Infierno Celestial (libro 1.5)

Capítulo 7

 -Oh Lilith. - la voz de Lucifer le llegó a través de la densa nube negra que la transportó al infierno. - Me preguntaba donde estabas. 

 Lilith se contuvo de poner los ojos en blancos ante el falso tono de preocupación. 

 Lucifer apareció ante ella. Sus ropas estaban salpicadas de rojo. Y su actitud era más bien complacida. Como si acabase de terminar de ver su película favorita o hecho alguna actividad relajante. Pero la realidad era que había estado torturando los demonios que ella había atrapado y condenado a su eterno sufrimiento. Hizo una mueca. Pero él pareció no notarla.

 Se puso de pie y camino hacia ella, sus alas quemadas se arrastraban por el suelo, como una carga sin vida sobre sus espaldas. Muy a menudo Lilith se preguntaba porque Lucifer jamas se las había quitado. Una parte de ella creía que el amo del infierno poseía las alas maltratadas para recordar. Pero Lilith no sabia si recordar lo malo...o añorar lo que había perdido.

Por su parte, ella jamas de había arrepentido de seguir a su corazón. No había querido ni necesitado las alas.

Pero todo era diferente ahora. Su compañero era un arcangel y uno poderoso. Y lo que ella mas anhelaba ahora era la paz que obtenía con él y lo completa que se sentía a su lado.

"No me importaría volverme un ángel por él"  Pero casi se ríe de su propio pensamiento. Si había forma de volver al cielo...ella no lo sabia y tampoco le preguntaría a su señor.

Alejo esos pensamientos que la embargaron de una repentina tristeza y se enfoco en Lucifer. Su mente comenzó a trabajar en una rápida y creíble respuesta.

   - He perdido el rastro de uno de los demonios. - se cruzo los brazos y lo miro casi enojada. - Y tuve que quedarme a seguirle el paso y no dejar que se me escape. Lo tenia en mis manos. - piso el suelo con fuerza. Si. Ella era famosa por sus berrinches a la hora de trabajar. Nadie le arruinaba una caza. Jamas.

Los ojos de Lucifer brillaron con advertencia y ella se estremeció. Porque no era cualquiera quien la había convocado. Inclino la cabeza a modo de disculpa. Unos segundos después vio la punta de los perfectos y lustrados zapatos de Lucifer. No se atrevió a moverse.

    - Tienes que tener mas cuidado , pequeña Lilith. - puso un dedo en la barbilla de ella y la alzo. Su toque era como el hielo. - Seria muy difícil reemplazarte. Tu ausencia nos afectaría a todos..por un tiempo al menos. - sonrió y a ella se le pusieron los pelos de punta. No solo por su toque, sino por sus palabras.

Porque le dio a entender que su muerte para no era mas que solo una insignificante molestia. Ella tuvo ganas de gruñir. Que lindo es pensar que el ser por el que darías la vida, que tiene la tuya en sus manos y has vivido durante incontables siglos, te considere una simple miga de pan. Pero se obligo a recordar que sino fuera por su pacto de vida que había hecho con él, hace mucho tiempo que Lilith hubiera escapado de ese infierno. Pero su joven y sedienta mente de venganza la había llevado a confiar en Lucifer, confiarle su vida y sus ansias de ver el cielo arder. "Que estúpida fui" Ahora y por siempre, su vida le pertenecía al amo del infierno.

Y si él supiera lo que ella hacia en la tierra y de su compañero...No dudaría en chasquear los dedos y mandar a Lilith al descanso eterno.

Posiblemente antes lo hubiese aceptado. Pero ahora ella tenia un propósito. Algo por lo que luchar y vivir. Un compañero.

  Hizo dos pasos atrás, liberándose del toque de Lucifer y le sonrió de lado.

   - Lamento informarte que no te  libraras tan rápido de mí. - vio como Lucifer se divertía con sus palabras. - Si me permites, repondre mis fuerzas y continuare con mi misión.

Un grito resonó en las paredes, proveniente de algún lugar. Seguido de otro y otro.

Su amo giro los hombros y tiro la cabeza hacia atrás, inclinándola un poco y cerrando los ojos. Su expresión era de placer, como si se embriagará con los gritos y alimentara con su dolor. Y así era.

Lucifer la miro.

Sus ojos, que contenían al infierno mismo, brillaron con maldad pura. Era la oscuridad en persona. El rey del dolor.

Lilith supo que aquello era su despedida.

Salio dando grandes pasos y busco rápidamente su habitación.

Una vez dentro, calmo su respiración agitada y se llevo una mano temblorosa a la frente. Había estado tan cerca de perder la compostura.

"Respira, Lilith. Estas a salvo" O por el momento, lo estaba.

Se acomodo en su cama y admiro su triste y vago cuarto. Las paredes de piedra lisa eran de un tono casi negro y el fuego que brillaba en la chimenea era la única luz que poseía. El baño era muy chico, pero contenía lo justo. A unos metros delante de ella se encontraba la pequeña biblioteca con unos 30 libros. Cada uno de ellos leídos al menos unas 500 veces. "Tendré que con seguir más" Bufó

Su estomago gruño. Los demonios y ángeles, al contrario del pensamiento, tenían que alimentarse. Pero cada cierto tiempo, pues sus cuerpos podían contener la energía y vitaminas de una comida por unos dos meses.

Pero Lilith se había alimentado con Miguel, así que su hambre no tenia sentido. Hizo una mueca y se frotó el estomago.



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En el texto hay: corto, demonios y angeles, amor imposible

Editado: 12.06.2018

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