Dicen que existe un hilo rojo que conecta a las personas destinadas a encontrarse.
Un lazo invisible, delgado y eterno, que puede enredarse, tensarse o perderse entre el tiempo… pero jamás romperse.
Desde que escuché esa historia por primera vez, me quedé pensando en cuántas veces el destino ha jugado con nosotros. En cuántas veces la vida nos ha llevado por caminos distintos solo para hacer que, al final, demos la vuelta y regresemos al mismo punto, al mismo corazón.
Este libro nació de esa idea. De la certeza de que hay personas que llegan para quedarse, incluso cuando el mundo parece empeñado en separarlas.
Porque a veces el amor no es inmediato. A veces duele, se tambalea, se llena de silencios, de despedidas, de dudas.
Pero si es verdadero, si está escrito, si ambos corazones laten al mismo ritmo… tarde o temprano se reencuentran.
Quise que Inevitable hablara de eso: de los encuentros que parecen accidentes, de los abrazos que saben a destino, de las miradas que se reconocen antes de entenderse.
No es solo una historia de amor, sino una historia de destino. De dos personas que se buscaron incluso cuando no sabían que lo estaban haciendo.
Tal vez el hilo rojo sea una metáfora, o tal vez no.
Tal vez exista algo, en algún rincón del universo, que guía nuestras vidas con una paciencia infinita. Algo que une lo que debe unirse, que sana lo que debe sanar, y que nos empuja —a veces con suavidad, a veces con dolor— hacia el lugar donde realmente pertenecemos.
Porque hay historias que elegimos…
Y otras que simplemente son inevitables.