Inevitable

Capítulo 1- Tres meses

Han pasado tres meses.
Noventa días.
Mil novecientas horas intentando convencerme de que hice lo correcto.
No funcionó.

Hay cosas que uno puede enterrar, pero no a Audrey.
Ella se quedó en los espacios vacíos: en mi taza de café, en el reflejo de la ventana cuando oscurece, en el silencio que suena demasiado parecido a su voz.

Sigo trabajando como siempre.
O más bien, fingiendo que lo hago.
El equipo de la sede principal de NOVA cree que volví a enfocarme, que la ruptura me sirvió para “reorganizar prioridades”.
Qué ironía.
Mi prioridad sigue siendo la misma, solo que ya no me pertenece.

A veces me llegan correos con su nombre en copia, recordatorios de que sigue siendo parte del equipo, solo que en otra sede.
Una de las tres sucursales que creamos justo antes de que todo se fuera al carajo.
No la he visto desde entonces, aunque su sombra recorre los pasillos cada vez que alguien pronuncia su nombre.
He respetado su espacio —no porque no quiera buscarla, sino porque no sé qué haría si la tengo frente a mí otra vez.

Cada tanto, alguien del equipo menciona su trabajo:
que presentó una nueva campaña, que su sección está creciendo, que su creatividad sigue siendo brillante.
Y me alegra, aunque duela.
Audrey siempre fue así: una tormenta que arrasa y luego florece sobre sus propios escombros.

Yo, en cambio, sigo intentando reconstruirme con las piezas que quedaron.

Anoche soñé con ella.
Nada espectacular, solo una escena simple: ella riendo, con el cabello suelto, el brillo en los ojos, diciéndome que me relaje, que deje de ser tan serio.
Me desperté con la sensación de que aún estaba en la habitación, con ese perfume dulce que siempre usaba después de ducharse.
Pero no había nadie.
Solo yo, el vacío, y la certeza de que el amor no desaparece por decreto.

A veces me pregunto si piensa en mí.
Si alguna noche, entre tazas de café y trabajo atrasado, recuerda lo que fuimos.
Y si lo hace… si en algún rincón de su pecho sigue existiendo esa chispa, ¿por qué seguimos tan lejos?

Quizás porque a veces el orgullo pesa más que el amor.
O tal vez, porque ambos decidimos perdernos creyendo que era lo correcto.

No sé qué pasará si vuelvo a verla.
Pero hay algo en el aire, una sensación que no sé nombrar, como si algo se estuviera moviendo debajo de toda esta calma fingida.

...

El penthouse sigue igual.
Demasiado igual.

A veces pienso que no he movido nada porque si lo hago, ella se irá del todo.
Las cobijas rosadas todavía están dobladas en el borde de la cama, con ese olor suave que se resiste a desaparecer.
Los cojines en forma de flor descansan en el sofá, inútiles, como si esperaran a que alguien vuelva a acomodarlos mientras se ríe de lo cursi que se ven.
Yo nunca los entendí, pero ella los amaba.

El lugar parece congelado en el tiempo, atrapado en el momento justo después de que cerró la puerta por última vez.
A veces entro al dormitorio y me quedo de pie, mirando las luces de la ciudad filtrarse por la ventana, preguntándome si ella también mira el mismo cielo desde su apartamento.

En el armario todavía hay cosas suyas.
Dos pijamas, una camisa mía que usaba para dormir, y otra que decía “propiedad de nadie”.
Cada vez que las veo, me pregunto si las dejó por descuido o por miedo.
Miedo a cerrar la historia.
Miedo a admitir que fue real.

Y aunque no lo diría en voz alta, me gusta pensar que las dejó porque una parte de ella tampoco quiere que todo termine.

A veces, cuando el silencio se vuelve insoportable, pongo una de las películas que más odiaba.
Crepúsculo.
Sí, esa saga que ella podía ver mil veces, la que yo siempre criticaba mientras fingía trabajar.
Ahora la dejo de fondo, aunque me sepa los diálogos de memoria.
No por la historia, sino por ella.
Por cómo se reía cada vez que Edward decía algo dramático, o por cómo se acurrucaba bajo la manta.

A veces, cuando termina la película y la pantalla queda en negro, me descubro hablando solo.
Diciendo cosas que nunca le dije.
Cosas que, si la tuviera de frente, no sabría cómo pronunciar.

Dicen que el tiempo cura.
Pero nadie menciona lo que pasa cuando el tiempo se detiene en el mismo segundo en que ella se fue




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.