Estaba en la piscina, tumbada sobre la tumbona pero esta vez en la sombra. Ethan me había dicho que le gustaba mi piel de leche, así que dejó de ser importante el bronceado.
—Nayely, alguien vino a verte.
Abrí los ojos y pegué un grito de emoción. Lo que menos esperaba era ver a mi querida hermana pequeña. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
Meily corrió hacia mí, tan emocionada o más que yo. Ella también lloraba.
—¡Hermana! ¿Estas bien?
—Lo estoy.
—¿Qué te pasó?, ¿porqué no te comunicaste más conmigo?, estaba desesperada y sin poder tomar un avión para venir a verte. Si pudiera lo abría hecho hace mucho tiempo así fuera por tierra, sin importar el tiempo que me costara pero...
—Pero basta, tranquila pequeña, estás aquí.
Me estaba asfixiando de tan fuerte que me abrasaba, yo estaba sentada en la tumbona y ella echada sobre mí. Si llego a estar de pies me hubiera tumbado.
De pronto se apartó de mi lado. Cuando miré me percaté de que Ethan la había apartado.
—Tu hermana no pede hacer fuerza. Ten cuidado o la lastimarás.
Meily lo miró confunda e impactada. Al parecer mi hermana no sabía nada de lo que me había pasado.
—No quise decirte nada por teléfono, estaba esperando a que llegaras para contarte lo que pasó con tu hermana y porqué no se podía comunicar contigo.
—¿Qué te pasó hermana?, tu cabello... ¿Por qué lo tienes tan corto?—se le quebró la voz y rompió en llanto.
—Ahora estoy bien querida. No llores, todo lo malo pasó.—intentaba consolarla pero no estaba teniendo mucho éxito.
—Pero yo no supe nada, no estuve a tu lado.
—No es importante porque en ese tiempo no te recordaba...
Sus preciosos ojos se abrieron demasiado.
—No me recordabas.
—Acabas de llegar, descansa y luego te cuento todo.
—No estoy cansada, dime todo en este mismo instante—pidió.
—Está bien pero siéntate al menos o recuestate.
Le señalé la tumbona a mi lado. Se sentó de frente a mí. Se veía lista y ansiosa por escuchar.
—Voy a mandar a preparar un refrigerio—informó Ethan pero en realidad lo que quería era dejarnos a sola para que habláramos. Era demasiado preceptivo e intuitivo.
Asentí agradecida y luego se marchó.
—Hermana, no te alteres por lo fuerte de la historia, igual todo pasó y en verdad estoy bien—advertí antes de comenzar.
Ella asintió.
—Bien, tuve un accidente, un camión de carga me chocó en medio de una noche pero corrí con suerte de no ser abandonada, el conductor llamó a emergencias, gracias a eso logré sobrevivir. No recuerdo nada, toda esa información me la contaron después, no sé porqué estaba sola y ebria en un lugar desconocido tan tarde en la noche. Tengo la sensación de que escapé de algo.
—Ese maldito Marcus...
Murmuró por lo bajo con rabia. Sus puños estaban cerrados y muy apretados pero, aunque habló tan bajo, la escuché. Fingí no hacerlo y continué contando.
—Estuve muy grave, recibí varias cirugías y quedé en coma por un largo tiempo.
—¡Oh!—se tapó la boca, no quería interrumpir.
Las lágrimas rodaban por el rostro de mi hermana y sollozaba.
—Ethan fue quién me cuidó y se encargó de todos los gastos. Para que no me sintiera rara fingió ser mi hermano hasta hace poco que recuperé parte de mi memoria. Por el accidente quedé inválida.
—¡Inválida!—exclamó exaltada y dolida—no puede ser, es demasiado.
—Así fue, habían muy pocas esperanzas de que pudiera volver a caminar pero Ethan no se rindió, buscó al mejor especislista del país y la operación fue todo un éxito. Estoy en la etapa de rehabilitación. Por suerte, y gracias a Ethan y al doctor, puedo caminar. No puedo hacerlo como antes pero estoy cerca.
—Ethan es como nuestro ángel de la guarda, a ti te cuidó en este momento crítico de tu vida y a mi me ha estado cuidando durante años.
Me sorprendieron sus palabras pero no hice ningún comentario para que siguera hablando espontáneamente como lo estaba haciendo.
—Ethan pagó mi universidad y me envió dinro cada mes para mis gastos personales. Además me llamaba con regularidad para saber de mí. Siendo sincera me he enamorado de él...—confesó de repente.
—¡Oh!, no pude evitar la exclamación. Esa confesión sí que no la esperaba y me tomó desprevenida. Me quedé en trance.
—Lo siento, no debí decirte eso todavía, se me salió.
Estaba sin palabras y aturdida, sentía que me ahogaba, no podía respirar y el corazón me dolía, una punzada insoportable se me clavó en mi cabeza y recordé de pronto a un hombre golpeando mi rostro con un puño cerrado, jadeé con desesperación y aterrorizada, sentía que la vida se me iba.
Escuchaba la voz de Meily a lo lejos. Mientras yo apretaba mi pecho con mis manos como loca y me retorcida en busca de un aire que se negaba a acudir a mis pulmones y no supe más de mí.
Narra Ethan.
Me dirigí hacia la piscina con la bandeja en persona, sentía que ya les había dado bastante tiempo y mi Nayely debía comer algo sano pero cuando me acerqué sentí los gritos de Meily. Lancé la bandeja al aire y corrí hacia ellas con el corazón en la garganta.
Aparté sin miramientos a Meily.
—Nayely, reacciona. Saqué mi celular de mi bolsillo de mi chaqueta y marqué el número de emergencia. Hablé rápido, estrictamente lo necesario y colgué; luego tomé el delgado cuerpo inconsciente y desplomado de Nayely y corrí en dirección de la salida, atravesé la planta baja de la mansión desesperado.
Se escuchaban las sirenas de la ambulancia, pronto estaría aquí. Salí a la calle para no perder tiempo y cuando llegó la ambulancia la deposité personalmente en la camilla.
—¿Qué le pasó señor?—indagó uno de los paramédicos mientras la ambulancia se ponía en marcha.
—No lo sé, estaba bien pero se desmayó, hace medio año tuvo un accidente de tránsito y tuvo varias operaciones, incluyendo la cabeza. Balbuceaba agitado y desesperado mientras los paramédicos hacían su trabajo.
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Editado: 11.05.2022