Ya pasó bastante tiempo desde que volvimos a la escuela de vampiros y se que la cosa pasa demasiado rápido, pero hay muchas cosas irrelevantes por acá. Ha pasado incluso un año de nuestra maravillosa navidad y que mi hermoso príncipe serpiente, cambio mucho.
Cómo leen. El cambio muchísimo, está deprimido, más agresivo, grosero, desarreglado y muy posesivo. Actúa distante y me comenzó a tratar como basura otra vez. No entiendo que le pasa.
Sólo se que; el otro día lo vi llorando en el baño de hombres, entre porque lo vi raro y quise verificar lo que tenía. Estaba lavándose la cara y llorando de una forma muy angustiada, como si algo le estuviera carcomiendo el pecho. Parecía tan triste, perdido y vacío. Por un momento sentí la necesidad de mimarlo.
Pero ha cambiado, ya no me besa, no me mima, no duerme conmigo, me mira muy mal y pareciera que me odiara. Estoy molesta porque casi salimos de la escuela y el me trata como si no valiera nada. Me siento muy enojada con él y mis cambios de humor están horribles, tengo jaquecas y vomitos constantes.
Comencé a buscar a mi mejor amigo y no lo encontré. Sentí unos ruidos extraños en la oficina del director, caminé hasta ahí y entre en la sala. Lo que me encontré no solo me causó una resolución, sino un fuerte dolor en el pecho.
¿¡Qué le estaban haciendo a mi niño!?
Eso fue lo primero qué pasó por mi mente, ahí estaba el; el amor de mi vida. David tenía un arma en alto y apuntaba al director de la escuela. Estaba molesta y me acerqué a ellos sin que me vieran.
Él tenía su mirada angustiada, sus ojos estaban rojos e hinchados, sus labios temblaban. Se notaba que intentaba matar al director y que eso le estaba causando un gran dolor en el pecho. Parecía tan triste, no podía dejar que lo matara. Mi bebé no es un asesino y no permitiré que de convierta en uno.
Me acerqué a todo velocidad y me puse delante del director. David abrió muy grande los ojos pero no bajo el arma, siguió apuntándome con ella y parecía decidido a lanzar el hechizo prohibido que acabaría con nuestra vidas. Pero él dudaba y ahora su mano temblaba.
Vi una oportunidad y la aproveché. Camine lento acercándome a él y acerqué mi mano a la varita. Él seguía dudando y no parecía querer aflojar, pero su mirada me demostraba que en el fondo; estaba feliz de que yo estuviera ahí para detenerlo.
—Amor, no eres un asesino. Por favor, bájala —murmuré mientras llevaba mi mano al arma y al final la rodeé con mis dedos.
—Delia, tengo que hacerlo —dijo entre lágrimas, iba a echarse a llorar en cualquier momento y borrar así esa imagen que solíamos tener de el. No parece el niño matón de antes.
—No eres un asesino, confío en ti y no quiero desilusionarme —eso pareció hacerlo reaccionar, comenzó a bajar la varita y aproveché para quitársela y esconderla en mi abrigo.
Lo abracé muy fuerte y él me correspondió el abrazo, lloro en mi hombro. En eso aparece el subdirector, nos hace bajar y ahí nos topamos con André escondido. Lo abracé y él me correspondió.
Vimos todo, como el subdirector mató al director. Lloré, no pude evitarlo y David me abrazó mientras acariciaba mi espalda. Eso me calmo, me hacía sentir menos mal. Todo era tan horrible, no sabía porque nos estaba pasando todo eso.
Después de eso pasaron muchas cosas. Llegó esa bruja maldita y otros más. David se fue con ellos a pesar de que le rogué que no lo hiciera. Luego parte de la escuela se incendió y mientras ellos peleaban, yo casi muero incinerada pero fui salvado por alguien misterioso.
Al final todo acabó ahí. David se fue con ellos y yo me quedé con André y su novia, está última estaba adolorida porque la bruja uso una tecnica torturadora con ella. Pasaron muchas cosas.
Mire al techo recordando todo, eran flashes en mi cabeza. Era doloroso ver a mis amigos sufriendo y saber que esa sería la última vez que vería a mi amor conmigo.
David se fue después de eso y no le volví a ver hasta ahora. Es triste recordar las cosas horribles que vivimos. Siempre pienso que hubiera sido de nosotros; si ese mago malvado no existiera. Supongo que su familia sería mi villano pero al menos estaría aquí conmigo.
No se que habría sido de nuestras vidas si no hubiésemos estado en esta situación, pero diré que lo que más me duele es verlo sufrir. Es un niño inocente metido en una horrible masacre, el es bueno y está siendo guiado por el peor de los caminos. Me aterra que si esto acaba, el ya esté demasiado hundido y no pueda salir. Me aterra perderlo y ya no poder recuperarlo.
Ame verlo interactuar con mi familia, con mi vida de vampira pobre y con mis amigos. Ame ver que es mucho más que un malvado hombre, ame ver que tiene un enorme y puro corazón qué hay que proteger. También se que mi vida no va a mejorar y no sé hasta qué punto todo cambiará. Pero hay algo que se... esto no terminará muy fácilmente.
Escuché unos ruidos, eran unos hombres abriendo la celda y entrando ruidosamente. Uno me toma del brazo y aunque no puedo levantarme, el me levanta con toda su fuerza. Mi cuerpo no resiste y el otro viene y entre los dos me cargan por los brazos y me sacan de la celda.
—Es la hora —me susurra uno de ellos y ya no me vuelven a hablar hasta que llegamos.
Mire a adelante y vi a la bruja, varios hombres más, los padres de David, el también estaba junto a ellos y a mis dos mejores amigos. Todos estaba ahí, viendo con horror como la mujer; me tomaba del cuello y me ponía su arma en la zona baja del cuello. Mire al techo, pensando en los rostros de la gente que me amaba al ver lo que pasaba. Solo pensaba que mi vida iba a acabar y no podía disfrutar lo que me quedaba con David.
El estómago se me revolvió, sentí fuertes náuseas y luego saqué de mi ropa una mavaja, que alguien me pasó debajo de la reja el otro día. No se quien fue, pero esa mujer fue clara; “Apuñala a la bruja en el estómago”.