Los cimientos de la ciudad eran oscuros y fríos, me arriesgaba a decir que más que el exterior. Tenían manchones de humedad, que bajo la luz cálida de las lámparas de cera parecían negros, y un olor tan fuerte que me hacía doler la cabeza. Aún así, prefería mojarme los pies con el agua de las alcantarillas antes que correr el riesgo de toparnos con alguien arriba y estropear el Gran Día.
Suspirando, me acurruqué bajo mi capa y levanté la cabeza para ver a mis amigos. O, más bien, las espaldas de dos de ellos.
—De todas las personas que pensé que tomarían el cargo este año, jamás se me ocurrió que sería Felicity una de ellas —dijo Jasper, a mi lado, antes de torcer la boca con cierta desilusión—. Hasta creí que podría ser yo.
Pobre Jasper. Si pudiese tocarlo, le habría acariciado la espalda para consolarlo. Desde que comenzamos a asistir a los campamentos que Jasper soñaba con ser dirigente, y año tras año perdía las elecciones para líder. Él trataba de simular que no le importaba, pero sabía que lo frustraba bastante.
—Quizás la próxima temporada lo logres. —Lo alenté—. Tienes la capacidad y fortaleza para el cargo. Y sabes que si la eligieron fue por algo, Jasper.
—Aunque… —Comenzó diciendo Nyx, mirándonos por encima de su hombro con una sonrisa traviesa plasmada en el rostro— hay rumores de que hizo unos cuántos favores para que la votaran. Ya saben a lo que me refiero.
Arrugué la nariz al escuchar su comentario tan soez; por más que Felicity no me agradara en lo absoluto, había estado fuera de lugar. Sinceramente, no tenía idea de dónde sacaba esas cosas, pero no había nada que se le escapara, no importaba si la habladuría era o no cierto.
Aparentemente, Mylo se sintió igual de asqueado que yo y pronto le dio un codazo para llamar su atención y reprenderla.
—Uno: si hizo o no algo para obtener su cargo, no es de tu incumbencia —le dijo, severo—. Dos: deja de ser entrometida y de divulgar rumores. Hasta me da pena que hables así de una mujer, Nyx.
Mi amiga se encogió de hombros, poco arrepentida de lo que dijo, y murmuró un “Como si estuviera mintiendo” que provocó que se ganase una mirada de advertencia de mi parte, aunque ni se inmutó con ello y solo volvió a mirar al frente.
—¿Y qué con ese tipo, Ian, que está con ella al mando? —Siguió Jasper, llamando nuevamente nuestra atención y pasando de la tristeza al enojo—. En serio, me siento ofendido. Recién llegado y ya tiene un puesto alto.
El otro de nuestros líderes era un chico de cabellos rojos como la sangre y unos ojos cafés, casi negros, que pocos conocían. Había llegado hacia un año a Gladwells desde un reino vecino y, lamentablemente, se quedó de este lado de la frontera con su numerosa familia. No tardó mucho en integrarse y hacerse amigos poderosos en Cyrene. Y a pesar de que habíamos cruzado solo un par de palabras, me inspiraba mucha más confianza que su compañera, no sabía por qué.
—¿Viniste a quejarte por todo? —le pregunté a Jasper, bromeando; él se encogió de hombros y asintió—. Entonces va a ser un largo viaje.
—Pero para eso somos amigos, ¿no? —Cuestionó, luego nos señaló uno por uno—. Y van a tener que soportarme así diga lo mismo cien veces.
Nyx nos echó otro vistazo, girando la cabeza en nuestra dirección, y negó suavemente con la cabeza mientras emitía un chasqueo con la lengua.
—Una de las peores torturas… —murmuró, mofándose de él—. Creo que ni siquiera en Bopper se atreverían a tanto.
Jasper soltó una exclamación y hundió las cejas en su semblante, indignado, haciendo que Nyx estallara en carcajadas que resonaron por todo el túnel. Lo último que llegué a ver antes de adelantarme hasta donde estaba Mylo, era que Jasper se sacaba un guante y le atestaba un golpe en la cabeza con él.
Desde mi nueva posición alcanzaba a ver el final del pasaje, ya no quedaba mucho para salir a la superficie. Un pequeño grupo que encabezaba la caminata, Ian incluido, apretó el paso tras la señal del líder para colocarse bajo la rejilla de bronce y prepararse para el momento de la liberación. Juntos, alzaron las manos y reposaron las palmas sobre la estructura para empujar cuando se les fuera indicado. Sin embargo, la orden jamás llegó; ellos simplemente se quedaron helados en sus lugares. Luego, miraron al fondo del túnel, justo detrás de nosotros.
¿Qué estaban viendo?
Creo que nadie estaba reparando en el imprevisto, todos seguían como si nada, pero mi atención se la había ganado aquel chico pelirrojo y su expresión tensa hacia el vacío. Ian llamó a Felicity en un chistido bastante discreto y le dijo algo al oído, haciendo que la curiosidad me atacara con fuerza; lo que sea que hubiese visto, lo dejó preocupado y a mí intrigada.
Iba a mirar por encima de mi hombro para saciar mi necesidad de fisgonear cuando de la negrura que cubría nuestras espaldas procedieron unos horribles e ininteligibles sonidos que me erizaron por completo la piel. Y podría haberme detenido a pensar qué había sido si no fuera porque no llegaron solos; pocos instantes más tarde, un poderoso temblor sacudió las paredes del túnel, dejando caer tierra y cenizas sobre nuestras cabezas. No hacía falta decir que el aura de bromas y jolgorio desapareció por completo.
Me cubrí parcialmente los ojos con una mano y alcé la cabeza para inspeccionar el techo, luego miré por encima de mi hombro para ver a nuestras espaldas, pero no vi más allá de lo que las luces de las lámparas de cera me permitían, que era medio metro. Nada parecía fuera de lugar por más que las convulsiones no se detuvieran fácilmente.
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Editado: 24.11.2022