Infectados

Q U I N C E

Después de dejar a la pequeña en la cabaña y tras asegurarle que regresaría partí a los muros dispuesta a acabar con todo este sufrimiento.

Niños habían muerto.

Adultos habían muerto.

Ancianos habían muerto.

Niños Malditos habían muerto.

Saitzans habían muerto.

Esto tenía que parar así que con ese pensamiento regrese a los muros que guardaban tras aquella gran y fuerte fortaleza miles de vidas que esperaban seguir viviendo. Yo no era ningún milagro, ninguna heroína salida de los comics o películas de acción, pero era alguien que no se rendiría por la paz, era alguien que no se rendiría hasta ver que la última bestia en este mundo dejara sus impulsos y cediera ante mí. Simplemente hoy no ocurriría un milagro pero yo, obligaría a que ese milagro apareciera. Por lo tanto no dejaría que más vidas se perdieran, tanto humanas como no humanas, todas y absolutamente todas las muertes pararían.

(...)

Benjamín luchaba protegiendo a cualquier ser humano que lo necesitara, pese al odio que sentía por estos sus ganas por obtener la paz superaban aquel sentimiento. Una de las bestias se alzo contra el cuerpo fornido de Benjamín empezando así una nueva pelea. Benjamín salto en el aire evadiendo las filosas garras del animal hasta caer en sus dos piernas. Miro a la bestia con sus orbes de diferente color retándola a venir por él. Claro que, la bestia le siguió el juego persiguiendo el veloz cuerpo de aquel muchacho que con cada segundo aceleraba el paso. Cuando Benjamín miro a sus espaldas noto que la bestia lo había dejado de seguir, así que deteniendo sus pies firmemente en la tierra se detuvo observando a su alrededor.

Dio dos pasos inseguros sintiendo la amenazante vista del animal, pero por más que volteara y mirara a su alrededor nada aparecía. No hasta que en un descuido la bestia de pelaje rubio con ojos mieles salto directo a su cuerpo derrumbándolo en un ataque sorpresa que ni el mismo se espero. Benjamín abrió los ojos sintiendo como estos podían salirse de sus cuencas, aquella bestia que estaba sobre el gruñía amenazante con sus mieles ojos clavados en el. Sus perlados colmillos estaban a escasos centímetros de su rostro, tan cerca que en un movimiento el hocico del animal choco contra su frente. No se movió, simplemente dejo que aquel animal acariciara con su húmeda nariz su pálida piel. Benjamín se confundió mas cuando el enorme animal se relajo sobre su cuerpo, incluso creyó escuchar un pequeño gemido. Lentamente y con el miedo recorriendo su cuerpo acerco su mano al pelaje del animal que se restregó más a su tacto. Pensó que tal vez y estaba alucinando, esto no era posible.

(...)

La guardia de los muros llego en poco tiempo atacando con sus proyectiles y otras armas a los Saitzans. Benjamín se sintió vacio cuando el enorme animal se levanto de su cuerpo mostrando sus enormes colmillos a los guardias. Los disparos no tardaron en dirigirse contra el animal que en un rápido movimiento de sus patas no tardo en esquivar las balas de plata que iban dirigidas a su cuerpo. Benjamín se levanto veloz esquivando aquel metal mortal para su especie. El lobo pareció notarlo ya que en un rápido movimiento sujeto con sus colmillos la capa negra del oji cromático mientras corría huyendo de aquel lugar. Benjamín solo miraba como las balas seguían su rastro con velocidad casi llegando a tocar su cuerpo, para su suerte el lobo aumento su velocidad dejando atrás a los perdigones.

—Gracias…

Murmuro viendo de reojo al lobo que respiraba entrecortado. Este le devolvió la mirada con sus  mieles ojos que destellaron cuando lo vieron. Parpadeo continuamente cuando el animal ladeo su cabeza y se acerco al vampiro que no retrocedió.

—Todo sea por mi Mate

Su cabeza estallo cuando la loba hablo acariciando con su húmeda nariz en cuello del pálido vampiro. Benjamín sintió una opresión en su pecho cuando la loba lo enfoco con sus mieles orbes, no sabía que decir solo se quedo ahí, quieto mientras compartía miradas con la hermosa loba que de alguna manera hacia latir su corazón.

El ruido de mas disparos los saco de su burbuja, benjamín miro horrorizado como las balas atravesaban a todo ser vivo. Saitzans, Niños Malditos, humanos, todos y cada uno de ellos esparcidos por el suelo mientras se despedían de sus vidas. Sus cromáticos ojos recorrieron la plaza con lentitud, los disparos seguían sonando pero esta vez era más cerca de donde ellos se encontraban. Luego lo vio, un lobo negro paso por su lado esquivando las balas que quemaban su piel mientras que sus dorados ojos fulminaban a los guardias sobre sus cabezas. Hades estaba tan distraído evadiendo otras balas que no se dio cuenta de que una en especial había sido disparada desde su espalda dirigiéndose con velocidad hacia su cuerpo.

 Pero la bala grisácea llena de plata nunca alcanzo el peludo y negro pelo de Hades, en cambio la bala había sido interceptada por benjamín que ahora se retorcía en el suelo con un pequeño hoyo en su pierna. La bestia que ahora era su amigo lo miro por varios segundos en que los tiros se detuvieron, Benjamín seguía sin poder moverse, el dolor de la plata en parte no lo dejaba. En un milisegundo los ojos Dorados y gatunos de Hades volvieron a ser los mismos de siempre, benjamín sonrió de lado al reconocer aquel gesto: Aquella bestia lo miraba con gratitud, agradecido por salvarle la vida. Los disparos volvieron y con ellos la mirada gatuna y temeraria de Hades. El control de la bestia fue interferido por el impacto de una bala contra su lomo, el lobo clavo con furia sus orbes dorados en el cuerpo de Benjamín, quien no vio cuando el feroz animal se abalanzó sobre su cuerpo destrozándole la pierna. Jadeo al sentir las afiladas garras del animal desgarrar su carne, sus coloridos ojos se nublaron por las lágrimas contenidas y en pocos segundos el órgano que lo mantenía con vida se detuvo.




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