Me depositó con extrema delicadeza sobre la cama, tomó la sábana y me arropó hasta la altura del cuello. Él era tan amoroso, tan atento y tan considerado que me estremecía el corazón. Depósito un tierno beso en mi frente y después se apartó y se dirigió a su puesto habitual. Me dolía tanto verlo dormir allí. No podía descansar o dormir bien, sin embargo nuca se quedaba y siempre estaba listo para servirme. Mi hermano era un hombre extraordinario, envidiaba a la mujer que tuviera la suerte de tenerlo.
¿Tenía novia?, ¿estaba soltero o casado? No sabía nada de su vida y no había sido lo suficientemente considerada para preguntarle. Era una mala hermana, la peor, que el estuviera siempre a mi lado y cuidándote lo sentía natural. Di por sentado que él siempre me cuidaría. ¿Y si tenía una familia?...
Me deprimí.
No se que sería de mi vida sin él pero no podía estar pendiente de mi toda la vida, en ese momento me di cuenta de que era una carga para él, por primera vez desde que desperté y supe de mi condición, sentí deseos de estar muerta.
Los pensamientos atormentaban mi cabeza, quería dormir para olvidar pero era imposible. Mantuve los ojos cerrados para que mi hermano no fuera consiente de mi insomnio.
A la mañana siguiente abrí mis ojos y vi al doctor examinando mis piernas. Le daba con una especie de martillo de goma en los mismos puntos específicos que lo había hecho antes pero no había reacción.
Me quedé absorta en mis pensamientos y dejé de prestarle atención. Total, siempre era igual, nada había ninguna reacción.
—Sientes esto.
Estaba estimulando los deseos de mis pies. Volví a centrar mi atención en Doctor. No sentía absolutamente nada.
—No
Prodigió con el otro pies.
—¿Y ahora?
—No, no siento nada.
No pude evitar deprimirme más. Me volví a retraer.
Cuando comenzó a retirar la venda de mi cabeza, miré a mi hermano de reojo, me daba pena que viera mi condición. Se que me había visto muchas veces cuando me curaban, pero no me acostumbraba.
—Todo marcha bien, recuerda las medidas que debes tomar y no puedes recibir ningún impacto en la cabeza— recalcó—Tienes que cuidarte bien.
Yo solo asentía con la cabeza.
—¿De verdad lo recuerdas bien todo?
Insistió.
—Sí...—y le recordé todo lo que me había explicado en números ocasiones.
Sonrío satisfecho.
También recordaba cuando me explicó que había tenido suerte de tan solo haber perdido la memoria, el área de la lesión había sido muy extensa. Había evolucionado más favorable de lo esperado, mi cerebro se había reorganizado durante el tiempo que estuve incidente y otras áreas habían tomado la función de las afectadas. En mi cabeza había ocurrido una especie de reinicio y gracias al factor edad, que jugó a mi favor, me recuperé pronto y el daño fue mucho menor.
—Les tengo una buena noticia.
Anunció mi Doctor. Me despabilé.
—Cuál es Doctor.
Preguntó mi hermano ansioso.
—Hoy le daré de alta a tú hermana.
Me llené de alegría, no por mí la verdad, como no recordaba nada de mi vida pasada para mí este lugar era como mi hogar, pero mi hermano necesitaba descansar. Me partía el alma verlo pasar tanto trabajo aquí por mí.
—Salda lo que resta de la cuenta del hospital en administración y después, ¡a casa!
—Exelente noticia.
—Nayely, tienes el mejor hermano del mundo, no solo se ha quedado a cuidarte todos estos meses, desde el mismo día que ingresaste, sino que ha pagado todos los gastos. Eres afortunada.
Lo sabía, estaba 1000% de acuerdo con el Doctor.
—Sí, lo sé, tengo que haber salvado un país en mi vida pasada para recibir como premio al mejor de los hermanos.
—No pueden falta a ninguna de las consultas programadas.—advirtió, mirándome primero a mí y luego a mi hermano.
Ese hombre serio, ya entrando en canas, miraba con mucho respeto a mi hermano cuando a mi entender debía ser al revés.
El doctor y mi hermano salieron.Seguro Ethan fue a cancelar la deuda. ¿Cómo le pagaría a mi hermano todo lo que ha hecho por mí, basada en mi condición actual lo más probable era que nunca, soy una pobre mujer desvalida.
—Felicidades compañera, te vaz primero.
Y yo que pensé que iba a ser al revés. Miré a la pareja con afecto genuino, eran jóvenes y guapos. Los iba a extrañar.
—Seguro que tú no demoras en irte.
Afirmé.
—¡Eso quiero!, no veo la hora de estar en casa.
Casa. ¿Yo tendría una? Ni idea.
—Anota mi número para mantenernos en contacto. Le di mi teléfono y él hizo el resto. Cuando repicó el teléfono de él, colgó y me lo regresó. Tuve una especie de déjà vu y una sensación agradable en la superficie de mis labios.
Vi entrar a mi hermano y sonreí. Sacó unas bolsas de compra del guardarropa, de una de ellas sacó un gorro tejido y me lo colocó en la cabeza. El doctor solo me había dejado el parche.
—Voy a llevarte al baño para que te cambies, ya me cansó tu ropa de hospital.
Comentó en tono de broma.
Me cargó y luego se las arregló para agarrar todas las bolsas de compra. Me llevó al baño y me depositó sobre una meseta, dejó las bolsas a mi lado, dio la media vuelta, quedando en el mismo lugar pero dándome la espalda.
—Si necesitas ayuda, ya sabes.
Miré en todas las bolsas de compra. En una había ropa interior, en otra una blusa y una palma y en la otra un par de hermosos zapatos bajos.
¿Zapatos?, ¿para qué?. Me imagino que para lucir bien. En mi no tenían otra función.
Retiré mi bata, alzándome un poco con una mano uy con la otra arrastré la tela hasta la altura de las caderas, el resto fue pan comido.
Me coloqué primero el sostén, me sorprendió que fuera exactamente de mi talla, seguí con la blusa, era juvenil y elegante. Hasta aquí todo fácil, venía la parte más complicada. Tomé la braga y la analicé, era sexi el modelo, mi hermano tenía buen gusto. Tomé mi pierna derecha y la alcé, la metí cómo pude dentro del hueco de la prenda, hice lo mismo con la otra, me alcé con una mano y subí con dificultades un lado, después alterné. Esto era difícil. Aún me quedaba la medias panty y la falda. Suspiré frustrada.
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Editado: 11.05.2022