Infinitamente enamorada.

|Capítulo 4|

¡Hoy es 31, él último día del año!

Este año sin duda alguna ha sido el más fatídico y emocional de todos los años de mi vida.

Inicié el año con el amor de mi vida en coma estaba perdiendo las esperanzas hasta que por fin abrió sus ojitos color miel, no se compara con nada la alegría que sentí al mirarlo hablar y moverse lentamente, sentí que la vida volvió a mi cuerpo.

Pase días con él cuidándolo pues lo que había pasado no era algo para tomárselo a la ligera.

Los días pasaron, cada día se notaba más su mejora, de verdad pensé que pasaríamos la vida juntos y no es por sonar cliché, es porque de verdad él me entendía, me quería, me demostraba su dulzura y el amor que me tenía día con día, jamás me hizo sufrir, jamás me dañó no hubo un día en el que me haya arrepentido de ser su novia, de ser su prometida a pesar de los celos y peleas que tuvimos.

Recuerdo el día en que mamá me dijo que Carlos estaba en el hospital, salí de inmediato, Margarita no me decía nada, ni siquiera ella sabía la gravedad del asunto, entré a mirarlo, tenía heridas, su piel era pálida pero eso nunca quitó que fuera guapo por dentro y por fuera, el cardiograma dejó de trabajar, mi furia aumento, perdí el control, la cabeza, los sentidos, cuando él se fue perdí absolutamente todo.

Esteban llegó nuevamente a mi vida y me ayudó muchísimo, poco a poco el dolor iba pasando hasta que conocí al asesino de Carlos bueno más bien, creía conocerlo, fue él quien me dañó tanto, por él perdí la confianza al mundo, por él pase dos de los procesos más difíciles de mi vida, ¿cómo podría tomar con ligereza el que hayan matado a mi prometido? y peor aún, ¿cómo iba a poder seguir viviendo tranquila sabiendo que fue mi papá quien lo hizo?, he controlado mi furia y el odio que le tengo a pesar de amarlo pero esa herida aún no sana y quizás nunca lo haga.

Después Esteban empezó a entrar más a mi vida y a hacerme mirar las cosas con otros ojos, sin darme cuenta me fui enamorando de sus locuras, de sus bromas, de sus gestos, simplemente me fui enamorando de él.

Para concluir, fue un año lleno de buenas, malas y perturbadoras emociones pero de todas he aprendido y creo que eso es lo que importa en este momento pues cada lección nos ayuda a ser más fuertes en la vida.

Me di una ducha, me puse unos jeans, unos botines, un suetercito, una mascada, cepillé y seque mi cabello, me puse una bandana que combinara con mi outfit y baje a desayunar.

Salí al panteón con Carlos, pase a la plaza por una bebida caliente, al volver a casa me encontré con Esteban.

—Buenos días, amor —nos fundimos en un beso.

—Hola.

—Te miras hermosa, pequeña.

—Gracias —mis mejillas aumentaron de temperatura —¿quieres pasar? —negó.

—Tengo que ir al trabajo amor, solo quería pasar a darte los buenos días —volvió a besarme.

—Que tengas lindo día —jugué con su cabello.

—Bebé.

—Mande.

—¿Puedo pasar por ti en la noche? —asentí —de acuerdo. Te amo, bebé. Nos vemos más tarde —me besó y se marchó al trabajo.

Entré a casa, mamá estaba preparando la comida.

—Buenos días, hija.

—Buenos días, mamá.

—Ya casi está la comida, amor .Comeremos temprano, no hay problema, ¿cierto?

—No lo hay, mamá —sonreí —¿necesitas ayuda?

—Si hija, ayúdame con la ensalada.

La comida quedó lista, limpiamos la casa y comimos, mamá se marchó al trabajo, por mí parte practique un poco de ballet y recibí una video llamada, era Jorge.

—Hola, Katy. ¿Cómo estás?

—Hola. Bien, ¿y tú?

—Bien, mira a quien tengo aquí —enfocó a Iván.

—Cada día está más guapo.

—Lo bueno que se parece a su mamá, de no ser así sería un fenómeno —reí y se escucharon las risas de Valentina —lamento no haberte llamado antes Katy pero aún no me acostumbro a esta vida de casado —rio.

—¡Te escuché! —gritó Valentina riendo y Jorge se sonrojo.

—No te preocupes —sonreí.

—¿Cómo ha ido todo?, te miras mejor que la última vez que hablamos.

—Estoy mucho mejor —suspiré —creo que por fin ha vuelto mi vida a la "normalidad".

—Y, ¿por qué las comillas?

—No creo que sea normal que tu papá sea un asesino —reímos nerviosos al unísono.

—En eso tienes razón y, ¿cómo vas con Esteban? —Me ruboricé —no me digas qué... —asentí —Katy, ¡eso es increíble!

—¿De verdad?

—¡Sí Katy!




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