¿Cómo me siento? bueno, me siento diferente.
Siento como en mis venas la sangre corre caliente, siento como mis huesos son más fuertes y mi piel arde. Me siento eufórica, de momento tengo deseo de correr, de saltar y gritar como para liberar esa extraña energía que siento en mí. Mi cabeza empieza a punzar y me tambaleo un poco. Es entonces cuando Jesse viene a mí, su rostro está lleno de preocupación, yo sonrío a pesar de que me siento como si tuviera una sobrecarga, mi corazón está acelerado y mis manos empiezan a temblar. Jesse está frente a mí. Los recuerdos de él muriendo hacen que algo se rompa en mi pecho, quiero abrazarlo, besarle y nunca dejarlo ir pero cuando está frente a mí y toca mi rostro por unos segundos, se quema con mi piel.
-Jesse.- Lo llamo al ver que sostiene su mano con una mueca de dolor.- Jesse lo lamento.
Intento acercarme pero luego me digo a mi misma que no es seguro.
Miro a mi alrededor, todos están ahí, rodeándonos a él y a mí.
-Es normal ahora.- Dice Elías.- Tu piel no está acostumbrada a esa temperatura, pero pasará.
Me quedo viendo a Jesse.-¿Cómo te sientes?- Me pregunta desde la distancia.
-Es como si no estuviera en mi cuerpo, es diferente.- Mi voz sale rasposa ya que mi garganta duele.
Levanto la mirada y la poso sobre Cody e Isabel, ambos sonríen y él dice.- Bienvenida oficialmente.
Sonrío y luego cierro los ojos, no vuelvo a abrirlos por no sé cuánto tiempo.
Todo a mí alrededor es blanco, no hay más que paredes y la camilla en donde me encuentro acostada. La luz se me hace muy molesta y me hace parpadear repentinas veces.
¿Cómo es que llegué aquí? lo último que recuerdo es haber despertado, Jesse y el resto estaban ahí y luego caí al suelo dormida.
La puerta metálica se abre y entra un hombre de unos treinta y tantos años, cabello negro y con barba, sus ojos grises haciendo contraste con unas cuantas canas.
-Hola Abby, has despertado.
-¿Quién eres?- Pregunto. Mi voz sale distorsionada y adormilada.
-Soy Jhon, un medio origen de sanación y por ahora soy tu doctor.
-¿Qué me pasó?
Se acerca a mí a paso tranquilo.
-¿Qué tanto recuerdas?
Me lo pienso un momento, recopilando todo lo que pasó desde que desperté.
-Caín hizo que mi poder despertara, me hizo ver y sentir cosas para que sucediera y luego desperté y había cambiado, pero al parecer me desmayé ¿Es eso normal?
-Tus recuerdos están bien y tú también lo estás. Es normal, tu cuerpo recibió una sobrecarga de poder, además de que no está acostumbrado a que tu temperatura sea tan alta. Te trajimos a la clínica de la comunidad.- Lo supuse.- Y te hicimos unas cuantas pruebas de sangre, te escaneamos y te estamos medicando para hacer más soportable los cambios de tu cuerpo y para ayudar a que se acostumbre a su nueva temperatura.
Asiento aunque algunas cosas no logro escucharlas claramente, debe ser que me han dado algún calmante.
-¿Dónde está Jesse?
Frunce el ceño.- Creo que te refieres al chico de cabello negro y ojos azules.- Asiento.- Acaba de irse, pasó toda la noche aquí pero lo obligamos a retirarse.
-¿Toda la noche?
-Sí, has estado dormida por un día entero.
La preocupación me llena, un día menos para entrenar.-¿Cuánto tiempo tendré que estar así? tengo que entrenar.
-Te voy a decir la verdad.- Su tono de voz me dice que no es una buena noticia. Asiento.- Lo normal sería que pasaras en revisión por al menos un mes.
-No, no puedo, tengo que entrenar, tengo que ir a la guerra.
Sonríe de lado.- Caín me advirtió que dirías eso.
Caín, recuerdo haberlo visto luego de despertar, era el único realmente aparto de mi mientras que todos estaban a mi alrededor, él estaba observando desde la distancia, recostado a un árbol.
-Caín, no tuve tiempo de agradecerle.
-Creo que sabe que le agradeces. Entonces, volviendo al tema de observación, es obvio que no te quedarás atrás mientras que todos entrenan.- Niego con la cabeza.- Bien, te tendremos en observación dos días más y luego quedarás al cuidado de alguien más.
-¿Y quién es ese alguien?- Pregunto.
-Caín.
Una enfermera me trajo el almuerzo y justo en ese momento Cody cruzó la puerta con un ramo de lilas.- Hola bella durmiente.- Me saluda con un beso en la mejilla y coloca el jarrón de vidrio en el suelo.
-Hola, son hermosas.- Digo viéndolas con una sonrisa.
-Sabía que iban a gustarte, deja que busque una silla.- Dice abriendo de nuevo la puerta y metiendo una silla metálica, la ubica al lado de mi cama.- ¿cómo te sientes?- Pregunta serio esta vez.
-Sinceramente no lo sé, aún no puedo creerlo ¿Sabes? incluso, hay momentos en los que olvido lo que pasó, estaba sedada y dormía y despertaba, cuando lo hacía me preguntaba que qué hacía aquí y luego todo volvía a mi mente.
-Te entiendo, así fue para mí. ¿Acaso no sientes como si pudieras hacer cualquier cosa?- Me pregunta.
-Sí, supongo que sí pero la energía que siento dentro de mi es insoportable y ya ni se diga el calor, estoy hirviendo.
Asiente.- Si, puedo sentirlo.- Se ríe.