Inesperadamente Usted

CAPÍTULO 4: LA DUDA

-Maeve, ¿volviste a pedir equipo de seguridad prestado? (Dijo Alejandro, mi otro compañero de equipo).

-Sí, surgió algo y tengo que adelantar mi práctica de la siguiente semana.

-Pensé que hoy saldrías con Yao.

-¿Tu lo sabías?

-Por si olvidan mi existencia, soy su compañero de equipo en electromagnetismo. Además son obvias las insinuaciones.

-Debo trabajar mi discreción.

-Conmigo ya no se puede. Pero si me dejas darte un consejo, no salgas con él.

-Estoy llamándole para cancelar pero no contesta.

-No me refiero a hoy, me refiero a que no salgas con él en tu vida.

-Eres su amigo, me sorprende tu consejo.

-Precisamente porque soy su amigo, aunque también te considero mi amiga. Mira es como cuando me advertiste que no saliera con Diana.

-Tú no me escuchaste.

-Y sigo pagando las consecuencias.

No sabía la razón del comentario de Alejandro pero la duda clavo una espina en mi mente. ¿Qué sabía Alejandro de Yaolin que yo ignorara? Estaba perdida en mis pensamientos que no pude advertir que Yaolin estaba a unos metros de nosotros. Realmente no sabía que escuchó pero la expresión entre seria y enojada en su rostro daba mucho que desear.

-Yaolin (dije para que Alejandro supiera que no éramos los únicos en el laboratorio).

-Solo los nerds trabajan aquí los viernes (respondió en tono burlesco).

-En un momento regreso, creo que olvidé el cargador de mi celular en el aula de clase (dije como pretexto para salir y así intentar averiguar más de lo que dijo Alejandro).

Apenas sintieron que me fui siguieron conversando:

-¿De verdad le dijiste a Maeve que no le convengo?

-No lo dije así.

-Es lo que dirías si no hubiera llegado. Dime una cosa, ¿es solo por qué ese tipo, el profesor sustituto en el examen, me descubrió haciendo trampa?

-Es porque solo la estás usando. Mirate, en todas las materias donde esta Maeve te va de maravilla, pero en ésta, que ella adelantó en verano, pareces totalmente perdido y hasta te descubrieron copiando.

-¿Y? No es malo si ella me quiere ayudar.

-Es malo que tú recibas un reconocimiento académico mientras ella es acusada de copiarte las tareas. Es malo que nadie note que quien las copió fuiste tú.

-¿Te gusta Maeve? Si es tu razón para querer dejarme mal no me interpondré.

-No, estás muy equivocado Yao.

Era mi primera vez escuchando una conversación ajena. Debo decir que entendí a la mala que significa eso de que “la curiosidad mató al gato”, pues no era nada placentero escuchar a detalle como el utilizarte para ascender académicamente era algo que no le importaba al que era tu hombre ideal. Me vestí de dignidad y salí del edificio a tomar aire.

-Así que sigues aquí, chica café.

-Lo dice la persona que lo derramo.

-Toma (me da una bolsa de compra de una farmacia), es crema para las quemaduras. Fui muy descortés hace un momento, es mi forma de querer arreglarlo.

-Gracias.

-¿Arruiné tu cita? Te notó desganada.

-Estaba destinada al fracaso. Al parecer me salvaste de años de romance insano y lleno de abusos.

-En ese caso de nada.

-Aunque intentas ser gracioso, algo no cuadra en tu voz.

-Tengo cuatro horas en la ciudad que parecen tres días.

-El examen por el que corrías debió ser pesado.

-Si lo sabré, atrape a un chavo haciendo trampa y quiso callarme diciendo que su tío es decano de no sé qué facultad.

-¿Usted es profesor?

-Soy estudiante de maestría, este semestre di una clase en línea desde la ciudad donde hacía intercambio académico, pero los directivos me pidieron volver para el examen final.

-Tal vez pronto te de alguna clase como profesor sustito, aunque tal vez cuando termine la maestría me gane la plaza de alguna materia.

-¿Entonces la oficina polvorienta era suya?

-¿A qué se debe la formalidad repentina?

-Usted es mi superior y debo respetarlo.

-La formalidad excesiva no me gusta.

-Perdone, pero he analizado su situación. Aunque me diga que es estudiante de maestría y tuvo por casualidad la oportunidad de dar clase, no le creo. Ningún estudiante común tiene un espacio tan grande para el solo. La sala de los estudiantes de maestría es apenas el doble de su oficina y la comparten qué cincuenta estudiantes.

-Concurse para ganar la plaza de investigador del doctor López. No hubo nadie que la solicitara, a decir verdad.

-¡Que suerte!

-Estuve estudiando en Múnich mi primer año de maestría, lo que concierne a mi investigación lo concluiré aquí. Por cierto, Soy Gideon, mi apellido es Xu.




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