Inesperadamente Usted

CAPÍTULO 20: PRIMER DÍA

 

— ¿Quién está contigo?— preguntó de nuevo la señora Rojas.

— Estoy solo, solo que amanecí un poco resfriado— respondió el profesor.

Por alguna razón, la respuesta del profesor me había irritado bastante, no esperaba que me arrojara a las garras de su madre. Pero sin duda, no esperaba que me hiciera ocultarme. Algo dentro de mí sentía una profunda decepción ante la negación del profesor.

— ¿Entonces debo ocultarme en su vestidor?— susurré lo más bajo que pude— ¿O debo ocultarme bajo la cama?

— No sé— respondió el profesor.

—No puedo esperar a que se decida— respondí— Nos vemos en otra ocasión.

Salí de la habitación molesta, sin razón aparente. ¿Por qué si antes era yo quien suplicaba ocultarse, ahora quería ser vista? ¿Por qué tenía miedo de ser olvidada si me ocultaba ahora? El profesor se congeló al verme abrir la puerta. Su abuela me hablo pero no pude entenderla y su madre… dejo caer al suelo las bolsas de comida al tiempo que se arrodillaba.

— El coche es mío, perdón por estacionarlo sin su permiso— dije a la madre del profesor al tiempo en el que recogía mi dignidad para salir.

Después de varios minutos el profesor por fin reaccionó y salió corriendo de su casa, incluso antes de que arrancara.

— Azahara, al abrir esa puerta has descubierto un mundo de posibilidades en que no te esconderé en ninguna parte.

— Lo sé, profesor, imagino que lo veré esta tarde en mi casa.

— ¿Sabes que mi madre va a sobre reaccionar? — dijo el profesor.

— Mi madre también— dije al tiempo en el que sonreía nerviosamente.

El Profesor se acercó al carro y metió su mano por la ventana para apretar mi nariz, era un gesto bastante tonto pero demostraba una confianza que hace unas horas no existía y me gustaba que ahora se hiciera visible.

— Fuiste muy valiente hoy, parece que la niña introvertida de la que me enamoré creció.

— Fue muy cobarde hoy, casi me desenamoro de usted.

— Perdón si te decepcioné no sabía que era lo que  tú querías.

— Lo sé— respondí.

— Igual aclarare a mi madre y a mi abuela lo que realmente paso— dijo el profesor— No quiero que mi abuela siga creyendo que me corrompiste y no te quieres hacer  responsable.

— ¿Eso es lo que su abuela me dijo?

— Lo aclararé antes de que visitemos tu casa.

— Eso espero, almorzare con Daly. Probablemente no pudo dormir por estar imaginando mil historias.

En ese momento, me preocupaban dos cosas: la familia del profesor visitando mi casa y la reacción de Daly. Sería otro día muy largo al parecer.  Con todos mis anhelos inicie una relación con el único hombre que me había resultado atractivo en años. Pensar en el hacía que el tiempo pasar más rápido. Hoy el hospital estaba bastante lleno. Solo parecía ser una tibia mañana de noviembre. En las calles podías ver a algunas personas colgando adornos navideños, en casa no tenemos tiempo de hacerlo tan pronto así que para mí era raro.

— ¡Daly!— grité al tiempo que corría a alcanzarlo.

— Mamá preguntó por ti esta mañana— dijo sin voltearme a ver.

— ¿Qué le dijiste?— pregunté.

— La verdad, que dormiste en casa de Gideon— le di un puñetazo en el hombro al escucharlo—…Y no me creyó— continuó hablando.

— Eso te pasa por mentirle tanto a mamá, ya no te cree cuando dices la verdad— dije— ¿Te puedo hacer una pregunta?

— Habla.

— ¿Por qué me dejaste ir? ¿Estabas ebrio?

— Aunque tienes 19 años eres la persona más concienzuda  que conozco y además sabes boxeo— dijo mientras por fin me miraba— A quien debería cuidar es a Gideon, ¿no?

 — Cuídalo por mí y de mí cada que puedas.

— Claro que lo cuidaré de ti. Eres una niña consentida. Puede hacer algo que no te gusta y terminaría viniendo a mí por esa puerta— dijo Daly señalando la entrada de urgencias— Por cierto el chavo del otro día ¿Quién es?

— Se llama David, es una de las personas más inteligentes del departamento de matemáticas.

— La inteligencia a veces es peligrosa— respondió— Como sea. Si lo ves, intenta rechazarlo sutilmente.

— ¿Rechazarlo?— pregunté desconcertada.

— Si vas a estar con Gideon, debes saber que no consentiré que lo hagas sentir inseguro— dijo Daly como intentando cerrar el tema— Gideon me contó que hay varias personas tras de ti. Pero más vale malo conocido…

En ese momento Daly guardó para sí lo que sabía de David. Para mí era mejor conocerlo antes de seguir interactuando con él. Pero asumo que tenía razones para no contarme nada. Después de todo así era Daly: siempre se guardaba las cosas hasta el momento correcto.

— Ve a casa, antes de que mamá la tire por la ventana intentando arreglarte un matrimonio— dijo Daly.

— ¿Podemos mantener en secreto lo de hoy? — pregunté.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.