Inesperadamente Usted

CAPÍTULO 6: UN COLLAR Y UN TÉ CON LECHE

Había pasado una semana y no encontraba mi collar, Yaolin no me hablaba y hoy era nuestro último día de exámenes. Me había inscrito para el intensivo de dos materias en verano y termine mis reportes de laboratorio a tiempo. Era el día perfecto para salir con mi única amiga.

Su nombre es Luisa y es la diosa de los pasillos de la facultad de diseño, que es dónde estudia. Alta, cabello rizado, morena y delgada, una “femme fatale” del crochet y la costura. Por supuesto es el tipo de mujer por la que mis compañeros se ahogan en saliva cada que me visita.

-Memev (así es como ella me dice).

-No me digas así, por lo menos, no delante de mis compañeros.

-Cariño, tu facultad debe ser el paraíso de los hombres guapos.

-No he visto ninguno.

-Maeve no seas así, dicen que cuando pasas demasiado tiempo con las personas las dejas de ver atractivas, porque los conoces a fondo. Seguro eso te paso a ti. Pero lo qué los alejo a ellos de la belleza andante que eres tú, es que eres agresiva y fría con ellos. Acercarse a ti es como pararse delante de un refrigerador abierto.

-Vamos, ninguno de ellos tiene interés en mí.

-No se suponía que saldrías con el guapo, serio y bien portado.

-No era tan santo como creí.

-El problema cariño, es que te rindes a la primera. Además si no funciona con él, tienes un arsenal de hombres guapos de donde elegir. Y hablando de hombres guapos preséntame a Alejandro, please.

-Algo me dice que ya sabes más de él que yo.

-Yo solo vi una foto en la que te etiquetaron, me gusto como se veía y revise un poco su perfil.

-Has salido con 3 de mis compañeros.

-Nena, tu sabes que solo fue una cita o dos nada formal. Nos vemos en tu cafetería favorita a las 6:00 p.m. Ahora me voy, que se me hizo tarde.

-Se puntual. Tienes el hábito de dejarme esperar por horas.

El día transcurrió con normalidad, fui a preguntar (como cada día de la última semana) al laboratorio si alguien vio mi collar, incluso hice un cartel y lo pegué en la entrada. También había estado cargando conmigo el overol del profesor chino, pero no quería dárselo en persona puesto que Yaolin había creado esa historia. A espaldas de mí el destino parecía jugar conmigo y lo que pasaría esa tarde.

-Hola. Eres Luisa la amiga de Maeve, ¿cierto? (Dijo Yaolin)

-Mmm ¿Quién se supone que eres? (Luisa era muy coqueta, pero tenía aspectos muy específicos en referencia a qué le gustaba de un hombre y Yaolin no encajaba en ellos).

-Soy Yaolin (apenas luisa escucho ese nombre, supo que debía dejar de ignorar a la persona delante de ella, porqué claro que ella sabía de él), estudio con Maeve.

-¡Oh! Señor cita postergada.

-¿Cita postergada? ¿Maeve te dijo algo de mí?

-Mira niñito, Maeve es la persona más amable que conozco y no soportaría verla sufrir por un tipo tan falto de masa muscular como tu (Olvide decirlo, a Luisa le gustan los hombres musculosos y de cara perfecta y sí; Alejandro es justo ambas, además de ser inteligente).

-Quiero arreglar las cosas con Maeve, pero la semana pasada yo… (Supongo que cancelar nuestra cita porque reprobó un examen y luego culparme de salir con el profesor que lo reprobó, era algo realmente difícil de explicar) yo cometí un error, pero te juro que no había conocido a una Mujer tan sencilla, amable e inteligente como ella.  Arruiné las cosas antes de comenzar.

-Aterriza tus pensamientos voy tarde a una clase (En realidad luisa era esa clase de persona que cree que todas las disculpas son sinceras, a este punto ya tenía una idea de qué hacer y solo se portaba un poco difícil).

-Quiero que me ayudes a encontrar la posibilidad de disculparme con Maeve. Yo sé dónde está su collar (Para cuando Yaolin dijo eso, Luisa ya se había imaginado contándole a sus nietos como organizo la cita perfecta en la que me ayudó a encontrar el amor).

-Escucha quiero creer en tu sinceridad, por eso te voy a ayudar. Mi amiga y yo quedamos e vernos en su cafetería favorita a las seis en punto. Puedo fingir un retraso y tú estarás ahí a esa hora. Pero mi condición es que lleves el collar. Eso definirá mi postura entre si los interrumpo o los dejo a solas.

-Muchas gracias, de verdad, no sabes lo que significa para mí.

Parecía un arreglo perfecto, solo había un problema y era que el buen Yaolin no tenía el collar. Pero eso no significaba que estaba renunciando a quedarse conmigo esa noche. De hecho, había ideado un plan en el que me diría donde estaba mi collar y como recompensa pediría que lo disculpara y juntos iríamos por el a la oficina del profesor, tomados de la mano. Claro que se vale soñar, como dije: si tan solo me lo hubiera dicho en el momento que vio el collar.

Se hizo la tan esperada hora de mi cita sorpresa y al parecer el destino tiene formas de obrar tan raras.

-Estoy en la cafetería, ¿Dónde estás?

-Cariño estoy en el estacionamiento de la esquina dame 10 minutos. Ordena tú. Por cierto te traje un poco del pastel que te gusta de mamá. No pidas postre. (Y colgó).




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