Infierno Helado (libro 1)

Capítulo 24

Jesse y yo estábamos acostados en mi cama, así como la mañana en la que me había marchado de su lado. Está viendo hacia el techo, en el que hay estrellas que brillan en la oscuridad de un tono verde claro y luminoso, mi mejilla está en su pecho y mis piernas se entrelazan con las suyas. El silencio nos consume por completo aunque sabíamos que teníamos mucho de qué hablar.
Sin embargo no fui la que empezó la conversación, no quería arruinar este momento. Cuando lo vi en aquel edificio no parecía él, era su voz pero su rostro se miraba demacrado, me sentí culpable cuando admitió que no había podido dormir bien, que junto con Sebastian y el resto habían intentado buscar alguna solución para encontrarme pero al estar aquí, las protecciones evitaban que cualquier hechizo localizador diera conmigo así que cuanto salí, ellos pudieron rastrearme. Todos sostenían armas, cosa que nunca los había visto hacer, pero lo habían hecho por mí, por traerme de vuelta con ellos.
-Pensaba en ti antes de dormir, así cuando cerraba mis ojos podía verte a mi lado.-Dice sin verme, aún mira hacia las estrellas.
Aprieto mis labios por la sorpresa.- Yo te imaginaba aquí conmigo, imaginaba que me abrazabas hasta que quedaba dormida.- Me acomodo más cerca de él, si es que eso es posible.
-Me pregunto cómo habrían sido las cosas si ambos fuéramos humanos, totalmente ajenos de este mundo. Me pregunto cómo habrían sido las cosas.
-Nos habríamos encontrado de una forma u otra, lo sé.
Sonríe, sueña despierto.
-Todo pasa por una razón, creo que mi destino era encontrarte.
-Jesse.- Lo llamo con voz suave.
-Dime.- Contesta con voz risueña.
-¿En qué momento te diste cuenta de que me querías?
Se queda callado un segundo y su respiración cambia.
-Creo que no sucedió de golpe, fue creciendo poco a poco, cuando sucedió lo de la fogata y supe que estabas ahí algo cambió en mí, sentí miedo y me pregunté por qué me sucedía eso, por qué me preocupaba tanto por alguien que no era mi familia, nunca había sucedido antes. En ese momento no tuve respuestas, tampoco me detuve para pensarlo, salí como loco a buscarte y te vi ahí, en medio de esos cuerpos inertes, te cargué, sentí tu dolor y preocupación pero yo me sentía aliviado porque estabas bien, eso que sentí cuando te vi viva... es la misma gratitud que siento al ver a mi familia viva a diario, luego de esa noche supe que habías cambiado algo en mí, algo era diferente. En cuanto hicimos aquella apuesta supe que iba a perder porque estaba enamorado de ti.
Alzo mi mirada hacia su rostro y descubro que me mira de una forma que no puedo describir, hay amor en su mirada, también temor y anhelo.
Mi corazón brinca, se mueve y cae para luego repetir el proceso.

Suavemente muevo mi mano hacia su cabello y luego a su cuello para acercarlo a mí. Me besa, sus labios suaves y fríos contra los míos. Sus manos se mueven hacia mis caderas y se mueven con delicadeza. No digo nada porque no tengo palabras suficientes para responder a eso, así que lo beso porque todo lo que quiero decirle, él lo interpreta con mis labios.

-No sabes lo agradecida que estoy por haber hecho este sacrificio por mi.- Nos separamos, sus ojos se entornan luego de haberlos mantenido cerrados.

-No tienes que agradecer nada, voy a estar para ti siempre.- Me besa la frente y nos quedamos nuevamente en silencio escuchando las palpitaciones del otro.

Estamos en la sala cocinando sopa instantánea y es cuando empezamos a hablar.
-No puedo creerlo.- Digo bebiendo del café que me tiende.- Zack y Sebastian realmente han cambiado.

Está de espaldas y tengo una gran vista de él. Me doy cuenta de que me encanta la idea de que me cocine, aunque sea sopa instantánea, la visión de él yendo de aquí a allá buscando los utensilios de cocina es perfecta.
-Sí, cuando te fuiste y dejaste esas cartas nos dimos cuenta de que la guerra estaba por empezar y que no podíamos quedarnos atrás, no pensábamos unirnos a Caín pero queríamos traerte de regreso, tener nuestro pequeño ejército así que Zack y Sebastian empezaron a desarrollar sus dones al cien, empezaron con cosas leves. Zack movía los sillones de la casa, luego la mesa y luego sacudió la casa.- Mi boca se abre por el asombro.- Si, fue un día loco. Sebastian empezó a meterse en las mentes de todos, fue incómodo. Primero su voz se escuchó como susurros y luego fue aumentando. Abby, si sigue practicando será capaz de controlar mentes.

Entonces un pensamiento me golpea.- Jesse.- Lo llamo.- Mi tono demasiado fuerte y preocupado.- Ellos no son orígenes, Caín lo sabrá.
Jesse suelta aire mirando el suelo.- Ellos sabían los riesgos al venir y los tomaron.

-Pero... nadie puede saberlo.
-Las reglas del juego cambiaron, nosotros los jugadores también debíamos hacerlo.
Se acerca con dos tazas, ambas llenas de sopa y fideos.-¿tenedores?- Pregunta.
-En uno de los cajones.- Le digo oliendo lo increíble que están las sopas.
- ¿Qué...?
Levanto la vista y descubro a Jesse con mi celular. Trato de fingir una sonrisa inocente.
-A veces las ganas de llamarte eran demasiadas.- Me encojo de hombros.
Me tiende mi tenedor con una sonrisa acusadora.
-Entonces...- Digo enrollando los fideos en las puntas del tenedor.-¿Estarás listo para entrenar mañana?
Tuerce el gesto.- No creo que sea tan pesado.
-Eso dices... luego no podrás ni sentarte.- Me río.
-Mi padre me había enseñado algunas tácticas de lucha de pequeño, también trucos para controlar mi poder y créeme eran entrenamientos duros.
Sonrío tristemente, podía ver que aún le dolía frescamente su muerte.
Le conté más detalles de lo que había sucedido, sacamos el tema de Cody, quedó impresionado, aún no podía creer que estuviera vivo al igual que yo.



#799 en Fantasía
#3690 en Novela romántica

En el texto hay: guerra, fuego, hielo

Editado: 15.02.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.