Infiel por accidente

Capítulo#1 Ceremonia civil.

 

Primero nació Nayely y dos años más tarde Meily, pero el matrimonio de sus padres, que nunca fue estable, no soportó el último embarazo que planificó su madre, como último intento para salvar un matrimonio que no tenía pies ni cabeza y su padre se fue. Se olvidó de su mujer y de sus hijas y no volvieron a tener noticias de él ni buenas ni malas, como si se lo hubiera tragado la tierra.

Su madre se dedicó a trabajar en empleos temporales de medio turno y cocía ropas por encargo el resto del tiempo. No había estudiado por lo que las posibilidades de encontrar un buen empleo se le hicieron imposible, para sumar tenía dos boquitas que alimentar y a duras penas crecieron y fueron a la escuela.

Dos meses antes de la graduación de bachiller de Nayely su madre falleció de un infarto, la pobre mujer estaba agobiada con tantos problemas, deudas y una realidad muy dura donde llevar un plato de comida a la casa era tarea de súper héroes.

Así quedaron solas en el mundo Nayely y Meily, huérfanas y abandonadas, sin nadie que las cuidara, les brindara apoyo o consuelo en este momento tan duro que les tocó vivir. Tenían parientes por parte materna y paterna pero ellas nunca existieron para ellos y ahora no iba a ser la excepción. Lamentablemente el mundo se había vuelto cada vez más individualista, la necesidad, la pobreza y el hambre saca la peor cara de las personas.

Nayely se puso a trabajar de vendedora en un pequeño local para poder sostener a su hermana menor y los sueños de estudiar se quedaron en eso, sueños que se vuelven imposibles por la realidad de estar despiertos en una vida llena de miseria, obstáculos, barreras, imprevistos; pero una de las dos tenía que sacrificarse para que la otra saliera adelante y en este caso tenía que ser Nayely porque era la mayor.

Un joven, algunos años mayor que ella, llegó un día a la tienda y entre escusa y escusa, exageradas compras, que ella estaba segura que él no necesitaba, hermosas palabras y miradas interesadas, se ganó su atención. Su presencia se hizo notar cada día a la misma hora. Luego supo que era la hora que le tomaba llegar en su carro hasta ese local después de terminar de trabar, o mejor dicho, de dirigir u organizar su empresa.

El hombre entró por accidente al local donde laboraba la joven, pero se le volvió costumbre al ver a la hermosa jovencita que amablemente atendía.

Marcus Miller era un joven apuesto y altivo, lo traía en sus genes paternos. Todos los hombres de su familia eran altos y atractivos, unos más que otros, él no era el más pero tampoco el menos. Caía bien por su porte, su elocuencia pero tenía un mal genio escondido que no todos conocían ni sospechaban, ni siquiera tratándolo formalmente. Era muy autosuficiente y se sentía superior a los demás aunque no lo demostrara aparentemente, al menos no al principio de conocerle.  

Nayely era una jovencita lista e inteligente pero también ingenua e inoscente en asuntos amorosos. Le gustaba estudiar y si dejó sus estudios fue por necesidad, no tenía mucho pero era limpia, organizada y cuidaba en exceso lo poco que tenía. Aunque su guardarropas era muy limitado y compartido con su hermana, tenía buen gusto y sabía combinarse bien su vestuario. Por el hecho de trabajar con público siempre se mantenía bien arreglada y normalmente usaba un maquillaje simple, con tonos suaves. Su piel era muy blanca y su cabello dorado de color natural, con unos llamativos ojos claros, tan verdes como unas esmeraldas.  


Marcus la fue enamorando y ganándose su corazón inocente, paso a paso, hasta que la conquistó por entero 5 meses después. Enseguida se casó con ella en una simple ceremonia civil, con su hermana y un amigo de él como únicos testigos.

Nayely estaba tan ilusionada que no le extrañó que no le hubiera presentado a nadie de su familia, ni siquiera lo pensó debido a que ella sólo tenía a su hermana. Creyó estar en un cuento de hadas, se sintió la cenicienta y muy afortunada de que el príncipe azul de sus sueños se fijó sólo en ella. Lo veía como si fuera un dios, loidolatraba, le parecía irreal que un hombre como él(empresario, próspero, sólido, atractivo, refinado, estudiado, importante e influyente así como toda su familia de muy alta alcurnia; como él mismo le había mencionado una tarde cuando paseaban por el centro) se fijara en ella, una don nadie que lo único que tenía era a su querida hermana.    

Por alguna extraña razón a su hermana menor no le agradaba ese hombre, ella fue más intuitiva. Cuando Marcus le propuso a Nayely irse a vivir a su país natal, (explicándole que se encontraba de forma temporal atendiendo y poniendo en regla los negocios que tenía por estos rumbos pero que actualmente todo estaba listo y debía regresar) ella aceptó sin objeción. Le pareció natural irse a vivir a la ciudad de su esposo. El era estadounidense, descendiente de Españoles, con doble nacionalidad y ella Colombiana. Por suerte Marcus hablaba dos idiomas, Inglés y Español, porque el inglés de ella no era fluido. Pero era muy inteligente y viviendo en un país donde hablaran esa lengua no le costaria trabajo dominarla a la perfección en poco tiempo.

Meily rechazó la propuesta de su hermana mayor y se quiso quedar en su casa. Por más que Nayeli insistió en que la acompañara la adolescente no quiso irse a vivir con la pareja de recién casados.

—Hermanita acompáñame, no te quiero dejar sola—le pidió Nayely llorando a cántaros.

Ambas lloraban por igual.

—No puedo hermana, yo no quiero irme con un extraño...

—No es ningún extraño, ¡es mi esposo!

—Pero no es nada mío.

—Ahora es tu cuñado—explicó frustrada.

—No insistas por favor.

—Es que no quiero separarme de ti, nunca lo hemos hecho.—recalcó angustiada.

—Ya va siendo hora, además no puedes mantenerme toda la vida, no eres mi madre. Yo ya estoy en edad de hacerlo, no te preocupes más por mí.

—Está bien, no insisto más.—dijo dolida. Cómo podía decirle que no se preocupara más por ella? Esas palabras la hirieron. 
Se había ocupado de ella como una madre y había renunciado a tantas cosas por su bien.




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