Déjame contarte una historia: hace cientos de años, nació el reino de Gladwells. Un lugar montañoso y lleno de vida que se distinguía entre los pueblos vecinos por una causa mayor: gran parte de sus habitantes estaba afectado por magia. Nadie sabía de dónde provinieron y tampoco por qué se conservaron, pero todos confiaban firmemente en que esos inexplicables dones servían únicamente para sobrevivir.
A pesar de estar en igualdad de condiciones, de haber pasado décadas en paz y armonía, una ola de discriminación se propagó por el territorio con el surgimiento de seres con sangre “venenosa”. Infames, como decidieron nombrarlos. Se decía que la maldad viajaba por sus venas solamente por el color oscuro que brotaba de ellas y que la supuesta evolución humana de la que tanto se presumía iba a acabar con la corona cuando menos se lo esperaran.
Con la monarquía en el ojo se la tormenta, se tuvo que tomar una decisión y Gladwells se dividió en dos. Miracle, para individuos de linaje blanco, y Cyrene, para quienes eran estirpes rojos.
Originalmente, la idea era que los habitantes con sangre contaminada se relacionaran entre sí y experimentaban con sus habilidades, las cuales eran más desarrolladas, para luego pudieran formar parte del ejercito. Sin embargo, las cosas tomaron otro rumbo, el miedo a esas criaturas siguió aumentando, y los dirigentes del reino pasaron de cuidar a ambas colonias a proteger una sola. A los venerados de sangre blanca.
Rápidamente, los infames fueron siendo excluidos y desplazados a las sombras de sus vecinos, quedando en el olvido a causa de su propia naturaleza. Eran menospreciados, heridos injustamente y humillados siempre que tenían oportunidad. Como si hubieran olvidado que conformaban parte del reino, que alguna vez fueron iguales. Les quitaron la oportunidad de crecer como sociedad por su genética inaceptable…
Y, por si quedaban dudas, de ahí venía yo también. Era parte de ese desafortunado pueblo, una integrante de la zona más temida y demoníaca que podría haber existido jamás, y era mi deber como descendiente bermeja contarles el otro lado del cuento.
Era momento de que supieran lo que pasaba del otro lado de la frontera con lujo de detalles.
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Editado: 24.11.2022