Una mañana, estaba sentada en la sala, en un balance cómodo... Allí en el portalón corría una briza fresca y agradable que la refrescaba y la relajaba. De pronto vio entrar al medio hermano de su esposo. Se quedó muy quieta, hasta olvidó respirar. Desde el día de su boda no lo había vuelto a ver. Su penetrante mirada la taladró hasta las más recónditas profundidades de su alma, por un breve período de tiempo se quedaron así, solo mirándose hasta que él rompió el silencio con su profunda y seductora voz varonil.
—Buenos días, Nayely.
Saludó educado el recién llegado.
Escuchó tan especial su nombre con su voz tan varonil y su timbre ligeramente ronco, fue como si acariciara cada letra con sus carnosos labios. Su corazón latió alocado, galopaba en su pecho en una carrera desenfrenada, el pulso se le disparó, su respiración se había vuelto agitada y su mente se quedó en blanco o prefería que así fuera. Ese hombre provocaba reacciones extrañas en su cuerpo, sensaciones y sentimientos hasta entonces desconocidos. Cosas que nunca antes había sentido, que noquería sentir, pero eran totalmente ajenas a su voluntad y la inquietaban, era como si su cuero cobrara vida propia quitándole el poder de autocontrolarse.
Ethan es hermano de tú esposo. ¡Qué te pasa idiota!
Se humilló a si misma con sus pensamientos y con voz que pretendía sonar segura, pero sin lograrlo del todo, le preguntó—¿Que le trae por aquí cuñado?—ignorando el saludo formal y la cortesía.
—Estoy aquí porque necesito hablar con Marcus.
—Durante todo el día está en la empresa, nunca regresa hasta después de la 5 p.m en adelante.¿No estuviste primero por allá?
A pesar de lo que le provocaba y su nerviosismo, su voz salió casi serena y normal, quizás muy dura y altanera. No era su intención pero era el escudo tras el cual ocultaba lo que sentía y no quería sentir...
—Por supuesto, no me gusta incomodar, pero me informaron que no estaba... —se detuvo como meditando y continuó después de un suspiro frustrado—supuse que estaría aquí.
—No, aquí no está... ¿vas a hablar con el señor o la señora?
—¿Señor o señora?—preguntó incrédulo por la forma de referirse a sus suegros.
No era normal que con casi un año de casada y viviendo con su padre y su madrastra todo ese tiempo, esa inocente criatura que veía ante sí, tan frágil; aún los tratara como a extraños o como si ella fuera una empleada más de los ″señores‶ pensó la palabra con ironía.
—Martha Mónica y Richard—corrigió avergonzada.
—Sí, te entendí, no fue mi intención incomodarte... no, no voy a pasar, de hecho estoy apurado y ya debo irme—le informó pero sin moverse, la miró de arriba a bajo y ella enrojeció bajo su ¿inconsciente o consciente? escrutinio.
Él viento le llevaba su aroma exquisito, la embriagaba y se deleitaba. No quería y no debía pensar en él. Cuando saliera de la propiedad guardaría este segundo encuentro como el de la primera vez, muy en el fondo de su mente sin atreverse a traerlos a la memoria, aunque en los sueños unos ojos negros la perseguían y ella se debatía entre huir o correr a su encuentro... siempre despertaba sudada y nerviosa, más volvía a esconder los recuerdos y el sueño que se repetía una y otra vez como si fuera un déjà vu.
—¿Lo llamaste a su celular?
—Sí pero no contesta...
...desde que la vio por primera vez en el día de su boda no la había podido borrar de su memoria, se imaginaba que era porque sabía lo infeliz que iba a ser una criatura como ella al lado de un ser como su hermano...
—No se mucho de esos asuntos...
—Tampoco hay mucho de que hablar—le comentó casual para que ella no se sintiera mal por ello.
Se acercó y depositó un calido y fugas beso en su mejilla, enseguida se arrepintió...
—Adiós—solo dijo y se marchó presuroso.
Ella se quedó pasmada por su acción.
Observó su cabello negro perfectamente arreglado, su espalda ancha y sus fuertes bíceps, una cintura delgada y unas nalgas bien sexis que se le definían con el elegante pantalón ajustado a la media exacta. Le provocó nalguearlo, aún sentía la sensación y el estremecimiento que le provocó sus labios en sus mejillas.
Idiota, pervertida, estúpida.
Le recriminó su yo interior, enfurecido por todo lo que despertaba en su ser, ese hombre prohibido.
—¡Oh Dios, no me castigues!, saca la lujuria que quiere dominar mi cuerpo y mi alma—y rezó el padre nuestro, el Ave María y todo lo que se le vino a la mente.
Es una historia muy conmovedora se los aseguro mis amores 🤗
👁️¡Ya estoy publicando los capítulos finales!
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Editado: 11.05.2022