Un grito resonó en medio de la noche. Los truenos acallaron el sonido.
La lluvia se llevó lo que restaba de aquel demonio convertido en cenizas.
Lilith rodó los hombros y cerró los ojos, tirando la cabeza hacia atrás, disfrutando del agua cayendo sobre su rostro y la corriente de aire que llenaba sus pulmones. Se sentía libre, capaz de cualquier cosa.
Una sombra cayó sobre su cabeza y dejo de sentir las gotas, abrió los ojos y vio el ala de su compañero cubriéndola como una manta. Miguel llevaba el pelo pegado a la frente y el agua le hacía ver incluso más sexy. Lilith ronroneo por sus adentros. El arcángel tenía los brazos cruzados, una expresión relajada y en su mirada se reflejaba el amor que ella sentía.
- ¿Cual es nuestra siguiente parada? - caminó hasta ponerse detrás de ella, listo para volar al lugar que ella le indicase.
Lilith se relajo y tiro la cabeza para atrás, apoyándose en su pecho, en su calor, sintiéndose protegida.
- Vayamos a algún lugar tranquilo. - sintió su pecho retumbar cuando el arcangel se rio.
- A sus ordenes.
Los brazos de Miguel se cerraron a su alrededor y sus alas se abrieron con un suspiro. Y pronto estuvieron en el cielo.
~°~
La lluvia había cesado y el sol comenzaba a surgir de entre las nubes, iluminando el cielo.
Lilith apoyó a cabeza en el hombre de su compañero, mientras Miguel la envolvió en un cálido abrazo.
Estaban sentados en el borde de la azotea que se encontraba frente al parque donde se habían conocido por primera vez.
Lilith miro el lugar entero y sintió que aquello había sido hace mucho tiempo, aunque solo hubieran pasado semanas. Su alma estaba en paz, pero muy en el fondo había un toque de desesperación, algo que la mantiene alerta, sabiendo que tendría que pensar algo para solucionar las cosas...y pronto. Esta relación, incorrecta pero destinada a ser, debía haber una manera de que esto funcionase, para todos, sino ¿Porque otro motivo los habría reunido el destino? Lilith no quería pensar que el destino fuese tan cruel, reuniendo a dos almas predestinadas solo para que su relación fuese imposible.
Se apretó más al pecho de Miguel, sintiendo el ritmo de su corazón. "Por ahora solo disfrutare lo que tengo a mi lado"
Pasaron el resto de la tarde conversando, hablando acerca de sus vidas y todos aquellos recuerdos que creían perdidos, y riendo por las anécdotas que cada uno tenía, las más ridículas y cómicas. Pero ninguno perdió de vista que había más oscuridad en sus pasados que luces en el camino. Para Lilith no era el momento de hablar de su pasado oscuro, aquellos tiempos de muerte y devastación, y por la expresión de Miguel, sabía que su compañero tampoco quería hablar de ello.
En algún punto la sonrisa de Lilith se esfumó por completo, junto con el sol escondiendose. Sabía que era hora de irse. No podía permitirse otro tropiezo como la noche pasada, o serian descubiertos.
Lilith cerró los ojos y bajó la cabeza, suspirando profundamente. No tenía las fuerzas para levantarse, o mejor dicho, no quería hacerlo. Estar lejos de Miguel se le hacía insoportablemente doloroso.
La mano de su compañero se posó en su barbilla y la obligó a levantar la cabeza, para mirarlo a los ojos. Aquellos ojos marrones que la volvían loca y que brillaban con amor y comprensión.
- Lo sè. - dijo simplemente Miguel. - No te pongas triste, mi corazón. - bajo la cabeza y apoyó su frente contra la de ella - Nos veremos de nuevo. Mañana será un nuevo dia y te estaré esperando en el mismo lugar. - Lilith se aferro a esas palabras y su corazón se ablandó.
Acarició la mejilla de su compañero y admiro sus rasgos, memorizando hasta el último detalle. Y supo que haría cualquier cosa por èl. Y que superan todo lo que vendría. Juntos.
Lo besò. Y quiso que su beso le transmitiera todo lo que las palabras no podían. Todo el amor y fuerza que poseía. Y su corazón, que ahora le pertenecía.
Un leve olor llenó el aire y Lilith se quedó congelada. Conocía aquel olor. Era azufre.
Lilith salto lejos de Miguel, que tenía una expresión de confusión mezclada con preocupación al ver su cara.
Lilith se concentró y por el rabillo del ojo, lo vio.
Un demonio menor los estaba observando y en cuando se percató de que ella lo descubrió se hizo humo. Desapareció. Transportado al infierno. Y a Lucifer.
Todo el aire fue expulsado de sus pulmones. Escucho a Miguel maldecir al darse cuenta lo que acababa de suceder.