Infinitamente enamorada.

|Capítulo 11|

Hoy regreso a clases, ¡qué pereza y felicidad!

Me di una ducha, me puse unos jeans, una blusa azul marino, unos tenis y mascada del mismo color junto con una chamarra negra, buscando los aretes que me pondría encontré el septum que me regaló Esteban hace muchísimo tiempo, lo desinfecté y me lo coloqué luego de meses sin tener una joya en mi nariz me sentía muy extraña pero al mismo tiempo volvía a ser yo, ¿por qué había dejado de usarlo?, es una historia boba, perdí una bolita, nunca la encontré y se me hizo fácil dejar de usarlo.

Me coloqué perfume, me miré al espejo y salí a la parada del autobús.

Llegué a la escuela, Perla ya estaba esperándome.

—Hola, Katy —me abrazó.

—Hola, Perla.

—¿Lista para hoy?

—Aún tengo sueño —reí —pero fuera de eso estoy lista, ¿y tú?

—También —sonrió —¡Katy, cada vez falta menos para salir!

—Eso me pone los nervios de punta, al salir ya seremos unas adultas responsables —reí.

—Ya tendremos que cumplir nuestros gastos sin papás —fingió llorar.

—¡Por fin seremos profesionales!, es uno de mis mayores sueños —suspiré.

—Cumpliremos todos y cada uno de ellos Katy y nos acompañaremos mutuamente, ya verás —me abrazó.

Mi primer clase fue "descripción de las lenguas mesoamericanas”, odio esa materia!

Después de dos horas que me parecieron siglos era hora de filosofía, mi materia favorita y la materia por la que conocí al precioso de Carlos, ha pasado tanto y aún lo extraño como el primer día.

Tomé las siguientes clases con Perla y llegó la hora de salida, fui a la cafetería a comprar una botella de agua, llegué a la parada del autobús y alguien tapó mis ojos.

—¡Quita tus sucias manos de mis ojos! —grité sin saber de quien se trataba es que detesto que hagan eso.

—Siempre tan enojona, Katy —dijo Antonio —¿cómo estás? —me abrazó.

—Bien, ¿y tú? —sonreí.

—Igual —se sentó a mi lado —cabeza de chorlito.

—¿Sí?

—Te he extrañado mucho, quiero que volvamos a ser amigos, eres la única chica con la que siento que puedo ser yo mismo, ya no quiero que Perla siga interfiriendo en nuestra amistad, Katy.

—Me pones en una situación muy difícil —acaricié mi cabello por nerviosismo —sabes que Perla es mi mejor amiga.

—También solía ser tu mejor amigo.

—Sigues siendo uno de mis mejores amigos.

—¿Qué dices?, ¿podemos volver a ser amigos?, sé qué será difícil cabeza de chorlito, pero también sé que podemos lograrlo.

—Intentémoslo —sonreí.

—¡Gracias, gracias, gracias! —me abrazó.

—Bobo.

—Mande.

—¿Ya pasó lo de...? —me interrumpió.

—No, Katherine —se sonrojo —te juro que lo he intentado pero no puedo, simplemente no he conocido a alguien que llene mis expectativas como tú.

—Antonio no me siento cómoda con esta situación y quizás no sea lo mejor intentarlo de nuevo.

—Quiero tu amistad cabeza de chorlito, ya entendí que tener tu corazón es una tarea muy difícil.

—Sólo quiero que entiendas que no es por ti, Antonio, eres un chico increíblemente loco y borracho —frunció el ceño —pero también tienes muchas cosas buenas, tú puedes tener a la chica que desees.

—Aún no te tengo.

—Antonio, por favor —susurré.

—De verdad, Katy. Ya lo entendí y sólo quiero que seamos los mismos chicos inseparables que iban juntos al baño, que almorzaban lo mismo, los que escuchaban canciones en cada uno de los descansos, ¿quieres que volvamos a ser esos amigos?

—¿Sólo amigos? —lo abracé.

—Sólo amigos —susurró —¿puedo llevarte a casa?




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