C A T O R C E

El lobo gruño con fuerza mientras saltaba con sus patas traseras para quitarse el molesto peso en su lomo. Clave mis uñas en su pelaje negándome a ceder, por el rabillo del ojo pude ver a la pequeña niña paralizada mientras observaba todo con sus azulados ojos. Me quede hipnotizada en su caótica belleza pero lo que más llamo mi atención fue cuando un extraño brillo en sus ojos me cegó. Al abrir mis ojos los enfoque en la niña preocupada de que algo malo le pasase pero lo que me detuvo fue ver que sus azulados ojos se teñían de un rosado muy vivo.

La pequeña apretó los puños con fuerza y clavo su rosada vista con enfado sobre Hades, quien gimió lastimero cuando la pequeña extendió su puño en el aire y tras abrir su palma una pequeña serpiente de ojos azules se deslizo por esta hasta enrollarse en el cuello de Hades y apretarlo con fuerza. Hades gruño sacudiendo su cuerpo con enfado, sus patas traseras empezaron a rasguñar su cuello muy cerca de la serpiente que en pocos minutos se desvaneció. Mire a la niña que yacía en el suelo inconsciente, Hades se retorció por última vez logrando que en mi descuido hacia la niña volara lejos. Me levante como un resorte dispuesta a enfrentarme al enorme lobo pero me sorprendí al ver como este corría lejos desapareciendo de mi radar. Volví la vista a la pequeña y me acerque con preocupación a medir su pulso, me asegure de que estuviera bien y en cuando lo estuvo la cargue en mis brazos llevándola a un lugar seguro, en este caso fuera de los muros.

Deje su frágil cuerpo recostado en un tronco observando con detenimiento sus afiladas facciones, al ver que no despertaba me preocupe así que ya dispuesta a cortar de nuevo mi muñeca para darle de mi sangre sus ojos se abrieron viéndome con fijeza. El rosado seguía presente causándome fascinación ¿Cómo era posible? Una niña tan pequeña había despertado su poder y eso ahora aparte de alegrarme me preocupaba. Pareció ver mi desconcierto porque en un tierno movimiento llevo las palmas de sus manos a mis mejillas sonriendo alegremente.

—Gracias por salvarme

Me quede quieta detallando su pelo negro, tez pálida y sus impresionantes ojos rosados que poco a poco se desvanecían volviendo a ser aquel eléctrico azul. Mi corazón se derritió con esas palabras, su voz fue tan dulce y la manera en que sus mejillas se sonrojaron en un adorable color rosa lograron despertar algo en mi que nunca antes había experimentado. No supe que decir, pero cuando a mis oídos llegaron los sonidos de mas disparos seguidos de ensordecedores gritos mi mente reacciono. Mire a la pequeña sonriendo levemente sintiendo como sus azulados orbes brillaban ante ese gesto.

— ¿Cómo te llamas linda? —pregunte acariciando su mejilla que al igual que mi cuerpo se sentía fría bajo mi toque.

Ella no respondió de inmediato parecía hipnotizada con el color de mis ojos que no dejaban de verla. —Leanne, mi nombre es Leanne— negó con su pequeña cabecita sacudiendo su negruzco pelo con risos. Clavo de nuevo su mirada directamente en mi pelo y con una de sus manos lo acaricio como si fuese la sexta maravilla, enredando sus pequeños dedos en las finas y blanquecinas hebras de cabello. Me miro con  una sonrisa que de inmediato regrese contagiándome con su alegría, frunció su sonrosada boquita y ladeo su cabeza.

— ¿Mis padres están muertos? —pregunto con su toque de inocencia. Asentí viendo como sus azules orbes se cristalizaban y sus labios temblaban dejando escapar un pequeño sollozo seguido de lágrimas que resbalaron por sus sonrosadas mejillas. La atraje a mi pecho en un abrazo, poco a poco la senté sobre mi regazo y empecé a mecer mi cuerpo.

—Shh, yo estoy aquí pequeña, ya no llores…

—No me dejes por favor— suplico apretando sus puños en los costados de la tela de mi capa aferrándose a esta mientras ocultaba su pálido rostro en el hueco de mi cuello. De nuevo aquel sentimiento que abalando mi corazón hizo presencia. De pronto llegaron a mi miles de pensamientos, donde en uno aparecía la imagen de yo siendo una madre.

—No lo hare, siempre estaré para ti Leanne, siempre…