estaba esfumado. De pronto sentí como alguien tomaba mi brazo con brusquedad, en cuestión de segundos estaba dentro de una sala y alguien me tenía atrapada de espaldas contra la pared. Lentamente me soltó y al voltearme, lo vi, tan guapo como siempre.
—David, eres tú. Por poco me matas de un susto —el sonrío de lado. Me gusta esa sonrisa traviesa típica de el, lo hace lucir más; sexi. Es increible lo que causa la adolescencia.
—Tranquila, no quería asustarte, solo verte un rato —saco una rosa de su espalda, al verla la reconocí al instante. Es una rosa igual a la que encontramos en la nieve.
—Gracias, es bonita
Lo abracé, el me abrazó y nos separamos rápidamente. Me encaminé al pasillo y guarde la rosa en uno de mis bolsillos. Estaba nerviosa, todo esto me ponía los pelos de punta y la realidad no salía para nada de la ficción. Estaba tan sorprendida por lo mágica que era mi vida a su lado, realmente anhelaba que esto pudiera volverse algo muy largo.
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El mundo sobresalió de mis ojos otra vez, estaba en otro lugar, ¿qué fue eso? Creo que fue un recuerdo o un sueño amargo. Por un momento todo lo vivido se me vino a la mente. ¿Estaré muriendo o agonizando? La respuesta era demasiado subjetiva como para estar clara y algo en todo lo que veía estaba distorsionado.
Todo se veía oscuro a mi alrededor, quería entender dónde estaba y la realidad de golpe acabó por golpearme. Me desperté en la misma realidad de ayer y la misma realidad de todos los días. No estaba en la escuela disfrutando mi romance secreto, solo estaba soñando con una realidad que ya no me pertenece. Soy una mota de polvo, una agónica canción que dejó de sonar y perdió el ritmo.
—Delia —su voz, esa maldita voz que me trajo a esta perdición. Tal vez eso es lo único que me mantiene cuerda en un momento como este.
—Esa chica está muerta —dijo de repente una mujer que no reconocí en ese momento. Me tomó varios minutos saber quién era la dueña de esa voz, era Moony; la madre de David.
—Mamá, no seas tan inoportuna
Mis ojos se volvieron a cerrar, pero me esforcé por abrirlos. No quería llenarme de fría nostalgia, podía sentir el frio sudor recorrer mi espalda. Mis ojos finalmente se abrieron y pude mantenerlos así por varios minutos, así los vi, los dos estaban ahí. David y su madre, quien era una mujer que siempre te daba escalofríos.
—¿Me escuchas? —la voz del rubio volvió a sacarme de mi mundo interno.
Quería contestar pero mi boca ya no parecía pertenecerme.
¿Qué me está pasando?
Porque siento como si ya no fuera yo, como si estuviera muerte y encerrada en un cuerpo que ya no es mío. No se cuánto tiempo llevó acá, tampoco puedo deducirlo. Me paso la mayoría del tiempo pérdida en mis pensamientos, recordando mi historia de amor inconclusa. No se que es lo que me pasa, pero si se que estoy cansada y siento como si mi alma se muriese lentamente. No se porque estoy en esta situación, solo se que quise proteger a un amigo y eso me costó más de lo que creí que me costaría.
¿Cuál fue mi pecado? ¿Cuál fue mi delito?
Sólo ame a un chico que necesitaba un guía, solo protegí a las personas que más amo. Di todo por mis amigos, di todo por el y al final estoy encerrada en algún lugar donde nadie puede salvarme. Tal vez mi pecado haya sido nacer y no fui consciente de ello.