Inesperadamente Usted

CAPÍTULO 19: MÁS QUE ADMIRACIÓN

¿Debería ir a Alemania con él? ¿Debería pedirle que sea solo mi maestro y el amigo de mi hermano? ¿Debería de irme de intercambio por mi cuenta y olvidarme de él? ¿Debería conocer a alguien más?

— ¿Sigues aquí Maeve? —preguntó David.

— Ya me voy. Disculpa que antes me fuera así ­—respondí— No tuve tiempo de preguntar, si la persona por la que viniste se encuentra bien.

— Es mi madre, quisiera tener buenas noticias sobre ella pero cada día es peor.

No fui hecha para las crisis y parecía que David estaba a punto de llorar, pero también parecía que llevaba tiempo anhelando desahogarse. Nunca antes he consolado a nadie, quizá debería solo irme. Sin embargo ahora que empezó a contarme no puedo simplemente ignorarlo.

— ¿Has comido algo hoy? — Pregunté— Podemos ir por algo a la cafetería del hospital.

— ¿No tienes que volver a casa?

— Puedo acompañarte un rato.

— Claro —respondió — Me gusta tu compañía.

Cenamos juntos. Al final terminé volviendo a casa más de una hora después que Daly. Cuando llegué era obvio que Daly me vio con David, pues la cara de enojo de mamá no era algo fácil de ignorar.

— Solo preguntaré una vez— dijo enojada mamá— ¿Con quién estabas?

A esas alturas, Daly ya le había dado un adelanto por lo que mentir no era opción. Además no hice nada malo, cenar con un conocido no es nada malo.

— Es un compañero mamá. Ni siquiera recuerdo que carrera estudia.

— ¿Qué hay de ese muchacho que estudia lo mismo que tú?— dijo refiriéndose al profesor— ¿No hay nada serio entre ustedes?

— Admiro su inteligencia, respeto su existencia.

— La admiración y el respeto no son equivalentes del amor— dijo triste mamá— ¿Qué vamos a hacer contigo?

— Mamá, si yo estuviera enamorada de él, pero él no fuera quien crees…

— El amor siempre está lleno de expectativas, como yo te amo sueño en grande contigo y a mí me parece que él es todo lo que sueño para ti. Pero si no fuera, sería la primera en apartarte.

— No sueñes en grande con él, si me vas a apartar después.

— ¿Por qué te alteras?— dijo mamá— Ni que fuera tu maestro.

Y mamá había hablado de su único impedimento. Había ordenado las palabras y las pronunció, sin saber, que era el único modo en que ellas podían afectarme. El profesor Xu, mi profesor, mi maestro, dueño desde el comienzo de las negaciones de mi madre. Nunca he sido de las personas que guardan secretos. Pero por alguna razón quisiera guardarme este secreto por siempre.

— ¿Y qué si fuera mi maestro?

— Sabría que no estás enamorada de él— respondió— Diría que solo es admiración.

— Me voy dormir— dije enojada mientras caminaba a mi habitación.

¿Admiración dijo? ¿Cómo puede ser solo admiración? ¿Es solo admiración? No puedo con esto, tengo que verlo.

— Daly, ¿Me pasas la dirección del profesor?— dije mientras tocaba la puerta de su habitación.

— Por lo menos aquí deberías llamarlo Gideon, mamá podría escucharte.

— ¿Me la vas a pasar o no?— Dije enojada mientras entraba a su cuarto.

— Ten— dijo mientras me daba una nota con la dirección— ¿Lo vas a buscar ahora? Su casa queda al otro lado de la ciudad. Podrías llamarlo y verlo en un punto medio.

— No le digas que voy. Ni a él ni a mamá— dije mientras salía de la habitación.

Daly tenía razón, la casa del profesor estaba a dos horas en carro de la mía. Además el fraccionamiento donde se encontraba estaba cerrado y necesitabas un pase peatonal o de auto para poder entrar. No pensé muy bien antes de tomar la decisión de ir a su casa. Por otro lado es casi media noche lo que significa que estaré llegando casi a las 2:00 a.m. y no sé si el estará despierto para recibirme.

— Bueno— dije mientras respondía el teléfono.

— ¿Por dónde vas?— respondió Daly.

— Estoy a dos cuadras.

— Deberías quedarte y dormir un poco en su casa.

— ¿Por qué tan liberal de repente?— respondí burlesca— Volveré antes que mis papás se despierten.

— Es peligroso que vuelvas, te llamó porque me arrepentí de dejarte conducir a esta hora.

— Estoy llegando a la entrada, no tardaré. Te llamo cuando este de camino— dije mientras colgaba.

Al llegar a la entrada, no podía creer lo que veía me esperaba el profesor, recargado sobre una de las paredes de la caseta de seguridad.

— Te odio Daly— dije para mí mientras estacionaba el carro.

Al verme el profesor se incorporó y comenzó a caminar hacia mí, un poco somnoliento y algo lento.

— No esperaba verlo aquí— dije mientras bajaba del auto— supongo que Daly lo llamó.

— Tengo más de hora esperándote aquí, cuando Daly dijo que venías creí que era una broma.




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