Infinitamente enamorada.

|Capítulo 9|

Ayer fue un día increíble con el precioso y celoso Esteban, ayer simplemente fue un día mágico, algunas de las personas más importantes en mi vida tomaron el tiempo de ir a verme bailar y eso fue extraordinario, ¡los quiero muchísimo!

Me di una ducha, desayuné, tomé mi mochila y salí a mi clase de ballet como últimamente lo he hecho, al llegar Marie y Priscila me abrazaron, ¡son muy lindas!

Hice mi tradicional vendaje, coloqué mis puntillas y platiqué con las chicas mientras calentábamos.

—Ayer lo hiciste increíble Katy, te buscamos para las fotos para ya ibas con tu...

—Novio —dije ruborizada y Marie asintió.

—Katy espero no incomodarte pero, ¿cuántos años tienes? —preguntó Priscila.

—No tendría por qué incomodarme —reí —21.

—¿¡De verdad?! —asentí —pareces de 18 máximo 19.

—Eso es un halago —reí —ustedes, ¿cuántos años tienen?

—22 y Marie 21.

—Definitivamente somos las mayores aquí —dijo Marie fingiendo llorar y reímos.

—Y las mejores —guiñó el ojo Priscila quien poco a poco se desenvolvía más.

—¡Buenos días niñas!, hoy ensayaremos la presentación de coppelia completa y en eso nos enfocaremos durante las últimas semanas —todas asentimos —la mayoría ya se sabe la coreografía pero de igual manera volveré a dársela, a su posición inicial.

Luzma dio la coreografía nuevamente, practicamos durante 3hrs y finalizamos la jornada.

Me di una ducha y me arreglé un poco en el gimnasio.

Subí al autobús, llegué a la plaza y entré a una papelería a comprar mis útiles escolares pues cada día falta menos para entrar a la universidad, guardé todo en mi mochila y fui al panteón con Carlos, al terminar de hablar con él regresé a casa.

—Tenía mucho que no venía por aquí, tu casa es muy linda.

—¿A qué viniste, qué quieres? —dije molesta.

—Relájate, Kate.

—No me pidas que me relaje con tu presencia —rodeé los ojos.

—Nunca cambiarás, amor —suspiró.

—¡No vuelvas a llamarme así ni a volver a venir a mi casa! —iba a entrar pero me detuvo.

—Espera —me tomó el brazo —no vine a pelear, vine a pedirte perdón.

—Ni tú te la crees —reí —mira mejor vete de aquí y deja de perder tu tiempo.

—No me dejes así, Kate.

—¿Cómo quieres que te deje, Sebastián?

—Quiero que me escuches.

—Tienes 2min.

—Siempre has sido mandona —intentó acariciar mi rostro pero quite su mano—y esa es otra cosa de las tantas que me gustan de ti.

—¡Habla!

—Kate, sé que solo te he dañado y no sabes cómo lo lamento, perdón por lo que pasó la última vez que nos miramos sé que fui un patán, ¿puedes disculparme?

—No eres el típico chico que pide disculpas así que dime de una vez, ¿cuál es tu intención?

—Ninguna Katherine, solo quiero estar en buenos términos contigo.

—No te creo en lo más mínimo y te pido que no vuelvas a venir, por favor.

—Te quiero Kate, siempre te querré —me abrazó y se fue.

Realmente no sé qué mosco le picó, pero sé que sus intenciones no fueron buenas lo que más me preocupaba era saber que planeaba.

Entré a casa, ordené lo que había comprado y preparé sopa con pollo para comer.

Tomé una larga siesta y al despertar miré que tenía llamadas pérdidas de Esteban y me estaba entrando una nueva.

—¿Hola?

—Hola, cielo. ¿Puedo ir a verte? —dijo frío.

—Sí, ¿qué tienes?

—Estoy cansado por el trabajo, además debemos hablar amor, ya voy llegando.

—De acuerdo.




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