Infinitamente enamorada.

|Capítulo 20|

Me levanté a darme una larga y relajante ducha, me puse unos jeans, unos vans negros, una blusa negra con velo en las mangas, cepillé mi cabello, me hice medio moño alto dejándome el cabello suelto, desayuné pan tostado con queso crema y mermelada.

Subí al autobús, comencé a leer un libro y el camino se me pasó muy rápido.

Entré al salón, la primer clase fue "antropología de género" y la última "procesos de cambio sociocultural", hoy me tocaron materias que me apasionan así que fue un gran día estudiantil.

Al salir de la universidad una señora de estatura promedio, delgada, con su cabello castaño peinado en una trenza y ojos color miel me habló y no tenía idea de quien podría ser.

—¿Podemos hablar muchacha?

—Dígame —sonreí amablemente.

—¿Quieres ir por un café o por un helado?

—Prefiero que hablemos aquí.

—De acuerdo, tú eres novia de Esteban, ¿cierto? —asentí —siendo así eres la única que puede ayudarme.

—¿Cómo sabe que soy su novia?

—Hace unos días lo seguí —¡qué demente! —y miré que te besó justo aquí.

—¿Qué necesita? —creo saber quién es esta mujer y ya no me parece tan demente.

—Que me ayudes a recuperarlo, ¿cómo te llamas?

—Katherine, ¿y usted?

—Patricia, la mamá de Esteban.

—¿Cómo puedo ayudarla?

—Sé que a ti es a la única persona a la que le hace caso, habla con él, intenta convencerlo de que lo amo y que estoy realmente arrepentida por todo el daño que le hice a él y a sus hermanos.

—Discúlpeme, señora pero eso debe decírselo a él, no a mí.

—Ya lo hice Katherine pero todo le entra por una oreja y le sale por la otra, por eso necesito tu ayuda —humedeció sus labios para seguir hablando «Esteban hace ademanes y expresiones parecidos a los de su madre» —no sé si estés enterada de lo que pasó.

—Sí, él me lo contó.

—Seguramente te dio una versión alterada, yo moría de miedo Katherine, no quería ser la madre que golpeaba a sus hijos, la madre a la que las demás madres criticarían, no quería ser la mamá joven que ni siquiera supiera como arreglar y educar a sus hijos.

—Señora, él me dijo exactamente lo mismo que usted.

—¿De verdad? —asentí —me equivoqué una vez, más —frotó su rostro desesperada —quiero hacer las paces con todos, sobre todo con él porque fue al que más le dolió todo esto.

—Hubiese pensado eso antes de abandonarlos —quizás estaba siendo muy dura con ella, sólo recuerdo el dolor y la rabia con la que Esteban habla de ella y me pongo furiosa.

—Todos los días me arrepiento de haberlo hecho.

—Señora, ¿por qué no volvió antes?

—Mi pareja anterior me lo impidió.

—¿Prefirió a su pareja que a sus propios hijos?

—No, no, no —frunció el ceño —sí —murmuró finalmente.

—No puedo ayudarla, el daño ya está hecho —curvé mis labios —en su momento hablé con él e intenté convencerlo de que le diese sólo una oportunidad de que hablaran pero no quiso señora, perdóneme por lo que le voy a decir pero Esteban se pone mal al escuchar su nombre.

—Sabía que algún día esto pasaría —comenzó a llorar.

—¿Por qué no habla con sus demás hijos e intenta solucionar todo esto que usted misma ocasionó?

—Rodrigo ni siquiera me conoce y Andrés no quiere saber nada de mí, me odia aún más que Esteban.

—No puedo prometerle nada, hablaré con Esteban nuevamente pero usted encárguese de hablar con sus otros hijos, lo que hizo no es justificable pese a eso, espero que haya tenido una grandiosa vida sin esos grandiosos chicos, aunque claro, si son grandiosos es gracias al señor Leonardo —me siento culpable pero no puede dejar de ser sincera.

—No fue fácil vivir sin ellos —demuestra todo lo contrario —y tienes toda la razón respecto a lo de Leonardo —limpió sus lágrimas —te dejo mi número por cualquier cosa y gracias por escucharme, ahora entiendo porque eres novia de mi niño y no puedo creer que alguien tan joven como tú me haya dado el enorme consejo de buscar a mis otros hijos y de cierta manera me haga entender lo estúpida que fui —me abrazó y se marchó.




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