Mi celular sonó y provocó que despertara, sin abrir los ojos tomé el celular de mi buró y contesté enfadada.
—¿Hola?
—Parece que alguien se despertó de malas mi amor —rio.
—Parece que alguien no me deja dormir hasta tarde —froté mis ojos.
—Son los 10, amor, ya deberías haberte levantado.
—¿¡Qué?! —Miré la pantalla y comprobé la hora —no sé qué me pasó, no quiero que pienses que soy una floja de primera —solté risitas nerviosa.
—Te perdonaré con una condición.
—¿Cuál?
—Debes darme un beso larguísimo cuando nos veamos amor.
—Prefiero que no me perdones —reímos al unísono.
—Tú ganas cielo.
—¿Ya estás en el trabajo?
—Sí mi amor.
—¿Desayunaste?
—Aún no amor.
—¿Qué esperas para hacerlo?
—Esperaba escuchar tus regaños amor.
—¿En qué momento dejarás de decir "amor"?
—En ninguno amor —reí.
—Esteban no puedes salir de casa sin desayunar.
—De acuerdo cielo, no pasará nuevamente.
—Eso espero.
—Amor.
—Dime.
—¿Por qué eres tan bella? —no supe que responder, me puso nerviosa su pregunta.
—No es correcto responder con otra pregunta, pero ¿no se supone que debes trabajar?
—Vine a pedir mis vacaciones amor.
—Y, ¿qué harás si te las dan?
—Viajar contigo cielo.
—¿Conmigo?
—Sí amor, serán unas vacaciones inolvidables.
—¿Qué pasará si no te las dan?
—Me las den o no, serán unas vacaciones inolvidables porque las quiero pasar contigo, claro, si es que me lo permites amor, ¿qué dices?
—Suena divertido.
—Así será mi amor, ¿podemos vernos en la tarde?
—Mmm sí —dije dudosa.
—Pasaré a las 7pm por ti cielo, te amo —mandó muchos besos, colgué y al terminar la llamada noté que estaba ruborizada y emocionada por salir con él.
Desayuné, limpie la casa, pasé la mayor parte del día mirando películas, siempre he dicho que las vacaciones son para eso.
Se acercaba la hora para salir con Esteban, así que me duché, me coloqué unos jeans, un suéter, una mascada, unas botas y una chamarra abrigadora pues el día estaba frío y lluvioso, estos días siempre serán mis favoritos.
Esteban tocó el claxon desesperado, odio ese hábito pero así es él y no pretendo cambiarlo, después de todo me enamoró con todo y eso.
Me pinté los labios, coloqué mi perfume, tomé mi bolso y salí.
—Hola amor —nuestros labios se fundieron.
—Hola —sonreí.
—Te miras preciosa igual que todos los días bebé.
—Gracias —me ruboricé —tú estás muy guapo también —fue su turno de ruborizarse.
—La hermosa aquí, eres tú. Dios, ¿qué hizo este chico feo para merecer a una mujer tan hermosa? —Miraba hacia el cielo.
—Tonterías, la pregunta seria al revés.
—No amor.
—Sí.
—Somos como la princesa y el sapo cielo —reí y negué.
Seguimos discutiendo todo el camino hasta que llegamos a un cinema al aire libre, vine alguna vez con Carlos antes de formalizar nuestra relación pero esta vez todo fue diferente pues el clima era frío y en cualquier momento llovería.
Nos sentamos en una esquina, la película comenzó y los vendedores nos ofrecieron chocolate y galletas caseras en vez de palomitas «buena elección»
Editado: 04.07.2019