¿Quién soy? Me pregunto constantemente, pero no encuentro respuesta.
¿Soy Rachel?, ¿soy Ana?, ¿soy Ruth? ¿soy Nelly? ¿o soy Lesly? No estoy segura de quien soy, es que ya ni me conozco a mí misma.
Solo sé que mi pelo es negro y muy largo, mi piel es clara y mis ojos son azules. Eso lo sé porque es lo que soy ahora, antes tenía el cabello castaño, ojos negros y el pelo corto o eso es lo que recuerdo, la verdad es que he pasado por tantos cambios de identidad y de apariencia que cuando me miro al espejo no me reconozco, no sé quién soy.
Mi nombre ha quedado en lo más profundo de mi memoria y a veces se me hace difícil recordarlo con exactitud. Pero sé que antes de que todo esto pasara me llamaba Rachel Méndez y vivía en Venezuela, aunque era de un pequeño pueblo en Estados Unidos.
Pero en Venezuela empezaron todos los problemas que ocasionaron mi inestabilidad, allá mi vida comenzó a derrumbarse.
Todo empezó con la muerte de mi padrino, un hombre con mucho dinero, de la alta sociedad, un empresario exitoso y el padre adoptivo de Elizabeth y de Rael.
Era de baja estatura, moreno y con raíces italianas y, aun así, con todo el dinero que tenía, con toda una vida por delante, murió de una enfermedad terminal que lo dejó tendido en una cama por varios meses hasta dejarlo sin vida.
Con la muerte de él, Elizabeth y Rael quedaron desolados y sin hogar, mi padre los acogió a ambos en nuestra casa, pero con el paso de los años alguien más adoptó a Rael, esto me dolió porque él fue mi primer gran amor, fue el primer novio que tuve y el primero que llegó a mi corazón. Pero él no estaba bien, su mente era un caos y sus actitudes me daban miedo, mucho miedo.
Entonces mi padre decidió que era lo mejor separarnos, estábamos haciéndonos mucho daño el uno al otro porque éramos muy tóxicos. Entonces así nos quedamos solo con Elizabeth, quien se volvió mi mejor amiga y mi hermana en muy poco tiempo.
Un año después de eso pasó la muerte de mi familia, fue el 24 de septiembre del 2014, una noche fría pero aparentemente normal entraron a mi casa dos hombres enmascarados y acabaron con la vida de todos, las únicas sobrevivientes fuimos Elizabeth y yo, ella porque estaba visitando la tumba de su padre y yo por alguna razón que desconozco, cuando me encontraron los vecinos, yo estaba atada en una silla mirando fijamente los cuerpos sin vida de mi familia.
Yo vi la cara de uno de los asesinos, pero no soy capaz de recordarlo, cuando el FBI llegó ya era tarde, ya mi mente había decidido borrar el rostro de él y solo quedaban en mi memoria los rostros sin vida de mi familia y los gritos de dolor que emitían sus gargantas cuando los golpeaban hasta hacerlos desmayar del dolor, mientras todo eso pasaba yo no pude cerrar los ojos, solo me quedé ahí sentada con los ojos llorosos viendo como mataban a mis seres queridos.
Desde entonces la vida no ha sido para nada fácil, la muerte de mis padres, el cambio de país y la inestabilidad de mi vida me agarraron en una etapa muy complicada de la vida, la adolescencia, donde todo duele más y donde somos más débiles.
Todos estos acontecimientos trajeron consigo consecuencias graves en mí, tuve que ir a terapia por casi un año por un trastorno alimenticio llamado anorexia, duré otros seis meses más internada en un psiquiátrico, sufrí de depresión y ansiedad y fue muy difícil para mí salir de todo eso, pero en el psiquiátrico me enseñaron a afrontar los problemas y a superar todos los traumas del pasado, también me ayudaron a ser más fuerte y a controlar mis emociones ante las diferentes circunstancias.
Todo eso tuve que pasar para poder reincorporarme al mundo real, donde no hay un psicólogo diciéndome que todo va a salir bien, donde no hay personas que me ayuden a calmarme si me salgo de control.
Ahora son las 4:00 de la tarde y voy de camino a Estados Unidos a empezar lo que desde hace tiempo he anhelado; una nueva vida, sin preocupaciones, sin problemas y sin tener que estar cuidándome las espaldas todo el tiempo por el miedo a que alguien me mate, ahora viviré sin nada de eso.
Voy a comenzar desde cero y me da un poco de alegría porque sé que todo va a estar bien.
Mi familia murió hace justamente cuatro años, hace unos días fue el aniversario de su muerte y aunque lloré hasta más no poder, por recordar lo buenos que eran, hoy estoy feliz porque al fin no tendré que huir, al fin volveré a la normalidad después de tanto tiempo. Cuando mis padres murieron, el FBI nos protegió a Elizabeth y a mí con el programa de protección a testigos, desde entonces no he parado de huir para salvar mi vida, he viajado por infinidad de países escondiéndome del asesino de mi familia, algunos de los países en los que he estado son: Suecia, Rusia, República Dominicana, Francia y Argentina. Lugares hermosos que no pude recorrer ni disfrutar porque tenía prohibido las salidas, ni siquiera tenía permitido mirar por la ventana de la habitación para evitar ser vista por alguien que pudiera reconocerme.
Así era mi vida, siempre con el miedo de que alguien entrara de noche a mi habitación y me matara.
De los nombres que he tenido estos son los que más me han gustado: Ana Suárez, Ruth Mascherano, Nelly Johnson, Francisca Martínez y Rosana Félix. Cada nombre de estos que están aquí son un recuerdo de lo inestable que una vez fui y un recordatorio de a lo que no tengo que volver.
Pero me declaro libre desde hoy, después de tres años en cautiverio sin indicios del asesino, el FBI me declaro libre del programa de protección a testigos, y me siento feliz porque el mal nacido que mato a mis padres al fin se olvidó de mí existencia y al fin dejó de ponerle precio a mi cabeza.
El FBI me dio la oportunidad de escoger mi nombre y el lugar a donde quería ir, escogí Estados Unidos por las oportunidades que me brinda y ahora me llamo Lesly Williams Marte.