Estaba concentrado en mi trabajo frente a la portátil cuando me interrumpió el sonido del celular, contesté de forme automática.
—Sí dígame.
—Esas son formas de saludar a tu viejo amigo.
Habló Brayan del otro lado de la línea.
—¡Ah!, ¿eres tú?, estoy algo ocupado y ni siquiera me fijé en la pantalla.—respondí dejando de lado lo que estaba haciendo.
—Mmmmm, ¿no tienes tiempo para mí?
—Claro que sí viejo amigo, para tí siempre hago espacio en mi atareada agenda.
—Muy Bien, porque tengo todo listo para iniciar el trabajo que me encargaste.
—Qué buena noticia. Te espero.
—Hay algo que quería pedirte...—su amigo pareció vaciar.
—Dime—apremié.
—Es respecto a tu hermana...
¿Mi hermana?—me tensé—¿que tienes tú que ver con ella?
No pude evitar el enojo en mis palabras.
—Quería que la dejaras salir conmigo para dar un paseo.
—¿Es en serio?
No podía creer lo que acababa de escuchar.
—No bromearia con algo así.
—No—espeté radical.
—¿Porqué no?, es solo una salida casual...
—Dije que no y punto, está fuera de discusión, con Nayely no sales.—exclamé.
—Me disculpas hermano pero no la puedes tener encerrada, no eres su dueño.
Mi amigo parecía muy serio y quizás ¿molesto?
—De qué rayos hablás.
—Esa joven está tan pálida, es evidente que no sale, necesita sol y aire fresco...
—No sigas, yo sé lo que ella necesita.
—No lo parece, esa pobre chica parece un gorrión enjaulado, parece fantasma— dudó un momento antes de continuar—no me he podido sacar su imagen de mi cabeza...
Sentí una fuerte punzada en el centro de mi pecho. Recordé a mi hermano, maldito bastardo, apreté el puño de mi mano libre con fuerza, sentí deseos de matarlo. Jamás lo perdonaría por todo lo que le hizo a Nayely.
—No te preocupes por mi hermana, yo me encargaré personalmente de llevarla a pasear.
—Bien, no insistiré por hoy, otro día que no estés de mal humor será.
—No será nunca.—recapacité, no debía tratar así a mi buen amigo, después de todo él solo quería ayudar—luego te contaré la razón.
Cuando terminé de hablar con Brayan coloqué el teléfono con descuido a un lado de la mesa, estaba enojado y celoso, sí muy celoso tuve que admitir, la preocupación de Brayan por Nayely no me agradaba para nada. Cerré lo que estaba haciendo en la portátil, mi cabeza ya no estaba en los negocios. Me levanté de mi puesto y me encaminé con pasos largos hacia la habitación de ella. Abrí la puerta con cuidado y observé su delgado cuerpo sobre la cama. Estaba destapada, no entendía como lo había logrado, antes de salir de la había dejado bien cubierta con sus cobijas. Imágenes de la noche anterior ocuparon mi mente. Traté de alejarlas con todas mis fuerzas.
Nada fue real pero fue tan vívido, sentía vergüenza de mi mismo, cómo había sido capaz de tener ese sueño lujurioso, me reproché.
Me acerqué a ella con cautela y comencé a taparla, me sobresalté al mirar su cara y ver sus ojos abiertos.
—Hola preciosa, buenos días.
—Buenos días hermano.
Hermano, esa palabra la estaba comenzando a odiar.
—¿Te preparo el baño?
—Sí por favor.
Era una rutina, a ella le gustaba bañarse después de despertar y era una terapia en sí, usaba los aromas orientados por el especialista para mejorar su cuerpo y su mente. Preparaba todo de forma automática cuando sentí la puerta abrirse, me volteé.
—¿Porqué no esperaste...?
—Yo puedo, no es justo que todo lo hagas tú.
—Sabes que lo hago con gusto.
—Aún así...
Con dos zancadas estuve a su altura y ella dejó de hablar, en ocasiones como esta parecía un conejo asustado y tembloroso, mis manos por inercia le quitaron la ropa de dormir y luego la cargué y la deposité con delicadeza en la tina. Ella suspiro largamente estando dentro y cerró los ojos. Cuando me disponía a salir me detuvo el sonido de su voz.
—Es tan relajante, me gusta el aroma, me relaja.
—Estaré afuera, cuando quieras salir me llamas.
—Bien
Solo dijo eso en estado de letargo, al parecer esa terapia aromática sí era muy efectiva para relajarla y calmarle la mente. Sonreí como un tonto mientras la miraba con mi mano sujeta al picaporte. Suspiré involuntariamente y después salí. Me senté en el cómodo sofá del cuarto, coloqué las manos detrás de mi cabeza y crucé los pies. Mi mente vagó por el pasado, el único pasado de verdad importante para mí, Nayely.
—Ethan.
Al escuchar su llamada me puse de pies como un resorte. Enseguida estaba a su lado, la saqué de la tina he hice lo que ya era un hábito pero ella estaba muy tensa.
—Sé qué no te gusta que te haga estas cosas, lo he demorado mucho, mañana sin falta tendrás un personal femenino para que te ayude.
Expresé decidido.
—Yo no me he quejado...
—No con palabras solo hay que verte para saber que no estás cómoda, tu expresión y tu cuerpo hablan sin decir palabras.
—Lo siento—expresó cohibida.
Me sentí mal, quizás estaba siendo muy duro con ella.
—De todas formas no puedo estar todo el tiempo contigo, tengo que trabajar.
—Lo sé, soy una carga.
Ahora estaba afligida. No se que decir o qué hacer, mis palabras tienen la capacidad de poner sus emociones a flor de piel.
—Por favor Nayely, no empecemos de nuevo, no eres una carga para mí, te lo he dicho de mil formas. No sigas con lo mismo, me voy a enojar.
—Lo siento...
—No sigas...
—En verdad lo siento.
Me agaché a su altura, la tomé por los hombros y la sacudí.
—Despierta muchacha, deja ya se pensar estupideces, eres lo más importante para mí maldita sea.— estaba alterado, creo que le grité.
Sus grandes ojos, abiertos de par en par, me hicieron reaccionar.
—Lo siento preciosa, es que me sacas de quicio. Te quiero, te quiero demasiado, no dudes más, no te atormentes, no le busques demasiado sentido a mis palabras. Nunca he sido buen orador, no se tratar a mujeres porque nunca me han importado sus sentimientos. Solo me importas tú, solo tú.—hablé desde lo más profundo de mi corazón.
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Editado: 11.05.2022