Infectados

D I E C I S É I S

En medio de todo el caos una joven de cabellera blanca y ojos violeta observaba todo con su mirada perdida. No entendía porque los guardias atacaban a todo ser viviente ¿Qué no les dolía? Al parecer ellos eran los causantes de su propia extinción y así todo cuadro para Raven. El virus, los muros, los Saitzans, el desprecio hacia ellos, todo fue mentira. Y ese pensamiento solo se hizo más fuerte cuando en medio de todo el caos vio a una loba de pelaje rubio arrastrar con cariño el cuerpo de Benjamín.

Tan pérdida en sus pensamientos se encontraba que no se dio cuenta de que miles de balas se dirigían a su cuerpo. El destello de la plata en diferentes lugares la hizo reaccionar, su cuerpo se movió ágilmente esquivando los proyectiles. A lo lejos vio el pelaje de Hades que saltaba los muros con rabia intentando alcanzar a los guardias. Una bala impacto contra el lobo negro haciendo enfadar más a aquel animal, que tras el impacto salto con más fuerza alcanzando el cuerpo de uno de los guardias que no tardo en ser devorado por sus fauces.

Y Hades no era el único furioso, repentinamente a Raven le hirvió la sangre de pensar en las monstruosidades que los humanos eran capaces de hacer ¿Hasta dónde llegaría su sed de poder? ¿Cuántas vidas se debían perder por una mentira?

Pero eso no duraría mucho, Raven estaba más que dispuesta en detener todo este caos. Se recordó aquella vez en la cuidad abandonada y el extraño libro que encontró, pese a los intentos de Benjamín por ocultarlo ella lo había encontrado y leído. Recordó en especial la última parte donde advertía de sus poderes. “El uso excesivo de estos poderes puede llegar a tomar la vida de su poseedor” pero hizo caso omiso a ese pensamiento que fue interrumpido por mas disparos.

En el momento en que sus violetas ojos se enfocaron en ver a su amado, este era derribado. Su negruzco cuerpo impactaba contra el suelo levantando un poco de arena que no tardo en rodearlo. Raven espero con la desesperación enmarcada en su rostro pero Hades nunca se levanto, nunca se movió. Un aullido a su espalda y miles seguidos después de silencio. Raven volteo a ver a Benjamín pero este tampoco se movía, es más, la loba a su lado parecía llorar su perdida. Los lobos aullaron por la pérdida de su líder, al final, el también había caído como la mayoría de su especie.

Algo en ella se rompió ante el pensamiento que embargaba su mente, un pensamiento oscuro que atacaba sin piedad su blando corazón. De pronto su sangre burbujeó y sus pensamientos se reprodujeron de forma dolorosa en su mente.

— ¿A qué se debe ese suspiro? —Inquirió Benjamín dejando de lado su libro y mostrándome una sonrisa de blancos dientes. Sus colmillos resaltaban de entre tan perfecta dentadura dándole un toque más sombrío a su aniñada cara. — ¿Algún enamorado del que no me he enterado? — Se burlo enarcando una de sus cejas. Reí negando de su mala broma, separe mis ojos del cielo enfocándolos en su atento rostro. Reí fascinada viendo la extraña condición de sus ojos de dos colores: Uno azul y otro verde que parecían volverse más claros de día.

Benjamín, pensó Raven con dolor. Su amigo, su hermano, su todo. Recordó aquella promesa que le hizo, sus coloridos ojos en ella y su típica sonrisa.

—Yo voy a donde sea contigo Raven, así que no me olvides.

Asentí mirando sus orbes que brillaban de una manera extraña. Sonreí sujetando su mano con fuerza.

—Nunca Ben…Nunca.

Recordó aquella charla intensa que tuvieron a lo largo de la noche, donde tras varias palabras y sonrisas tristes se despidieron.

—Buenas noches copito

—Que descanses Ben.

Recordó la primera vez que se encontró con Hades, la emoción y el extraño aceleramiento de su corazón.

Poco a poco el extraño se despego de mi cuerpo con sus orbes dorados brillando, una extraña idea se le había ocurrido a aquel ser que, de inmediato se arrodillo mirándome a los ojos. Una pequeña sonrisa de dientes cerrados me cegó por completo, ahí, arrodillado mirándome como si fuese la única persona en el planeta y sujetando una de mis manos entre las suyas dejo que por primera vez su corazón hablara y me dijera aquellas palabras que no fueron más que gloria ante mis oídos:

—Un gusto conocerla señorita, mi nombre es Hades Walkade y desde ahora estoy a tus servicios.

Recordó aquella noche en la cabaña, donde las palabras escapaban sin siquiera pensarlo.

—Nunca podría arrepentirme de haberte conocido Raven— murmuro con su ronca voz llamándome por primera vez por mi nombre. —Yo también siento una extraña conexión hacia ti pero tengo miedo…Tengo miedo de que en cualquier momento te vayas, pero también tengo miedo de quererte.

—Entonces estamos jodidos —Balbucee aceptando con mi rostro sonrosado. Hades se volteo y yo hice lo mismo mirando sus preciosos ojos. Sonrió de medio lado depositando un cálido beso en mi frente.

—Definitivamente Raven, estamos jodidos.




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