Infectados

D I E C I O C H O

Corriendo entre los arbustos la Loba de pelaje rubio y ojos mieles llevaba lejos a su amado al único lugar donde estarían a salvo: Su manada. Para ella, era extraño comprender el por qué de su destino, de su mala suerte. Bajo de nuevo la vista al cuerpo inerte y pálido sintiendo aquel fuego quemar su garganta ante las protestas de una muy cabreada loba interior. Aliviada de haber llegado a aquel refugio arrastro el cuerpo de benjamín hasta su cabaña y una vez allí se dedico a observar curiosa aquel pálido y hermoso rostro.

¡¡MARCALO, MARCALO!!

Gritaba la dueña de aquel cuerpo lobuno, sin embargo sus pensamientos fueron frenados cuando sintió su cuerpo re-acomodarse y cada hueso volviendo a su sitio. La chica que emergió tras aquella transformación yacía agitada y muy cansada ante el repentino esfuerzo que sobre ponía ante los impulsos de su loba interior.

—Cállate Lisethz, no voy a sucumbir ante tus impulsos de loba rastrera— formuló aliviada la chica tras caer sin fuerzas al lado del cuerpo vampírico. Sonrió tras oír las suplicas y gruñidos de su loba interior aun así cumpliendo su palabra nunca cedió. Tal vez por el eminente agotamiento o el dolor de sus huesos tras haberse deshecho de su loba interior.

Mate...

Gimió Lisethz tras entender que su dueña y portadora de su cuerpo no cedería tan fácil. Aun así no se rindió negándose a abandonar la mente de una muy terca chica. —Lisethz...— advirtió sin fuerzas la dueña de aquel cuerpo que yacía a escasos centímetros del pálido vampiro. Sin embargo, la molesta loba nunca paro con sus reclamos. La chica abrió sus ojos perdiendo de apoco su paciencia, intento contar hasta diez para calmar su ira pero nada resulto. No tardo en comprender el objetivo que su molesta amiga quería lograr. Enfadarla y apoderarse de su cuerpo.

Los rasgados y coloridos ojos mieles de la chica se apretaron contra el control que de a poco empezaba a perder. llevo sus manos a su melena color chocolate y apretó su cabeza intentando mantener a la obstinada loba en su interior. Gimió cuando sus huesos tronaron y sus ojos brillaron en un dorado encantador, poco a poco la loba iba ganando ventaja sobre el debilitado cuerpo de la chica. Negándose a perder el control intento controlar a su loba la cual luchaba sin pararse a pensar que si seguía por ese camino y se adueñaba del cuerpo de su amiga transformándose en el intento ella al estar tan débil podría perder la vida.

—Lisethz, por favor para ya, ¡vas a matarme!

Su cuerpo se sacudió y el dolor de su post-transformación paro. Pero no fue ante sus suplicas que su transformación se deshizo y  la cansada chica volvió a tomar el control sobre su cuerpo.

— ¿Estás bien?— fueron las palabras de aquel ángel de ojos coloridos y pelo azabache que habían cesado su malestar. No supo que contestar ni mucho menos supo que hacer. Sintió sus mejillas arder en un sonrojo y la voz de una emocionada Lisethz estallar contra sus tímpanos. Asintió perdida en aquella mirada de dos colores y tragándose su orgullo decidió saltar sobre el regazo de un embobado Benjamín. Su cuerpo quedo a horcadas y su nariz muy cerca del rostro del oji cromático que, sin mediar palabra sentía una extraña conexión ante la hermosa chica. Por unos segundos los ojos del oji cromático brillaron deseosos de beber el dulce aroma que desprendía aquella princesa de hermoso rostro y infernal cuerpo.

Por unos momentos sus deseos fueron escuchados, los ojos mieles de la chica brillaron en un intenso dorado hipnotizador. La loba había obtenido pase libre al cuerpo de la humana.

—Mucho gusto...—clavo sus dorados orbes en los coloridos de benjamín.

—Para mí es un honor presentarme ante ti como soy en verdad— susurro la chica rozando provocativamente sus labios contra la oreja de un encantado Ben.

—Déjame presentarme como es debido...—susurro entre divertida y ansiosa cuando las manos inquietas de benjamín la acercaron mas a el dejando su cuello a la vista de un muy deseoso y hambriento Ben.

—Eso puede esperar— susurro devolviendo el golpe con astucia el peli negro.

La chica rió con sus dorados ojos brillando como dos faroles.

—Entonces dejémonos de charla...— se inclino contra los ansiosos labios de Benjamín que deseaban probar su sangre. —Y se completamente mío.

Profeso la chica antes de que dos largos colmillos se enterraran en la blanca piel del vampiro que no se quedo atrás e hizo lo mismo con la desconocida cuyo destino había marcado sin darse cuenta. Ahora el lazo estaba hecho, los dos se pertenecían como los amantes que eran. Aun sin conocerse ya habían entregado sus corazones que sin darse cuenta se habían encontrado y formado uno solo. 

Su otra mitad, un vampiro.

—Bienvenido a la manada Benjamín.




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