El mudarse lejos de todo lo que conoces por temor a lo que pasará en tu futuro es sinónimo de huir y tal vez, eso es lo que estábamos haciendo.
Pudimos pensar en una ciudad más cercana a Old Town o por lo menos un lugar parecido a este pero no, decidimos venir a Canadá. Lo primero que pensé cuando James propuso esta ciudad fue ¡Que exageración! y de inmediato sentí pánico porque es un lugar desconocido para mí, además de ser desconocido, estaba demasiado lejos de mi antiguo hogar. Pero esa es la idea ¿no? empezar de cero. Estás huyendo me repito por enésima vez. Si, lo sé me contesto por enésima vez.
Oculté mi tristeza delante de todos al dejar atrás a aquel grupo que una vez me apoyó y me recibió, oculté mi decepción al no ver a Caín dentro de ese grupo al despedirme, simulé no sentirme aún peor cuando pasamos el letrero de Old Town y cuando llegamos al avión traté de mentirme a mí misma, diciéndome que todo estaría bien, que dentro de unos meses todo lo sucedido no dolerá más. Pero desde ahora sé que eso no es verdad ¿cómo podría olvidar todo eso? cambió mi vida por completo, me cambió a mí.
Arribamos en el aeropuerto y bajamos del avión. Todo es desconocido ahora, las personas, el ambiente.
Cuando recuperamos nuestras maletas, James nos ayuda con ellas y salimos del aeropuerto. Respiro profundo cuando me doy cuenta de que si pensaba arrepentirme de huir, ya era tarde. Miro el paisaje de mi nuevo hogar y me digo que mi familia y yo, estamos a salvo. Por ahora.
Todo continuará en... Paraíso En Llamas.