Zade
La noche está tan tranquila que puedo escuchar el sonido del viento filtrándose por las cortinas.
Audrey está recostada sobre mi pecho, con una manta ligera cubriéndonos. No ha hablado mucho desde hace horas.
Yo tampoco.
Solo he jugado con su cabello, deslizándolo entre mis dedos, como si ese simple gesto pudiera mantenerla en paz.
Pero hay algo distinto esta vez.
Una quietud rara en ella. Una especie de silencio que no es calma, sino contención.
Suspiro.
No puedo fingir que no lo noto. No con ella.
Así que rompo la barrera con cuidado, como si cada palabra fuera un cristal fino.
—Estoy un poco preocupado —digo finalmente, mi voz baja, casi un murmullo.
Ella levanta la cabeza apenas, mirándome con esos ojos que parecen guardar mil historias.
—¿Por? —pregunta suavemente.
Sonrío, pero no por diversión, sino para suavizar lo que siento.
—Porque aún no sé por qué la mujer más bella que ha pisado la tierra estuvo llorando como si algo le faltara —respondo, rozando su mejilla con el pulgar—.
Y no saber el motivo me pone nervioso… porque siempre quiero que estés bien.
Sus labios tiemblan.
No sé si es por emoción o por miedo.
Ella vuelve a recostarse en mi pecho, y durante unos segundos, creo que no va a decir nada.
Entonces, la escucho inhalar profundamente.
---
Audrey
Me quedo en silencio unos segundos más, escuchando su corazón.
Suena tan estable, tan cálido.
Y pienso que tal vez, si alguien merece saber la verdad, es él.
—No es nada que tú hayas hecho —digo primero, intentando protegerlo, protegerme.
Pero ya no tiene sentido esconderme detrás de frases vacías.
—Es solo que… ayer fue mi cumpleaños —susurro.
—Lo sé, mi cielo —dice con dulzura, besándome el cabello—, por eso intenté hacerlo especial.
Sonrío débilmente.
—Sí, lo hiciste… y fue lindo, en serio. Pero… hay algo que no sabes.
Me separo un poco para mirarlo.
Sus ojos son dos océanos oscuros llenos de atención. No hay juicio, no hay prisa.
Solo espera.
—Cuando cumplí trece… —empiezo, pero la voz se me quiebra.
Trago saliva. Intento continuar.
—Ese día… ese mismo día… mi hermano murió.
Siento cómo el aire se espesa.
Las palabras caen como piedras, cada una más pesada que la anterior.
—Se llamaba Ethan. Tenía dieciocho años. Íbamos a celebrar mi cumpleaños en la tarde, y él salió a buscar el pastel. No volvió.
Zade no dice nada. Solo me aprieta la mano, fuerte, cálido, real.
—Desde entonces, no me gusta celebrarlo —continúo, con la voz rota—. Es como si una parte de mí se hubiera quedado allá, en ese día.
Y aunque han pasado años… todavía duele.
---
Zade
Me quedo sin palabras.
No porque no las tenga, sino porque ninguna sería suficiente.
Verla ahí, tan frágil, confesando algo que llevaba guardado por tanto tiempo, me atraviesa.
Apoyo la frente contra la suya.
—Mi cielo… —susurro, apenas audible.
Ella respira hondo, como si temiera que si se detenía, el aire dejaría de llegar.
—Deberías haberme dicho —le digo con suavidad—. No para consolarte, sino para poder acompañarte como mereces.
Audrey sonríe con tristeza.
—No quería que me miraras diferente —responde—. Ya pasaron muchos años, pero todavía me cuesta.
—No te miro diferente —digo, levantándole el mentón—. Solo te miro con más amor.
Porque ahora entiendo un poco más de ti.
Y cada cosa que entiendo, me hace quererte más.
Ella ríe entre lágrimas, ese tipo de risa que nace de la ternura y el dolor a la vez.
—Eres tan tonto —susurra, mientras las lágrimas le caen despacio por las mejillas—.
—Y tú, tan imposible de no amar —respondo, limpiándolas con mis pulgares.
La beso, sin prisa, sin necesidad de decir más.
Un beso que no busca pasión, sino consuelo.
El tipo de beso que une los pedazos rotos.
---
Audrey
Después del beso, me acomodo de nuevo en su pecho.
Cierro los ojos.
Siento su mano recorrerme la espalda, lenta, protectora.
—Gracias —susurro, apenas audible.
—¿Por qué? —pregunta él.
—Por quedarte —respondo.
Él sonríe. Puedo sentirlo sin siquiera verlo.
—No sé estar en ningún otro lugar que no sea contigo —murmura.
Y por primera vez en mucho tiempo, mi cumpleaños no duele tanto.
Porque Ethan estaría feliz de saber que alguien así me cuida,
que alguien así me ama.