Un golpe sorpresa lanza a volar al chico castaño, apoyando su peso con ayuda de su rodilla y se levanta.
Sacude su traje con sus manos, este se encontraba sucio por la cantidad de polvo que recogió del golpe que había provocado su contrincante.
Acomoda su cuello, levanta la manga de su camisa para mirar su reloj en mano, este finalmente lo voltea a verlo.
—No me gusta golpear a imbéciles tan temprano. Pero creo que contigo haré una excepción.
Camina sin preocupación hacia él ignorando el simple hecho de que momentos atrás lo retrocedió de un golpe. Moviendo sus dedos con arrogancia los polvos a su alrededor se dirigen a ella, hace un ademán empujando todo esto hacia arriba y el hombre que momentos atrás lo golpeó se pone en guardia. Mira los polvos en el cielo que poco a poco cambian su color grisáceo a azulado sabíendo lo que podía pasar al usarlos, pero estaba seguro que podía ganarle decide golpear al castaño para que así no pueda usarlo.
Antes de atacarlo, el puño del chico estampa su cara y provoca que tiemble por la inmensa fuerza que este tiene.
El hombre de rasgos sombríos, cae a escasos metros. Su nariz se encuentra sangrando y este no puede creer la inmensa fuerza que tiene aquél chico de nivel dos.
Las botas del chico suenan como tortura para el hombre que no podía moverse, lo ve acercarse pero su cuerpo no responde. El chico toma con fuerza la camiseta del varón y lo mira fulminante.
—¿Quién te mandó?
Este le escupe en la cara y sonríe.
—No te diré nada, si quieres puedes noquea...
El chico se levanta sacudiendo su mano por el golpe que le provocó al callar a su enemigo. La pequeña viejesilla de abundante cabellera blanca se acerca a él. Con sus manos detrás de su espalda voltea a verlo, sus ojos azules brillan con desentono y provoca un jadeo por parte de su estudiante.
—¿Qué cree que signifique esto?
Cierra sus ojos y suspira esperanzada.
—Llegó el momento de buscarla.