Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 44

Mike seguía pensando en maneras de destruir el Aegis Reverso de Ouroboros, incluso cuando Liliana regresó, no descartaba de su mente intentar explotar varias bombas atómicas en distintos puntos de la cúpula, aunque no pensó en las gravísimas consecuencias que vendría de ello.
—¿John ha reaccionado de alguna forma?
Liliana negó con la cabeza mientras miraba a Mike.
—Ahora mismo creo que es inútil que lo añadamos a la estrategia contra mi hermano si llega a aparecer, aunque también se podría decir que es un peso muerto en cualquier aspecto.
Mike asintió y Liliana se desvaneció, volviendo al interior del espejo.
Tras ver a Liliana volver al brazalete, Mike miró la pantalla del ordenador, la cual tenía una transmisión de uno de sus saltamontes que llevaban Lucifer y Uriel. Ambos se fueron a buscar las armas restantes que estaban junto al cadáver de Paul.
Al ver la escena, Mike respiró hondo y reprimió su ira, ya que la inmensa mayoría de armas estaban destruidas.
—Luci, Uriel ¿Hay algo que pueda salvarse?
En la pantalla, Lucifer y Uriel buscaron entre los escombros, pero al final, ambos solo tenían en sus manos diversas piezas distintas.
—Hay varias piezas que son reutilizables, otras están casi rotas, y el resto solo valdría como chatarra.
Mike asintió aunque ellos no le veían, por lo que le respondió a Uriel.
—De acuerdo... traedme la furgoneta con todas las piezas... no, que alguno lo lleve al muro donde puso el ejército sus armas, luego venid aquí y ayudadme a transportar todo lo que podamos de aquí.
En última instancia, Mike recordó el muro que hizo el ejército con ayuda de los Protectores, y se le ocurrió una idea, planeaba fortificar el muro lo máximo que pudiera para matar, o al menos detener, a Ouroboros cuando apareciera.

John seguía mirando sus manos, con sus lágrimas saliendo de sus ojos.
—¿Guilea?... ¿Lucy?... ¿Qué... qué demonios soy?
Un pequeño animal con los ojos rojos miró a John a lo lejos, escondido entre unos escombros. Su bigote se movía violentamente mientras captaba los olores con su nariz, a la vez que usaba su pata trasera para rascarse detrás de la oreja antes de correr hacia las manos de John.
John se sorprendió por el pequeño animal que apareció frente a él y se acercó a esa velocidad.
—¿Qué haces aquí pequeño? ¿De dónde sales?
El animal, que era un hurón, tenía el pelo blanco haciendo que sus ojos rojos se resaltaran.
Antes de que John pudiera acariciarlo, el hurón lamió la punta de sus dedos, al terminar, lo miró.
—Debes creer que estoy loco ¿verdad? Llorar por algo que ni siquiera entiendo...
El hurón se levantó sobre sus patas traseras y apoyó sus patas delanteras sobre el estómago de John, el cual cuando lo volvió a mirar no pudo evitar reírse levemente al ver su nariz moverse tan rápido.
—¿Qué quieres? ¿Quieres saber lo que ocurre?
El hurón movió su cola en aprobación, aunque a ojos de John simplemente se debía a que era un animal juguetón.
—Pues te lo explicaré... aunque ni yo lo entiendo... cuando quise darme cuenta, todo a mi alrededor cambió, el cielo era rojo, el sol era negro, y todos los edificios se estaban destruyendo. Entonces, alguien... me preguntó algo.
El hurón, cuando John llegó a esa parte, movió su cola más rápido y comenzó a soltar por su boca una especie de pequeños gruñidos. John entendió esto como si el hurón estuviera impaciente.
—Me preguntó que qué era lo que prefería, la necesidad de muchos, o el ruego de algunos. Pero daba igual qué respondiera, ya que después veía a Guilea y a Lucy morir, una y otra vez...
El hurón clavó sus uñas en la palma de John, haciéndole sangrar, aunque John no se enteró, ya que no sintió el dolor. En cambio, John le dio una sonrisa melancólica al hurón.
—Pero gracias a eso, puedo comprender que todos los que se acercan a mi acaban muriendo. Por eso prefiero ignorar a Mike, a Lucifer, a Uriel...
El hurón miró a John por unos momentos antes de correr a otra parte, dejando a John solo de nuevo.
Cuando el hurón desapareció de la vista de John, se situó en un lugar entre los escombros donde el hurón si que podía mirarlo. El hurón miraba fijamente a John, en sus ojos rojos, se veía el mismo reflejo que vio Mike cuando liberó una de los candados de la mortalidad.
En el reflejo, alrededor de John había dos cadenas con los candados restantes, pero con un leve brillo, se formó otro candado, el candado plateado previamente destruido por Liliana.
Cuando John fue restringido de nuevo por el candado plateado, su tristeza remitió poco a poco, y en su mano apareció la espada que recibió, la Lævateinn.
John se levantó y se quitó las lágrimas con su mano restante.
—Aunque es sólo un espejismo... la muerte de Guilea ocurrió porque intentó matar a Sundrac y no logró reaccionar... y tengo que encontrarme con Dios para que arregle todo esto, no puedo deprimirme por una ilusión...
Una explosión resonó a varios kilómetros de distancia, haciendo que John mirara a todas partes. Cuando sus oídos captaron el origen, levantó el vuelo y se dirigió allí.
Una vez que John se fue, la cabeza de Omega se dirigió rodando hacia su cuerpo y se colocó donde estuvo en un principio. Al cabo de unos segundos, Omega se levantó y miró al hurón con una mirada maníaca.
—¿Cómo lo has hecho?
El hurón se ocultó más profundamente entre los escombros, aunque frente a Omega, era un acto inútil, ya que en su mano apareció la Muramasa y con un giro de su muñeca, apartó todos los escombros.
El hurón gruñía y mostraba sus dientes, intentando amenazarlo mientras se mantenía en pie.
—¿Qué clase de animal eres?
Omega, cansado de los gruñidos del hurón, lanzó la Muramasa y le atravesó el cuerpo.
—Supongo que solo eres un animal... a lo mejor cuando ese viejo y esa retrasada de Liliana liberaron a éste John el primer nivel solo fue algo temporal.
Omega retiró la Muramasa del cuerpo del hurón y desapareció a través de un agujero negro mientras ocultaba su rostro de nuevo. No se dio cuenta de que el hurón comenzó a arder en llamas blancas, desapareciendo completamente.




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